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Veinte meses para expulsar a unos okupas en Ventosa de la Cuesta: «Me han destrozado la casa»Sin puertas, ni armarios en la cocina, sin electrodomésticos, sin muebles del baño y con la casa repleta de humedades y colillas de cigarros. Así le han dejado a Andrés Fernández su casa en Ventosa de la Cuesta, un municipio a poco menos de veinte ... kilómetros de Medina del Campo. Un matrimonio de setenta años, junto a un hijo de unos cincuenta años, llevaban veinte meses de okupas sin pagar el alquiler. El lunes, tras contratar una empresa de desocupación, la vivienda quedó vacía y este propietario pudo cambiar la cerradura y comprobar in situ el estado en el que ha quedado.
En 2022, la pareja de inquilinos se interesó en comprar el domicilio, tras haber perdido el suyo en otro municipio cercano. Al no poder poner a su nombre el inmueble, uno de sus hijos les comentó de ponerlo a nombre de su jefe. Andrés y su mujer, Paloma, aceptaron el trato. Firmaron un contrato de arras y los compradores dieron 3.000 euros como señal. Lo que nadie se imaginaba es que ese acuerdo iba a ocasionarles un daño tan importante e iban a destruir, por completo, el interior de su vivienda. «Me han destrozado la casa, se han llevado todo lo que han querido», expresa el dueño, que este martes ha podido entrar por primera vez en su vivienda tras veinte meses de okupación: «Han tirado tabiques, tapiado puertas, desvalijado la cocina y el baño, vendido multitud de muebles y llenado todas las paredes y techos de innumerables humedades».
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La residencia disponía también de una cochera y una cocina exterior. Pero tras varios intentos por quedárselos - pues debían segregarlo, pero la Diputación de Valladolid lo denegó - Andrés estaba dispuesto a vendérselo también. Tras bastante tiempo de trámites, «y diciendo que habían conseguido el préstamo», les propusieron un contrato de alquiler con opción a compra. Pero a dos meses de firmarlo, el matrimonio y su hijo dejaron de pagar. «Nos han estado toreando casi dos años», afirma Fernández.
«Hemos tragado un poco con la situación porque veíamos que querían comprar la casa. Pero luego hemos visto que nos han dado largas y han estado jugando con nosotros y con nuestro abogado», explica Fernández.
Después de estar varios meses desesperados, el 2 de noviembre de 2023, este matrimonio denunció en los juzgados lo ocurrido y se celebró una vista. «El jefe llegó tarde para no declarar, se han reído de nosotros a la cara y nos han querido hacer chanchullos», menciona el propietario.
Durante estos veinte meses, Andrés Fernández y su mujer han vivido un tremendo «calvario». La comunicación con los okupas era nula y cuando se referían a ellos «se ponían como unos fieras», asegura el dueño. «Quiero que esto se solucione no por mí, ni por el dinero, sino porque no quiero que le vuelva a pasar a la gente lo que me ha ocurrido a mí», expresa. Con el paso del tiempo, la pareja ha visto cómo su anterior vivienda se iba deteriorando con el tiempo. Un domicilio recién reformado hace cinco años, y en el que formaron una familia antes de trasladarse a Medina del Campo. «Se te cae el alma en pedazos al ver lo que han hecho», lamenta.
Pero después de pensarlo mucho, y tras una experiencia cercana de una vecina, decidieron contratar a una empresa de desocupación para que echara a los inquilinos. Un desalojo que asegura haber sido «un poco complicado» por el comportamiento del matrimonio y de su hijo. «Sabíamos que tarde o temprano les iban a echar. Han tardado un poco más, pero no nos ha importado porque lo que queríamos era recuperar la casa y descansar de esta situación», menciona Fernández.
No solo les han causado un daño material, sino también emocional. «No disponemos de dinero, vivimos de un sueldo y que estés pasando por esta situación con dos hijos pequeños, pues no es agradable», detalla.
Hace ya unos meses, el propietario se acercó hasta la casa para entregarles los recibos del agua, y pudo comprobar el estado en el que se encontraba. «Los destrozos que han hecho a mayores antes no estaban. Lo han hecho por venganza esta semana cuando sabían que se iban a ir», declara.
Por el momento, y después de esta mala experiencia, Andrés Fernández y su esposa no se arriesgan a alquilar de nuevo el domicilio de Ventosa de la Cuesta. Han instalado una cámara de seguridad para evitar una nueva ocupación y la mantendrán cerrada al no poder hacer frente a los gastos del acondicionamiento. «Estamos pagando muchas cosas y de momento no podemos. Más adelante la intentaremos arreglar un poco, pero cuando dispongamos de dinero», expresa el propietario.
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