![Un joven paga al vendedor al que ha comprado un objeto.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202203/27/media/cortadas/rastro-kDUE-U1601461489458VmF-1248x770@El%20Norte.jpg)
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Vuelta a la normalidad en el rastro de Valladolid. Al menos, de momento. Primero fue aquel acalorado domingo 13 de marzo, cuando corrió como la pólvora la noticia de la exigencia del Ayuntamiento de darse de alta como autónomos y los vendedores se pusieron en pie de guerra ... , además de la exclusión por sorteo de 57 de los veteranos. Luego vino el parón a modo de protesta que hicieron el pasado domingo 20 de este mes los cerca de 150 tenderos habituales, que decidieron no montar sus puestos y dejar al mercadillo del estadio sin el paraíso de la economía circular, además de amenazar con iniciar una huelga y salir a las calles. Pero ahora está de nuevo presente la tranquilidad habitual de los domingos por la mañana en el mercadillo vallisoletano.
«Somos optimistas porque el Ayuntamiento nos ha escuchado y se han portado muy bien con nosotros», cuenta Javier Martín, propietario del puesto número 10 de antigüedades. Este vendedor reconoce venir «porque es una forma de vida, aunque no hagamos una fortuna, ni mucho menos, no podemos vivir sin el rastro». Compran los objetos, los limpian o restauran «por afición» y el acuerdo de no montar el rastro el fin de semana pasado «no fue plato de buen gusto». Han sido escuchados y lo que el Ayuntamiento les exige ahora es declarar que carecen de deudas o multas con la entidad y una revisión de cada solicitud. «Hay algunos que tienen multas por vender colonias o alcohol pero no es justo que paguemos justos por pecadores», lamenta.
Mientras acepta un regateo «justo y legal», Emilio Jiménez cuenta que lo que ha hecho el cosistorio «es lo lógico porque no podíamos alcanzar ese dinero que nos pedían, pero lo han echado atrás y es algo que agradecemos enormemente». Se muestra animado y asegura estar contento por poder mantener su puesto pese a haber tenido que madrugar un poco más para montar el puesto por el cambio de hora, comentaba entre risas.
Pero no todos son tan optimistas y Carlos Rodríguez, por ejemplo, no confía del todo en que cumplan su promesa. Para él, la situación es delicada porque «aquí nadie se hace millonario y pedir que nos hagamos autónomos era una auténtica locura».
Ahora, los vendedores han regresado a su actividad y se respira de nuevo el aire tranquilo, sosegado y de regateo habitual de las mañanas dominicales a los pies del estadio.
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