«Malestar» entre los vecinos de Villavicencio por la actitud del patronato

Por las calles del pueblo, un gato se dirige hacia una acera en la que un vecino le había dejado algo para comer. El municipio está desierto. Apenas unos instantes después aparece una furgoneta blanca de la que se apearon dos hombres vestidos con monos de trabajo y las manos desgastadas de la labor. Asterio y Baltasar Rubio Domínguez son hermanos y residentes en el pueblo «de toda la vida». Ante la noticia que «corre como la pólvora» entre los vecinos, ambos cambian el gesto y muestran su malestar y desacuerdo. «El alcalde no es más que nadie aquí para ponerse la vacuna y dejar a gente más mayor y con problemas sin ponérsela. Se ha saltado la cola porque le ha dado la gana», señalaba uno de los hermanos Rubio, notablemente molesto. «Aquí viven personas que son mucho más mayores y tienen riesgo si cogen el virus y a los que todavía no les ha llegado el turno de la vacuna, como nuestro hermano mayor.Es una injusticia que lleguen estos y se la pongan antes que nadie», aseguraban casi al mismo tiempo.

Un par de calles más hacia el centro se encuentra la Plaza Mayor y, en ella, la Casa Consistorial. En su interior, el secretario municipal, Javier González, defiende que «el tema de la vacunación no tiene que ver con que sean miembros del Ayuntamiento, es porque pertenecen al patronato de la residencia de mayores que tenemos aquí en el pueblo y está dentro de lo que podían hacer». Con el abrigo puesto porque «estaba a punto de salir para hacer gestiones en otros pueblos», señala que «aquí nadie se ha puesto vacunas que hayan sobrado; se pusieron las que se habían pedido y que alguien de arriba lo había autorizado porque, de no ser así, no habrían llegado esas dosis». Además, justificaba los pinchazos apuntando que «no han quitado a nadie de vacunarse, simplemente lo han hecho porque la labor que realizan en la residencia requiere que estén inmunizados contra la enfermedad para no contagiar a los ancianos con los que mantienen un contacto frecuente».

De los 233 habitantes que tiene Villavicencio de los Caballeros, ninguno se encontraba ayer por la mañana alrededor de la residencia de ancianos y su personal se negaba a hacer declaraciones acerca de la polémica. Doblando la calle y enfundado en su mascarilla paseaba «como cada mañana» Evaristo Rodríguez Lobo.Este vecino de la localidad se mostraba «muy enfadado» por la actitud del equipo de gobierno y de «algún que otro más». A su parecer, «lo que tienen que hacer los políticos es dar ejemplo y confianza a la ciudadanía, pero parece que están empeñados en todo lo contrario. En un pueblo tan pequeño como éste es una vergüenza que se vacunen los que mandan y no otras personas mayores como yo, que tengo 80 años y cáncer de colon». Su desacuerdo con la situación era evidente. «No importa del partido que sean, lo que tienen que hacer es dejar de mirar por su interés y pensar en todos porque así esto no se va a terminar nunca».

La residencia de mayores Santo Domingo y Santa Eloísa de Villavicencio tiene 58 plazas tras la ampliación acometida en el año 2018. Ayer, ninguno de sus responsables atendía tras una puerta que permanecía cerrada para los medios.