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PIÑEL DE ABAJO
Lunes, 11 de marzo 2019, 09:08
Los vecinos de Piñel de Abajo lo han vuelto a hacer. No es la primera vez ni tampoco la segunda; ni será la última. Ya forma parte de su paisaje y paisanaje su firme compromiso con su entorno y con el medio ambiente en general. ... Se enorgullecen de ello y, con los datos en la mano y toda humildad, ahí dejan un órdago por si alguien desea poner los suyos sobre la mesa. Su envite es el de haber plantado «voluntariamente, este invierno, más de 3.000 árboles».
Ellos mismos se organizan y empiezan la tarea a partir del mes noviembre. Se trata de una serie de acciones vecinales que se enmarcan dentro del Programa de Voluntariado Ambiental Fundación Caja de Burgos-Obra Social La Caixa, contando también con la colaboración del vivero de la Diputación Provincial de Valladolid, el propio Ayuntamiento de Piñel de Abajo y la asociación cultural El Prao de Luyas.
Las cifras les avalan. En los últimos ocho años han plantado más de 20.000 árboles, a razón de veinte nuevos por vecino y año, «convirtiéndose en el municipio que más repuebla voluntariamente de todo el país, sin que para ello hayamos tenido un incendio o catástrofe ambiental. Lo plantamos desde nuestra más sentida modestia y sensibilidad para luchar contra el cambio climático y por el bien de las generaciones futuras».
Desde el grupo de voluntariosos vecinos explican que «el avance de los desiertos es imparable. Según estimaciones de la propia FAO, 23 hectáreas al día. Hoy, en el planeta, tenemos menos del 40% de bosques que hace cien años. Los resultados los estamos sufriendo como consecuencia del cambio climático; con temperaturas máximas que se superan y cosechas que cada vez soportan peor el exceso de calor y las fuertes sequías. Manantiales y humedales desaparecen, los incendios forestales pasan a ser catastróficos. La pregunta es inmediata: ¿qué mundo queremos y qué vamos a dejar a nuestros hijos?».
Asimismo, señalan que «están cobrando fuerza en el campo científico tesis que relacionan las fuertes sequías no con el exceso de temperatura, fruto del calentamiento global, sino por la disminución de los bosques y su efecto regulador de las lluvias».
Es por ello que «ante estas evidencias, y fruto de la necesidad de mitigar estos efectos perniciosos para la vida, los vecinos de Piñel de Abajo se han puesto manos a la obra reforestando el contorno del municipio. Eduardo Perote, uno de los voluntarios, explica que «no solo es plantar, sino también defender la importancia y papel fundamental que tienen los bosques en nuestros pueblos y vidas, así como recuperar ese vínculo con la tierra y devolver de nuevo al hombre donde pertenece, a la naturaleza. Hoy, por desgracia, una buena parte de las personas no ama los árboles como tampoco ama a sus semejantes. Ambas relaciones suelen ir muy unidas».
Entre las numerosas especies plantadas se encuentran nogales, cerezos, almendros, encinas, quejigos, ciruelos, perales, manzanos, pinos, albaricoques, romeros, espliegos, salvias, jerbos, mostajos, higueras, aligustres, retamas, sauces, espantalobos, membrillos, tilos, saúcos, cipreses… Y no se trata solo de plantar», ya que también están recuperando manantiales y fuentes, mejorando prados, corrigiendo la erosión en las cuestas, embelleciendo caminos, conservando el agua de lluvia (haciendo obras hidrológico-forestales a partir de pequeñas balsas y cordones que alimentan los acuíferos al frenar la escorrentía); han colocado cajas nido para cernícalos, lechuzas y mochuelos para el control de topillos; también casetas para pájaros insectívoros y murciélagos; perchas para rapaces, para el control de conejos… y, de no haber ninguna colmena hace ocho años, ahora hay treinta de cuatro pequeños apicultores, con toda la repercusión positiva que tienen estos insectos, en especial en la polinización de los frutales.
Incluso «llevamos dos años plantando encinas y quejigos micorrizados con trufa de verano, para dar más valor al pueblo y a sus yermas laderas», señala Perote. Los terrenos reforestados son municipales, aunque ya hay vecinos que les están cediendo parcelas abandonadas, a modo de banco de tierras, que ya han forestado.
El propio Ayuntamiento, en el último pleno, ha aprobado regalar anualmente cerezos de las variedades tradicionales de Piñel de Abajo a todos los vecinos que lo deseen para fomentar sus dos ferias anuales: la de fruticultura, y la de la cereza, a la que este año va a acompañar la trufa de verano. Y es que Piñel va camino de convertirse de nuevo «en el pueblo de los mil almendros, mil cerezos y mil ciruelos», subraya Perote, «como era conocido a mediados del siglo XVIII y así cita el Catastro del Marqués de la Ensenada».
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