El alcalde de Valladolid, Óscar Puente, defendió que los daños de la tromba de agua que registró la ciudad ayer a partir de las 21 horas «se reducen a la mínima expresión» un día después y cree que la ciudad tuvo «suerte por lo que pudo haber sido». «Las previsiones ni siquiera recogían una llovizna. Y de repente una nube se desploma entera en Valladolid con 37 litros por metro cuadrado en diez minutos, una cantidad de agua imposible de asumir por la red de alcantarillado», argumentó.
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Al respecto, informó de que el Servicio de Bomberos trabajó en 180 incidencias y casi las mismas intervenciones, «un récord sin precedentes en la historia reciente de la ciudad». Entre las zonas afectadas, citó varios túneles, pero también avenidas y calles del centro como Platerías y Macías Picavea, «que no son ningún túnel y tenían un metro de agua». «He tenido que leer por ahí la opinión de muchos ingenieros por las redes sociales, cuando lo que cayó ayer en la ciudad era difícil de asumir por las alcantarillas», reiteró.
Por fortuna, añadió que no hay que lamentar daños personales, gracias también al trabajo de los bomberos, al que se sumó un retén que no estaba de servicio. Sin embargo, sí admitió daños en garajes e inmuebles particulares, así como en el Centro Cultural Miguel Delibes o en locales de hostelería. El más conocido el del bar el Niño Perdido, en la calle Esgueva, un semisótano que quedó totalmente inundado.
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