La quiebra de la constructora en plena crisis del ladrillo certificó la muerte del proyecto de construcción del conjunto residencial Rancho Grande, un bloque a medio edificar que fue abandonado a su mala suerte hace once años y que acoge desde entonces a indigentes, ... gamberros y ladrones de chatarra. «Llevamos años denunciando la situación de este edificio y ahora, cuando parece que una constructora va a retomar por fin las obras, nos encontramos con esto», lamentan los vecinos del Páramo de San Isidro, donde se levantan los dos bloques gemelos de dos alturas en los que el sábado fueron localizadas tres niñas de dieciséis años, dos de las cuales se habían fugado del centro de menores Zambrana, y que convivían desde una semana antes, junto a otra menor también huida de catorce, con un grupo de seis indigentes de entre veinte y treinta años. Dos de los jóvenes son ahora buscados y todos ellos serán investigados por la posible violación de la menor de las chicas, que ella misma relató cuando fue localizada unas pocas horas antes en Salamanca.
Publicidad
Más sobre el secuestro
Susana escribano/María Jesús pascual
Pero los hechos ocurridos entre el 1 y el 8 de mayo, cuando tres de las menores, incluida la niña de catorce años, se fugaron del Zambrana, al que no regresaron después de una salida permitida –todas ellas estaban en el centro en régimen de semilibertad–, no es el único incidente grave registrado en un bloque fantasmagórico en el que un grupo de jóvenes se encontraron con el cuerpo sin vida de un indigente en 2012. «Aquí hemos visto ya de todo, desde aquel muerto hasta incendios, peleas, botellones...», resumen los vecinos de las casas del barrio de Buenos Aires que lindan con el conjunto residencial, que tomó en su día el nombre del popular restaurante, el Rancho Grande, que ocupó esa parcela entre 1960 y 2004, cuando cerró sus puertas y fue demolido.
El bloque comenzó a construirse en 2008 y fue abandonado un par de años después sin tapiar y sin nada que impidiera el paso de grafiteros, gamberros y ladrones. Eso ocurrió al principio. Después llegaron los primeros indigentes. A comienzos de año, en febrero, una promotora local compró el inmueble, retiró las toneladas de basura que se acumulaban en la parte exterior y cerró el perímetro con una valla de aluminio. «Aquel día desalojaron a los chicos que vivían allí, pero a las pocas horas volvieron a abrir la valla y se colaron», relatan los testigos.
Una improvisada pipa para fumar estupefacientes da fe del consumo de drogas en el cuarto que ocupaban algunos de los indigentes que convivieron con cuatro menores, tres de ellas huidas del Zambrana, en los maltrechos muros del residencial Rancho Grande. Su interior, repleto de paredes derruidas y ventanas y puertas abiertas de par en par, presenta una tupida alfombra de cascotes y basuras junto a peligrosos boquetes y escaleras descarnadas.
Entre los indigentes asentados entonces en uno de los dos bloques, el que mira al cuartel de San Isidro, ya estaban los jóvenes de origen marroquí que ahora están siendo investigados por los hechos relatados por la menor. Ellos vivían en un par de cuartos sin ventanas de la segunda planta y en la buhardilla, un cubículo estrecho al que accedían por una improvisada escalera de madera, colocada al borde del hueco del ascensor. En el boquete del techo habían colocado una puerta –en la imagen de la izquierda– para evitar visitas y solían «retirar la escalera», según relatan fuentes policiales. Y allí, en el bajo cubierta, fue donde fueron localizadas las tres niñas huidas del Zambrana y detenidos dos de los indigentes, uno de ellos por encaramarse al tejado y lanzar tejas a los agentes (delito de atentado) y el otro por estar en situación irregular en el país. El primero, de 27 años, permaneció durante más de una hora en la cubierta. «Estuvo hasta el amanecer tirando tejas a los policías y solo decía que le dejaran en paz, que había venido aquí a trabajar y que nadie le daba una oportunidad», relata un testigo.
Publicidad
Los dos jóvenes detenidos quedarían posteriormente en libertad, inicialmente sin cargos en lo que a la posible violación se refiere, a la espera de la localización de dos de sus compañeros y de la toma de declaración a la víctima y al resto de inquilinos del residencial Rancho Grande. Los dos fugados fueron plenamente identificados, con nombres y apellidos, por la propia niña. Sus compañeras de fuga, en cualquier caso, negaron que estuvieran retenidas allí contra su voluntad y que existiera la agresión sexual. La investigación sigue abierta.
Ellos no eran los únicos inquilinos de la parcela, ya que en el bloque de enfrente viven aún, al menos, otros dos indigentes autóctonos en la segunda planta, donde permanecen sus pertenencias y un cuarto con dos colchones junto a restos de comida. «Al día siguiente de la redada volvieron a entrar un montón de jóvenes y suponemos que también los indigentes», apuntan los vecinos antes de reclamar una «solución definitiva» para la parcela después de once años de «calvario».
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.