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Ser un apasionado del vino y residir en Valladolid, una de las provincias más completas en cuanto al enoturismo, te da la oportunidad de muchas cosas. Incluso de innovar dentro de lo tradicional. «Nos dimos cuenta de que en los bares de Valladolid se consume ... sobre todo el típico ribera o verdejo y quisimos darle una vuelta para que la gente probase vinos de otras zonas con denominación de origen», relata David Parrata, uno de lo ocho fundadores del club 'El Descorche', un grupo de catas fundado por estudiantes de varias promociones de enología.
El proyecto, que lleva en pie desde hace tres años, ha dado saltos de gigante hasta llegar a ser un motivo de reunión para los vallisoletanos. «Las catas de ahora no se parecen en nada a cómo empezó esto», continúa Parrata. «Al principio nos juntábamos en alguna casa y cada uno traía un vino diferente y se lo preparaba para explicárselo al resto», explica el joven, que señala que esas reuniones eran denominadas como «Mesa Redonda o Catas Coloquio».
No fue hasta verano del año pasado cuando les surgió la oportunidad de llevar estas catas a un terreno físico y con público. «Nos enteramos de que la asociación de vecinos de San Nicolás buscaba un grupo de gente joven para desarrollar nuevas actividades para la gente del barrio», añade el joven, que no tardó en avisar al resto del grupo para empezar a movilizarse en este proyecto. El objetivo principal estaba claro. «Acercar vinos diferentes a la gente de a pie y hacer que participen en un proyecto cultural para que aprendan más acerca del enoturismo». Ahora solo faltaba un espacio para desarrollar la actividad.
«Valoramos que al ser un proyecto de iniciativa ciudadana el Ayuntamiento nos podía ayudar a partir del programa de ACTUVA, una iniciativa de participación ciudadana y deportes que ayuda a promover proyectos como el nuestro en Valladolid», aclara el joven, quien asegura que sin esta ayuda muchos de los elementos que entran en juego en las catas no serían posibles. »Gracias a ello tenemos mesas nuevas para realizar las catas y un espacio en la Plaza del Viejo Coso donde podemos hacer estas reuniones», argumenta Parrata.
Siendo jóvenes y teniendo ganas de aprender, empezar a formar una asociación desde cero no es una tarea fácil. En este caso los estudiantes contaron con la ayuda de Rafael Valdivieso, director del servicio de participación ciudadana, que les enseñó desde un principio cómo funcionaban las asociaciones y la trayectoria que podía tomar el proyecto.
Lo que surgió de unas catas caseras entre estudiantes para aprender sobre vinos ha pasado a ser un proyecto con nombre y apellidos que ya tiene un hueco en la Plaza del Viejo Coso de Valladolid, donde han realizado «ocho catas que cada vez cuentan con más participación ciudadana». «Compartimos este espacio con actividades de otras asociaciones como pilates, gimnasia, lectura y 'coaching'. Somos uno más en el entorno», comenta el joven.
Sin embargo, hay una cata a la que el enólogo guarda un cariño especial. «Nos fuimos a Pollos, hasta el hogar del jubilado para hacerla», señala Parrata, aludiendo a que el encuentro fue muy interesante, ya que pudieron ver «de primera mano el feedback de los asistentes, quienes al terminar el evento nos llevaron a varias bodegas de la zona para conocer sus vinos». El espacio no es lo único que ha cambiado desde que comenzaron el proyecto. La manera de enseñar e informar a su público ha dado una vuelta de 365 grados. «Ahora estudiamos más a fondo los vinos y su contexto para transmitírselo de una manera más práctica a la gente. Jugamos con los olores y los aromas dándoles a probar varios modelos y que con total libertad nos puedan preguntar sobre ellos», explica.
Poco a poco el club va cumpliendo con su objetivo de moldear el paladar de los ciudadanos a otro tipo de productos que no sean los típicos de la provincia. «Tenemos a un jubilado que siempre acude a las catas y que antes solo tomaba Ribera o Verdejo. Hace poco nos dijo que en uno de sus viajes a Benidorm probó un vino de Valencia», señala con orgullo.
La idea que surgió en agosto de «podemos empezar a juntarnos allí» ha desencadenado en reuniones de dos horas en las que todo tipo de público acude, eso sí, con un aforo limitado. «Solemos acoger a 20 asistentes por cata. Vienen desde jóvenes hasta jubilados», apunta. Además de la satisfacción que supone enseñar al público una pasión que llevan arrastrando desde hace años, Parrata asegura que es «un proyecto que te obliga a aprender continuamente como estudiante y profesional».
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«Hicimos una cata de vinos internacionales hace unos meses donde cada uno de mis compañeros presentó un producto de un país diferente», destaca, haciendo referencia que esa cata supuso un esfuerzo mayor, ya que importaron los vinos de viajes personales que fueron realizando a lo largo del año. Y es que los ocho estudiantes no se van a quedar de brazos cruzados de cara al futuro.
«Queremos seguir con el proyecto como ha sido siempre, un motivo de reunión sin ánimo de lucro para hacer lo que más nos gusta». El próximo encuentro ya tiene fecha, hora y aforo completo. «Este miércoles a las 19:00 volvemos a la carga con una cata de vinos andaluces», continúa, «Somos conscientes de que somos jóvenes, pero esto es una manera de empezar a soltarnos en lo que será una larga trayectoria profesional», termina.
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