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El alcalde de Valladolid, Óscar Puente, ha pedido este viernes «rumbo y coherencia» a la hora de tomar medidas contra la covid porque tiene «uno la sensación de que se están dando palos de ciego». «Lo único que pido es coherencia y un poco ... de humildad a todos los que llevan las riendas de la política sanitaria en este país y en esta comunidad autónoma, porque la realidad es que llevamos ocho confinamientos perimetrales y no han funcionado y ahora vamos al toque de queda y oímos hablar a los responsables sanitarios de una manera muy categórica», ha recalcado. En su opinión, si hay que ir al toque de queda, se hará. «La ciudad de Valladolid ha resistido como buenamente ha podido las cifras con una actuación policial intensísima. El fin de semana pasado realizamos intervenciones en más de veinte domicilios por fiestas privadas que se estaban celebrando. Estamos poniendo todo de nuestra parte. Lo único que pedimos es que a nivel sanitario se pongan de acuerdo y sean humildes y que sean pedagógicos y coherentes para que podamos entender las medidas que están adoptando», ha afirmado en la visita a las obras de la calle Costa Rica, en el barrio de Arturo Eyries.
Puente considera que los ciudadanos necesitan «un poco más de certidumbre por parte de sus autoridades». Las cosas están empeorando, ha subrayado, y entiende que se tengan que tomar medidas, pero «pedimos un poco de rumbo». «Llevamos siete meses con el virus y uno tiene la sensación de que no hemos aprendido nada», ha lamentado.
Al ser preguntado por esa petición de ser más humildes, el alcalde ha apuntado al vicepresidente de la Junta, Francisco Igea. «Hoy le he oído, y no querría regresar a épocas pretéritas, en un tono con el Gobierno de España... Está como para sacar pecho. Somos una comunidad con un nivel de incidencia enorme, creo que entre todos deberíamos bajar un poco el tono y ser más humildes habida cuenta de que acertar acertar, en general, no hemos acertado con esta pandemia».
A su juicio, si el toque de queda se declara a las nueve de la noche incidiría de una forma «dramática» en la hostelería, mientras que en la Seminci habría que realizar reajustes con la última sesión y con las galas. «No veo gran diferencia entre las nueve y las diez para intentar abortar reuniones en los domicilios y si veo diferencia en los trabajos que se hacen; los centros comerciales, por ejemplo, cierran a las diez», ha recordado.
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