
Recuerda Óscar Burón, autor de la propuesta para convertir esta infraestructura en un BIC, que aquel diseño creaba cierta desconfianza entre los vallisoletanos. ¿Iba a ... ser seguro un puente colgante? Hasta entonces, los vecinos solo contaban con un paso sobre el Pisuerga: el Mayor. Habilitar otro canal era fundamental para una ciudad en crecimiento.
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En 1851 el Ayuntamiento solicitaba su construcción y arrancaba ahí un proceso con múltiples vicisitudes hasta su inauguración en 1865. Se desarrollaron tres proyectos de obra. El primero, un colgante clásico, diseñado por Andrés Mendizábal, que se comenzó a construir en 1852. Sin embargo, su previsible «falta de rigidez» llevó a suspender la obra dos años después. A este le siguió el de Verginais, que pretendía aunar las ventajas de un puente colgante con las de un canal rígido en forma de arco con hierro fundido. Se presentó en 1854, pero la situación política se complicó por la revolución del general O'Donell y la habitual falta de fondos del Estado. Los planos acabaron en un cajón.
En 1855, el ingeniero Lucio del Valle (casi todas las fuentes apuntan a su autoría, aunque en el informe BIC se mantienen las cautelas) retomaba esta necesidad ciudadana y aportaba la solución definitiva: el sistema 'bow-string' o de arco atirantado, promovido por Isambard Kingdom Brunel. Se fabricó en Inglaterra en los talleres Ebro Works de Birmingham. Su constructor fue John Henderson Porter y su montaje costó 8.001 libras y diez chelines de los de entonces.
La prueba de carga antes de su apertura tuvo lugar el 11 de abril de 1865. Se colocaron 33.000 arrobas de piedra machacada (171 toneladas) durante dos días, según recopila el arquitecto. Aguantó firme.
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Pero pronto este pionero modelo, con un coste en moneda nacional de 991.000 reales, enseñó sus debilidades. En 1869, tan solo cinco años después de su apertura, se procedió a reparar el piso de madera. No quedó ahí. La prensa local recogía en 1890 que sus remaches «habían saltado», lo que creó gran alarma ciudadana. Fue entonces cuando tuvo que prohibirse el paso de carruajes. Dos años después, se llevan a cabo obras de consolidación. Entre las curiosidades que recoge Óscar Burón en su documento, llama la atención una: el cambio de color de este veterano, desde su blanco original, muy poco sufrido para un puente, al negro actual, pasando por un marrón oscuro.
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