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Las tradiciones son la base de la identidad de un pueblo, por eso la voluntad de su conservación es el testimonio de su perseverancia de ser y seguir siendo, esas raíces con las que poder crecer. Algo que ha sabido muy bien la terracampina localidad de Villafrechós, que en el 2008 recuperaba la popular vaca enmaromada como su principal seña de identidad desde la que armar toda una conciencia social con una determinada forma de vida.
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Tras cientos de años celebrándose, en 1998 se llevó a cabo la tradición por última vez al entrar en vigor al año siguiente el nuevo Reglamento de Espectáculos, por el que había que acreditar para el festejo una antigüedad de, al menos, 200 años. Aunque entonces los vecinos no encontraron la justificación histórica que la nueva ley pedía, la aparición a finales de 2006 de un grabado de 1780, en el que, junto al nombre del pueblo, se representa a un novillo enmaromado, posibilitó la declaración meses después y la vuelta de la vaca enmaromada a Villafrechós, que cada año se celebra en septiembre con motivo de las fiestas patronales de la Virgen de Cabo, en la que no falta el encierro por el campo y las actuaciones de importantes grupos.
Villafrechós ha mostrado siempre un interés por conservar su patrimonio con obras de restauración en la iglesia parroquial de San Cristóbal. Precisamente, fueron unas obras en el presbiterio de este templo las que pusieron al descubierto unas laudas sepulcrales que hoy se exponen en el interior del templo. También la ermita de la patrona, la Virgen de Cabo, ha sido objeto de actuaciones para su conservación, siendo la que dio lugar a que apareciese el lienzo 'La Piedad. Llanto sobre Cristo muerto', obra anónima de gran calidad, visitable ahora en la iglesia, que guarda gran parecido con un cuadro similar de Annibale Carracci.
El regreso de la vaca enmaromada traerá consigo el impulso de otros festejos taurinos, en los que, junto al Ayuntamiento, tendrá gran protagonismo la asociación Taurofrechós, que reunirá a muchos aficionados del pueblo y de la comarca para organizar a lo largo del año otros festejos como el Toro del Cotillón.
La actividad económica de la localidad es eminentemente agrícola y ganadera, destacando una docena de explotaciones de ovino con unas 15.000 ovejas, a las que en los últimos años se han sumado otras avícolas y de porcino. Dos bares, una pescadería, una carnicería, una panadería, una tienda de ultramarinos con estanco, dos carpinterías, una sucursal bancaria, varios talleres y empresas de servicios se suman a la actividad empresarial.
Como importante proyecto de futuro está el convertir en residencia de ancianos o viviendas tuteladas el antiguo cuartel de la Guardia Civil, que estuvo en servicio hasta 1994 y más tarde fue adquirido por el Ayuntamiento junto a 5.000 metros cuadrados de terreno de casco urbano, a pesar de que el solar había sido donado por el municipio y los propios vecinos habían ayudado a su construcción.
Otro de los grandes retos de futuro es que el Real Monasterio de Santa Clara, que ocupa una hectárea en el centro del pueblo, se convierta en un recurso turístico al albergar algún tipo de alojamiento en el que se pudiera conocer cómo es la vida conventual. Hay que recordar que las religiosas clarisas pusieron fin a su presencia en la localidad a inicios de 2021 después de más de seis siglos de su fundación en el lejano año de 1406, siendo el segundo edificio más alto de Europa construido en tapial. Desde entonces, existe gran preocupación por el devenir del inmueble y de su rico patrimonio mueble.
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