El Concilio de Trento, a mitad del siglo XVI, consideró que las almas que estuvieran en el Purgatorio a la espera de poder entrar directamente al cielo recibirían el principal alivio a través de los sufragios de los fieles, especialmente con la celebración de misas ... en su recuerdo. No tardó la Iglesia en facilitar la creación de cofradías de ánimas. Algunas se han mantenido hasta nuestros días, como la Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio de Villalán de Campos, que ayer celebró su función, en el fin de semana anterior a las fiestas patronales en honor a Santa Cecilia.
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A media tarde, tras la misa en la iglesia parroquial, en un gran ambiente festivo, los cofrades se dirigieron al domicilio de la mayordoma de este año, María Merino, donde el mayordomo del año pasado, Cándido Abril, lanzó a la puerta de la casa dos azafates (canastillos de mimbre) de castañas cocidas para ser recogidas por los vecinos en una tradición que se llama correr las castañas. Antes de lanzarse las castañas, el párroco, Jesús Casas, rezó un responso por los difuntos. A la mayordoma, la correspondió tirar el tercer y último azafate, en un total de 18 kilos, en presencia de los cofrades, a los que no se les permite coger una sola castaña. Tanto la mayordoma de este año como el del año pasado, que son primos, portaron las varas de la cofradía.
Tras el lanzamiento de castañas, los cofrades entraron al interior de la casa, donde la mayordoma les agasajó con vino, castañas asadas y pasteles, teniendo lugar también la junta de la cofradía, en la que se trataron distintos temas, de los que no se puede hablar, y se aprobaron las cuentas. Más tarde, los cofrades fueron hasta la casa del mayordomo del próximo año, Francisco Arias, donde se le entregó la vara correspondiente. La tradición marca que cuando aceptas ser mayordomo lo tienes que ser tres veces en la vida. Al fallecer, la cofradía le ofrecerá tres misas. Al resto de los vecinos, la mayordoma les invitó a un vino español en el bar.
A sus 40 años, María Merino, que es maestra en Vigo, expresó su enorme alegría por poder servir la vara por primera vez y seguir la larga tradición familiar de su padre, José María, de su abuelo, Isacio, y de su bisabuelo, Tomás, en un legado generacional que María espera que continúe su hijo, Bruno, de tres años, inscrito en la cofradía nada más nacer. Merino recordó que la vecina Inmaculada García fue la primera mujer que en el año 2011 ingresó como cofrade con los mismos derechos que los hombres. Más tarde entrarían ella y su prima Yolanda Merino, siendo las tres únicas cofrades, aunque hay otras vecinas que son solo hermanas. El alcalde de la localidad, Ignacio Sánchez, que también es cofrade por tradición familiar, manifestó «la importancia de conservar las tradiciones como señas de identidad del pueblo».
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