Si por algo destaca Valladolid es por la gran concentración de monumentos en una ciudad aparentemente pequeña. La iglesia de San Pablo, la Plaza Mayor, la Antigua, el Palacio Pimentel, la Plaza de la Universidad o el Museo Nacional de Escultura son varios ejemplos ... de lo que los turistas que visiten la ciudad pueden descubrir y llevarse consigo como recuerdo para siempre. En sus calles, callejas, callejones, plazas, plazoletas, avenidas y recovecos más recónditos se esconde la belleza de una ciudad en la que conviven diferentes estilos arquitectónicos y corrientes artísticas. También en sus iglesias y museos, con obras de arte que descansan en su interior para deleite de visitantes y locales.
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El Ayuntamiento de Valladolid a través de la Oficina de Turismo recoge los monumentos más importantes de la ciudad, los museos para visitar y las historias que esconden las paredes de algunos edificios. Detalles que sorprenden a todo aquel que las conoce, como la leyenda de la salida de Felipe II por las rejas laterales del Palacio Pimentel para poder ser bautizado en San Pablo en vez de en la iglesia de San Martín.
La catedral es uno de los monumentos más visitados de Valladolid. Su torre de 70 metros de altura cuenta con un ascensor en el que los turistas pueden subir hasta el punto más alto y disfrutar de unas vistas únicas de la ciudad. A sus pies, la Antigua resiste al paso del tiempo y sus formas y color blanco destacan entre los modernos edificios que la rodean.
Como si de un retablo en piedra se tratase, la fachada de San Pablo no deja a nadie indiferente. La multitud de figuras y adornos representados en ella obligan a pararse a los viandantes y a dedicar unos minutos para descubrirlos. En un lateral de esta iglesia se esconde el Colegio de San Gregorio, cuya enigmática fachada invita a encontrar un caracol escondido entre los personajes tallados.
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También destaca entre los monumentos elegidos por los turistas la Academia de Caballería, uno de los edificios más vistosos de la ciudad por su color, resultado de la policromía fruto de la combinación entre el granito y la piedra arenisca de Salamanca. En su interior se encuentra una colección única de armamento, maquetas, fotografías y uniformes históricos. A su vez, el Palacio de Santa Cruz, el de Pimentel o la fachada de la Universidad de Derecho son paradas obligatorias para los turistas que eligen Valladolid cmo destino, sea cual sea la fecha, estación o época del año.
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Pero también hay pedazos de historia que no están a simple vista y hay que buscarlos para descubrirlos, como el Pasaje Gutiérrez o la Plaza del Viejo Coso. El primero, situado entre la calle Fray Luis de León y la plaza de El Salvador, es un ejemplo singular del pasaje comercial tan habitual en la Europa de la segunda mitad del siglo XIX al más puro estilo parisino. La segunda, entre San Quirce y San Ignacio, es un lugar escondido y poco conocido por los vallisoletanos, un remanso de paz en el casco histórico de la ciudad que permite a todo aquel que lo descubre disfrutar de un pedazo de la naturaleza y del canto de los pájaros sin el molesto ruido del tráfico.
En pleno centro de la ciudad, las casas de personajes vallisoletanos ilustres se conservan casi como estos las dejaron para convertirse en museos a través de los que recorrer la historia literaria que dejaron, como la Casa Museo Cervantes o la Casa Zorrilla. Ambas cuentan con zonas verdes y en su interior se realizan visitas y jornadas literarias.
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Del mismo modo, los dos grandes museos de la ciudad recogen obras de arte con historia propia. El Museo Nacional de Escultura alberga en su interior tallas de madera realizadas por Gregorio Fernández, Juan de Juni, Pedro de Mena o Andrés de Nájera, entre otros. Muchas de estas piezas han procesionado durante estos días de Semana Santa por las calles de Valladolid guiadas por diferentes cofradías. Por otra parte, el Museo Patio Herreriano reúne obras de estilo contemporáneo español desde 1918 hasta la actualidad.
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A los edificios y museos los acompaña el pulmón de Valladolid. Con una extensión de más de 100.000 metros cuadrados y forma triangular, cuenta con el estanque con cascada, el paseo central y la pérgola. En él se realizan desde excursiones de colegios hasta actuaciones musicales durante las fiestas de la ciudad y alberga pavos reales, que son el emblema del Campo Grande. Delimitando esta gran zona verde en pleno centro de la ciudad está la Acera de Recoletos, cuyas construcciones se remontan al siglo XIX y principios del XX. Pero quizá, el dato más curioso es la existencia de la necrópolis de la antigua judería de la ciudad en el subsuelo de este paseo, señalizada mediante placas metálicas con inscripciones hebreas.
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A partir de estos enclaves históricos los turistas Valladolid se convierte en una interesante opción para visitar, descubrir y conocerla de la mano de la arquitectura, la historia o el arte. Además, la ciudad cuenta con rutas teatralizadas durante todo el año y reforzadas en fechas señaladas para que viajeros y locales conozcan los entresijos de sus calles.
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