Tenía el Ayuntamiento de La Mudarra –157 empadronados en 2020, según el INE– «ahorrillos» gracias a los parques eólicos enclavados en su término municipal. «Había que hacer un gasto importante de dinero», dice su alcalde, Víctor González, y se les ocurrió que «lo ... mejor» era dotar de nuevos servicios a este pequeño municipio de los Montes Torozos.
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Tenían claro desde el primer momento qué es lo que querían hacer: un velatorio para que sus vecinos no tuvieran que desplazarse a otros pueblos cada vez que falleciera algún familiar o amigo. Dicho y hecho. Les costó «mucho» dinero, pero se 'ahorraron' el coste de adquirir el edificio, pues se decantaron por uno de propiedad municipal. «Era un edificio hecho. En las antiguas escuelas había tres partes y utilizamos una; las otras dos están cerradas, pero disponibles por si algún día se le quiere dar algún uso», sostiene.
El primer requisito para utilizar el servicio, puesto en marcha hace «tres o cuatro años», es ser mudarreño o tener familiares que residan allí. «No es para forasteros, simplemente para el pueblo», sentencia el regidor, quien también precisa que «es una cosa que no teníamos y como nos vino un dinero extra con los milinos, decidimos hacer un velatorio para nuestros vecinos». No obstante, González asegura que «si a un hijo de La Mudarra se le muere su padre y quiere traerle, aunque no viva aquí, sí le dejamos». Además, utilizar las instalaciones no implica ningún coste en concepto de alquiler. «Oficialmente no cobramos nada y tampoco aceptamos la voluntad, es una gracia para el pueblo. Lo único que se paga en este caso es la funeraria, que ya es la que cada familia quiera traer», apunta.
Sin embargo, hasta el momento «muy poca gente» lo ha utilizado. El motivo –considera– radica en que «la mayoría tiene seguro». «Pensaba que iban a venir más personas, pero he preguntado y resulta que el personal tiene contratado un seguro y lo hacen donde les cuadra», añade. Pese a ello, confirma que «no lo vamos a quitar». Es el de La Mudarra un velatorio «para quitarse el sombrero». «De capricho», como se refiere González, que considera que «no hay nada igual en el entorno». «Tiene 80 metros cuadrados, hay bancos, un porche para el que quiera fumar o estar al aire libre...».
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