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Javier Carballo, en la entrega de material de la campaña de Los Pichas. Gabriel Villamil
Coronavirus en Valladolid: Javier Carballo, de los Pichas: «Queríamos aportar para los que más se la juegan: los sanitarios»

Javier Carballo, de Los Pichas: «Queríamos aportar para los que más se la juegan: los sanitarios»

El grupo Los Pichas reparte 30.000 euros de material sanitario llegado de China tras una cuestación popular

Antonio Corbillón

Valladolid

Jueves, 16 de abril 2020, 07:11

Javier Carballo desparramó ayer su más de 1,90 metros de ilusión y ganas de aportar por los almacenes de los hospitales de Valladolid (Clínico y Río Hortega) y las residencias de mayores. Les llevó el fruto del esfuerzo de su banda de música, Los Pichas, y de docenas de vallisoletanos y amigos de toda España que apoyaron su campaña #yoteprotejo.

En apenas unos días lograron, por cuestación popular, 35.000 euros para financiar la compra en China de un cargamento que incluyó 20.000 pares de guantes, 11.000 mascarillas, 2.000 pantallas de protección y 350 monos impermeables transpirables.

La idea surgió en el confinamiento de los miembros de esta banda de flamenco-rumba canalla y lo que se tercie. A Carballo, carne de escenario en su doble condición de vocalista y actor, se le encendió la idea en el encierro en su piso vallisoletano. En especial en su baño de «200 metros cuadrados», bromea. «Pensamos en grabar algo pero nos pareció que estaba muy visto. Decidimos hacer algo que fuera útil para los más expuestos: los sanitarios».

Los fundadores de Los Pichas son Javier, Alberto Vicente (guitarra) y Agustín de Villafañez (percusión). Pero también está su bajista, Iván, que gestiona una empresa de iluminación que lleva muchos años comprando componentes en China.

Lanzaron la campaña #yoteprotejo con una primera compra de 400 mascarillas pagadas por el propio grupo. La buena gestión de la contraparte asiática les invitó a ser un poco más ambiciosos. Decidieron abrir varias cuentas y una fila cero para recibir aportaciones. En dos días había 12.000 euros... En cuatro jornadas alcanzaron los 35.000. «Nos llegaba de todo -explica Javier Carballo-. Desde empresas que ponían varios miles de euros hasta el hijo de 7 años de una amiga que quiso aportar el dinero de su regalo para ayudar».

A favor de esta eficaz aportación jugaron varios factores. Por un lado, la logística de Iván. «Yo soy la cara visible, pero el que ha movido todo hasta pecar de pesado ha sido mi compañero», reconoce la voz de Los Pichas. Frente a los errores en la gestión de cargamentos sanitarios chinos por parte de varias administraciones, la logística fue como un reloj. «Los chinos han sido serios y profesionales. Nos enviaban hasta vídeos del proceso de envío».

Por otro lado, fueron clave los 15 años que este año cumple un proyecto musical que empezó como una juntanza de amigos para pasar el rato. Y que les ha llevado a actuar ante todo tipo de públicos, incluida la Plaza Mayor en las Ferias de Valladolid. La banda ha canalizado el cariño de deportistas, personajes públicos y artistas (hasta Raimundo Amador desfila por ahí) en una riada de pequeñas aportaciones para cristalizar en el cargamento que aterrizó hace unos días en Foronda (Vitoria).

Otra forma de vivir

Tras el reparto de ayer, Los Pichas vuelven a su rutina. Al confinamiento. Y Javier Carballo a su barrio de La Rondilla. En su caso con «vistas a un patio interior». Y a salir de casa solo para atender a su madre y a su hermana. «Tengo que hacerles la compra porque son personas de riesgo». Lo que más lamenta es «no poder abrazarlas».

Sorprende que un actor acostumbrado a ponerse en la piel de todo tipo de personajes se sienta hoy como el resto de los ciudadanos. «Participando en una película de la que no acabamos de despertar». También dedica mucho tiempo a documentarse sobre todos los aspectos humanos y médicos de esta crisis. Por un lado, para que «nos demos cuenta de para qué vale la buena medicina». Por otro, para que reflexionemos sobre «cómo queremos vivir a partir de ahora».

Acostumbrado a sobrevivir a salto de mata por su irrenunciable condición de temporero de los escenarios, el actor y cantante rechaza un mundo en el que «nos exigen que compitamos unos con otros, lo que significa trabajar más para vivir peor». Ve un guión, un libreto, detrás de este duro drama colectivo. «Esto nos está diciendo que vamos juntos, sin fronteras humanas ni territoriales».

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