Vecinos de la localidad vallisoletana de Renedo se movilizan contra el cierre de la guardería

La lluvia no impidió que cerca de 120 vecinos de Renedo de Esgueva salieran este sábado a la calle para clamar contra el cierre de la guardería municipal Los Duendes, en activo desde hace 16 años y cuyo cese entrará en vigor a partir del próximo curso escolar. Pese a que la decisión por parte del Ayuntamiento ya está tomada y fue comunicada hace unas semanas, los vecinos quieren seguir luchando ante una situación que consideran injusta y perjudicial para el pueblo. Así lo evidenciaron durante la lectura de un manifiesto, en el que anticiparon su intención de «venir cada sábado a las seis de la tarde hasta que la corporación municipal rectifique su decisión y anule el cierre de Los Duendes».

El ruido de los silbatos y las carracas inundó los 400 metros que separan la citada guardería del consistorio, lugar donde desembocó la manifestación y en la que los vecinos expresaron su indignación ante lo que consideran «un paso atrás para Renedo, porque recortan en servicios esenciales haciendo que no se fije población», tal y como coincidieron algunos asistentes. Por su parte, el Ayuntamiento se mantiene en la misma línea y justifica que «se trata de gestionar y reorganizar mejor los recursos en base a las necesidades reales». «Si hubiese una necesidad poblacional no hubiéramos tomado esta decisión. No estamos dejando al pueblo sin guardería, porque está la escuela infantil La Ranita –ubicada en la urbanización Casasola– en la que hay plazas disponibles», apuntaron fuentes municipales.

Es precisamente la ubicación uno de los principales puntos de conflicto, pues las familias se quejan de la distancia que tendrán que recorrer ahora (unos tres kilómetros) para llevar o recoger a los niños y la problemática que esto puede suponer para algunos usuarios. «En su día se gastó mucho dinero al construir La Ranita y han apostado por ese centro desde el principio dejando al nuestro a su suerte, pero seguiremos luchando», lamentó Carmen Blázquez, una de las dos trabajadoras de Los Duendes. «Cuando vine a vivir aquí en 2003 no llegábamos a mil vecinos y la guardería estaba abierta, y ahora que somos casi 4.000 esta decisión no hay por dónde cogerla», criticó Roberto Ortega, el vecino encargado de leer el manifiesto.