Está ese Alcaltel con la pantalla llena de arrugas, de grietas, inservible por tanta quiebra en el cristal. Está ese Nokia de carcasa roja en el que ya no hay aplicación posible para las aplicaciones. Está ese Motorola azul de batería menguante y carga insuficiente. ... Están esos y otros teléfonos en las manos de Beatriz Quintana, divulgadora ambiental, quien ha acercado hasta Valladolid 'Movilízate por la selva', una campaña que recoge móviles inservibles para reutilizar las piezas y componentes que aún pueden tener nueva vida. Acambio, por la entrega de treinta terminales, se obtiene un apadrinamiento anual gratuito de uno de los chimpancés rescatados en el centro de rehabilitación que el Instituto Jane Goodall tiene en el Congo. Una llamada de doble dirección sobre la conciencia ecológica.
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Porque los residuos de móviles cada vez preocupan más. Hagamos un par de llamadas para confirmarlo. La primera es a la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC). Según los últimos datos de este organismo, los vallisoletanos tienen pegados a sus orejas 455.139 terminales de líneas con contrato, cuando, incluidos menores, hay 521.130 residentes en la provincia. Esta es la sexta provincia con más teléfonos por cada cien habitantes, por detrás de Madrid, Barcelona, Vizcaya, Guipúzcoa y Cantabria.
La segunda llamada es a la consultora Kantar Media, que este año ha publicado una encuesta que dice que los españoles cambian de móvil, de media, cada 20,4 meses. Ni siquiera duran dos años antes de comprar nuevo modelo. Estas Navidades seguro que hay multitud de teléfonos a los pies del árbol de Navidad. Y muchas veces será para sustituir unidades que aún funcionan, que se podrían seguir utilizando sin problema... Pero que acaban en el punto limpio, en la basura, un oscuro cajón. Y eso, asegura Quintana, alimenta un «círculo vicioso» de contaminación.
El trazo comienza en la propia fabricación del dispositivo. «No hay regulación sobre el uso que hacen de materias primas, con minerales como el coltán, el aluminio y o el litio extraídos de países cuya riqueza es esquilmada con sangre de trabajadores sin garantías laborales», indica Quintana. «La explotación del coltán y la casiterita, valiosos minerales que hacen posible la tecnología de nuestros móviles, ordenadores y consolas, está en el centro de los conflictos bélicos que producen millones de víctimas y refugiados en la República Democrática del Congo», explican los responsables de la campaña, del instituto Jane Goodall. «Pero es que, cuando te deshaces de él, si los residuos no se gestionan de forma eficaz, continúa la fase de contaminación». Los últimos informes de Black Market, una empresa que distribuye tecnología 'reacondicionada', aseguran que apenas se recicla el 21% de la chatarra electrónica. Tan solo uno de cada cinco dispositivos. De ahí la llamada de Quintana para buscar una nueva vida para los teléfonos que parecen estar fuera de cobertura.
Ella es divulgadora de Cultura Circular.Recorre los colegios con programas y acciones (como un 'escape room' con escolares) para fomentar la reutilización de productos, como ropa o plásticos. También promueve con los ayuntamientos campañas de «residuo cero en las fiestas», para reducir el consumo de vasos de usar y tirar o envoltorios innecesarios. Y ahora ha incluido la preocupación por la telefonía móvil en su agenda de contactos. «Las empresas que hacen dispositivos los fabrican con la fecha de caducidad incluida para que ciertos componentes dejen de trabajar y tengamos que cambiar de móvil», dice Quintana. Aunque en muchas ocasiones, la sustitución se hace sin que haya cuestiones técnicas detrás. Por mero afán de la novedad. «Hay que preguntarse si de verdad necesitamos cambiar de teléfono, si podemos darle más vida al que ya tenemos. Porque si nos satisface, ¿por qué dejarse seducir por una necesidad que no existe?», pregunta.
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Beatriz ha comenzado a recopilar móviles viejos. Dos que tenía ella por casa. También los de amigos, familiares, vecinos... Con treinta, conseguirá a cambio no solo reducir los residuos, sino también convertirse en madrina de uno de los chimpancés atendidos por el Instituto Jane Goodall en el Congo, uno de los países con sus recursos más explotados para la fabricación de nuevos móviles.
Cómo colaborar. Hay que entregar los móviles viejos sin cargadores, sin la tarjeta sim, con los datos borrados, pero con la batería. Para contactar bea@becircular.org.
Qué se hace con ellos. Las personas que recogen los móviles los entregan a Eurekamóvil-Movilback, una empresa que valora los dispositivos y entrega ese dinero a la fundación Jane Goodall. Después, se encarga de reutilizar los componentes válidos (recicla 25.000 unidades al mes).
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