Alumnos del colegio Jesús y María, en la plaza de Santa Cruz, a la hora del recreo. Gabriel Villamil

Un recreo sin juguetes, con contacto mínimo y salida al patio por turnos

Las medidas sanitarias trastocan este tiempo de descanso para los niños, quienes reconocen que ahora es «más aburrido»

Eva Esteban

Valladolid

Miércoles, 9 de septiembre 2020

Se acabaron los juegos de contacto. También los juguetes u otros objetos, como balones o cuerdas, que puedan compartirse. El patio del colegio ya no es lo que era. Ya no se puede corretear de un lado a otro. Tampoco jugar o charlar con compañeros ... de otros cursos. Nada. Al menos de momento. Porque las medidas sanitarias han trastocado la rutina a la que estaban acostumbrados, en horario lectivo, los menores. El recreo es desde ayer un lugar más triste, pero también más seguro.

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Los colegios de Valladolid han ideado, bajo el denominador común de la delimitación de zonas para evitar que se mezclen alumnos de unas clases con otras, un protocolo para garantizar que la salida al patio sea segura y el riesgo de contagio, mínimo. Algunos, como el San José, en la plaza de Santa Cruz, o el Santa Teresa de Jesús, en Felipe II, han apostado porque este tiempo de ocio sea escalonado. Por grupos y en horario diferente. Cuando entren unos, saldrá el resto.

A Henri y Leo, de siete y seis años, respectivamente, lo que más les «gusta» de ir a las Teresianas es el recreo. Jugar con los compañeros. Otros años, dicen, echaban partidos de fútbol y baloncesto. Este curso no saben cómo pasarán ese tiempo libre. «Jo, pues si no podemos jugar con nada qué aburrido», comenta el primero. «Pues sí, pero podemos comer el bocadillo», le responde el segundo con una mirada cómplice y parapetados ambos bajo una mascarilla hecha a medida para que se ajuste bien al rostro. –uno blanca, el otro de Spiderman–.

Este mismo sentimiento lo comparten Aimar y Rocío. Tienen siete y seis años, respectivamente, y confiesan estaban «deseando» volver a su colegio, el San José. «Llevaba mucho sin ver al profe y a mis amigos; yo creo que lo pasaremos bien aunque no podamos jugar con el balón», confía Aimar, que cursa primero de Primera. Mientras tanto, Rocío, que está en segundo, dedicó las horas de clase a escribir una carta a su amiga Paula, a la que echaba «mucho de menos».

Pero también están aquellos centros educativos en los que el recreo será conjunto a lo largo del mes de septiembre. Más adelante, la intención es que se lleve a cabo en grupos, según confirma el equipo directivo. Por el momento, han «zonificado» el patio y los profesores han elaborado juegos sin contacto para que los niños estén entretenidos. Eva y Diana son amigas desde que tienen uso de razón. Tienen once y diez años y aseguran no recordar un recreo «tan aburrido» como el que vivieron ayer. «Antes jugábamos al pilla-pilla, estábamos con los de otras clases, pero ahora solo podemos hablar y es muy aburrido», coinciden.

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