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Gabriel Villamil, a la izquierda, con Ramón Gómez y Henar Sastre, los 'ojos' de El Norte durante más de veinte años. J. Asua
Obituario

Maestro de la luz y el instante

Siempre mirabas las mismas cosas que los demás pero tú las veías de manera diferente. Y sí, Gabriel, lo hacías en un segundo

Ramón Gómez

Valladolid

Domingo, 4 de agosto 2024, 09:56

Las fotos no son solo fotos, sino que es vida. Este es el lema que reza en tu perfil de las redes sociales y cierto es que a través de él recorriste tu corta vida. Qué gran putada Gabriel que te hayas marchado tan pronto. Fuiste de aquella generación que día tras día vivíamos literalmente en el periódico. Cuántas horas, cuántos días y cuántos años compartimos con el simple e importantísimo objetivo de contar a través de las fotografías las cosas que nos contaba la gente y hacer de ello un compromiso social y un estilo de vida. Todo ello a través de lo que veías con tus propios ojos. Un privilegio al alcance de unos pocos y que te permitió conocer parte del mundo, incluida tu querida Castilla y León, y sobre todo a muchas personas que enriquecieron tu propia vida.

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Fuiste un maestro de la luz y el instante. Siempre mirabas las mismas cosas que los demás pero tú las veías de manera diferente. Y sí, Gabriel, lo hacías en un segundo. Ahí están tantos reconocimientos y premios por captar esa explosión de luz y ese mágico instante que te hizo ser el mejor entre muchos.

Hoy es uno de esos días al que nunca quieres enfrentarte, porque contigo se va parte de mi vida que siempre viví a tu lado. Te has marchado discretamente y en silencio, pero tu obra perdurará para siempre en la hemeroteca de tu querido Norte de Castilla y en muchos rincones de Valladolid y su provincia. Y esos dos libros que nos dejas: Caminos del Cid, que lo recorreré en tu memoria, y Camino De Santiago en la Provincia. Un auténtico lujo.

Viviste los últimos años con una gran dignidad a pesar de saber que la cornada era muy grande y luchaste hasta el final. Hace pocos días en la cena de despedida de los compañeros nos diste una lección de vida, llena de valentía y de hermosas palabras. Sabías que la luz de la cámara se estaba apagando y cada vez necesitabas un objetivo mucho más luminoso. Y allí estuviste. Gracias, Gabriel.

Espero que allá donde estés sigas buscando esa luz equilibrada y ese instante mágico y te permita seguir enviando tus fotos soñadas a tu mujer Beatriz y a tus hijas Lucía y Gabriela. Ellas las guardaran en su corazón. Un fuerte abrazo amigo y compañero. Descansa en paz.

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