Secciones
Servicios
Destacamos
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, lejos de frenarse, el problema del desierto demográfico en Valladolid, se sigue acentuando. Los efectos de la covid se han dejado notar y hay dos pueblos que, si bien no son de los que más población han perdido, han bajado del límite temido de los 100 habitantes. Son Vega de Valdetronco, que ha pasado de 118 vecinos a 98 y Bahabón, que tenía 103 censados y ahora tiene 98. A ellos también hay que añadir Matilla de los Caños, que tampoco llega ya a los tres dígitos.
Los vecinos de estas localidades ven con tristeza cómo el padrón ha pasado a estar en números rojos. Sin embargo, ellos se aferran a la idea romántica de vivir en su pueblo porque «es donde mejor se está».
Hace 28 años que Lourdes Gómez se encarga de la gestión municipal de Vega, pueblo enclavado en el valle de Hornija. Doce como concejal y 16 como alcaldesa. Recuerda que no hace tanto, eran 185 vecinos, mientras que ahora no llegan al centenar. «Este año han fallecido 7 vecinos y los 11 miembros de una familia de origen rumano, que trabajaban aquí, se han trasladado. Los servicios que teníamos, los seguimos manteniendo y no hemos notado cambio», asegura la regidora, que se esfuerza por programar actividades que mantengan a los vecinos entretenidos, sobre todo en los meses más duros del invierno. «Tenemos aulas de cultura y participamos en un taller de memoria», añade.
Dos días por semana acude un médico del centro de salud de Mota del Marqués, y otros dos, también hay servicio de enfermería y farmacia. Cuando cerró el bar, el ayuntamiento se preocupó de rehabilitar los antiguos lavaderos y reconvertirlos en bar donde poder echar la partida.
La alcaldesa piensa que el quid para mantener la población es la oferta laboral. «Apenas hay trabajo y la gente se va. Los que se han quedado, en su mayoría son agricultores. Contamos con dos gasolineras y una fábrica de piensos que dan trabajo a gente de la comarca. Pero los jóvenes no tienen más alicientes». La buena comunicación sería otro aliciente para apostar por este pueblo.
Jesús García es el panadero de Gallegos de Hornija. Hace pocas paradas en las calles de Vega. «Cada vez menos, porque hay menos gente. Es la tónica general», dice mientras entrega una barra a un vecino por la ventana.
Es difícil superar el apego de la pareja que forman Eugenio Negro y su mujer, Raquel Molina. «Nací aquí y aquí me acabo de jubilar hace apenas un mes y no lo cambio por nada del mundo, porque esto es la gloria. Me da pena que mi pueblo vaya a menos y pierda población, pero ¿qué le vamos a hacer? Muchos me dicen que por qué sigo viviendo aquí, y yo lo tengo muy claro. Porque aquí soy feliz. La ciudad no es para mi», sentencia.
Su mujer, Raquel Molina también lo tiene claro. Ella es de Tordesillas, pero lleva 37 años viviendo en este municipio, al pie de la A6. «Siempre ha sido un pueblo pequeño, pero antes tenía mucha más vida. Había colegio y el coche de línea pasaba varias veces por semana. Ahora las calles están vacías y las pocas veces que pasa el coche de línea, apenas lleva pasajeros», dice esta vecina que, a pesar de todos estos inconvenientes, vive tranquila y feliz en Vega de Valdetronco.
A sus 32 años, Rubén Sandoval es uno de los más jóvenes. En estas calles jugó y creció, hasta que se fue al instituto y se trasladó con su familia a Tordesillas. Cuando tuvo independencia económica, regresó a su pueblo natal en busca de tranquilidad. «Menos banco, tenemos todos los servicios y a la puerta de casa. Aquí viene el panadero, el frutero, el pescadero… y si necesitamos una compra más grande, tenemos Tordesillas a 10 minutos. No cambiaría Vega de Valdetronco por una ciudad», dice este joven, que lo único que echa de menos es que haya más juventud. De su edad sólo son tres.
A 1 de enero de 2021, el padrón de Bahabón en el valle de Valcorba también cayó por debajo de los cien (98), algo que sucede por primera vez desde que se hay datos. Sin embargo las cifras del alcalde, Manuel Javier Ramírez, son netamente superiores en estos últimos días del año. «No bajamos de los 100 habitantes. El padrón que tengo es de 120, estamos en lo mismo, han fallecido unas cuantas personas, pero también se han empadronado nuevas. Estamos más o menos igual», recalca el regidor.
El padrón que computa para la financiación municipal, para ayudas y subvenciones y para la prestación de servicios, es el del INE de hace un año. Económicamente el descenso poblacional apenas supone unos pocos cientos de euros menos. «Lo que me preocupa -destaca el alcalde- es el médico, pues con más de cien habitantes viene dos días a la semana, mientras que con menos solo viene un día»
La vida económica la marca la agricultura, aunque cuentan también con una empresa de abonos y almacenamiento de cereal. Hay varias granjas de pollos y una de cerdos, aunque apenas generan empleo. Y varios agricultores residen en Valladolid. El alcalde coincide con su colega de Vega de Valdetronco y considera que el freno a la despoblación solo lo propicia la creación de empleo.
Mientras la población autóctona se marcha, la villa atrae a personas sin vínculos y procedentes de Madrid, caso del propio regidor y de otros matrimonios, como el formado por Dolores Ramírez y Miguel Ángel Gil, que llevan 20 años con casa propia y a la que acuden con frecuencia.
Dolores es andaluza y Miguel Ángel madrileño, y conocieron el pueblo por un amigo. Les gustó y se han hecho hueco. El matrimonio explica que «vinimos aquí porque nos gusta el sitio, el valle, la tranquilidad que hay y con la que desconectar del bullicio de Madrid». El gran inconveniente es la falta fibra óptica. Solo están pendientes de un hilo, literalmente. Falta la conexión a las viviendas. Los vecinos creen que contribuiría a asentar población.
Pero los hijos del pueblo que se marcharon y sus hijos y nietos continúan retornando y manteniendo sus casas conservadas. En verano la población casi se quintuplica. Bahabón es un ejemplo más de supervivencia gracias a los lazos que no quieren deshacer quienes allí nacieron y los nuevos que estrechan aquellos que allí han encontrado su sitio.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.