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Hasta hace medio siglo, más o menos, las madres daban a luz en su casa. Algo que ahora pueden contar con emoción el matrimonio de Medina de Rioseco formado por los jóvenes maestros del CRA Campos de Castilla, en Becilla de Valderaduey, Rafael San José ... Rodríguez y Sara Antolín Mediavilla, que fueron protagonistas en su propia casa del nacimiento de Vera, su primer retoño, con la particularidad de que el feliz suceso tuvo lugar en el Día del docente.
Sara, de 32 años, salía de cuentas el 26 de noviembre, y al día siguiente tenía programada una monitorización fetal con objeto de controlar la actividad uterina y el bienestar del bebé. Sin embargo, a las tres de la madrugada, cuando el matrimonio dormía, algunos dolores y presión en el vientre, que ya había tenido días antes, despertaron a Sara. Sin embargo, al comprobar que las contracciones no seguían el patrón aprendido en la preparación al parto, comunicó a su esposo la decisión de ducharse para ir al hospital. En ese momento, la madre primeriza tuvo la necesidad de empujar y, aunque su marido le dijo que se vistiera para ir, al menos, al centro de salud, ella tuvo claro que «yo no voy a ningún lado, que va a salir».
Sara se arrodilló en el suelo, sobre una esterilla, y se apoyó en la cama. En unas de las contracciones, vieron aparecer y desaparecer la pequeña cabecita, para en un nuevo empujó salir totalmente ante la incredulidad de los padres. La madre sabía por la preparación y algunos vídeos que había visto que en la siguiente contracción saldría todo el cuerpo, lo que dio a conocer a su esposo, quien en pocos segundo tuvo a su hija entre las manos. No tardó con un dedo en limpiarle la boca de mucosa y líquido amniótico, para ponérsela, con los primeros y emotivos llantos, a Sara sobre el pecho y taparla con una toalla, «en ese momento único de piel con piel», con el cordón umbilical uniendo aún a madre y a hija.
Los nervios de Rafael, que, con 36 años, además de ser director del centro escolar en el que trabaja es primer teniente de alcalde del Ayuntamiento riosecano, le hicieron bajar a la calle para ver si venía la ambulancia y los sanitarios, que a su llegada cortaron el cordón umbilical y, tras esperar a que Sara expulsara la placenta, trasladar a madre y recién nacido al hospital Río Hortega, donde tres días después recibían el alta. Ahora, con la mirada puesta en aquellos momentos, reconocen los riesgos vividos ante posibles complicaciones, aunque saben que han vivido una experiencia única y singular.
Rafael destaca «el gran valor de Sara de dar a luz sin ayuda», y recuerda que «lo único que quería era que el bebé naciera»; por eso, cuando oyó su manto y vio a su hija sobre el pecho de su esposa se sintió feliz. También indica que su hija «quiso ser cien por cien riosecana, y así aparecerá en su DNI para toda la vida, con una historia muy bonita detrás». Por su parte, Sara, natural de la localidad palentina de Guardo, no duda en señalar que es «la experiencia más increíble del mundo», que «sabiendo que al final no va a pasar nada, tener una niña en casa es algo único». Entre bromas afirma que «una norteña empujó fuerte en Tierra de Campos», para asegurar que «me sorprendí de la paz y la tranquilidad que tuvimos los dos».
Los abuelos paternos, Andrés y Marisol, y los maternos, Carlos y Conchi, ya han conocido a Vera, que abre la lista de nietos, de ahí su gran alegría, que hoy también tendrá en Guardó su bisabuela Gelines, de 81 años, al observar de cerca a su primera bisnieta. Lo cierto es que, atendiendo a la etimología de su nombre, Vera ya tiene una verdadera historia para contar a hijos y nietos.
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