Valladolid
Un vecino de Villamarciel recrea a escala monumentos de la provinciaSecciones
Servicios
Destacamos
Valladolid
Un vecino de Villamarciel recrea a escala monumentos de la provinciaNatural de Arroyo de la Encomienda, pero «criado en Villamarciel desde jovencito», localidad de la que es vecino, Julio San Juan Alonso acaba de exponer en esta última localidad su colección de edificios monumentales, a escala, de la provincia de Valladolid. En su colección, obrada ... con sus propias manos, también hay algún monumento de fuera de la provincia vallisoletana, pero la mayoría pertenecen a su territorio, cerca de una treintena de obras, veintiséis en concreto.
Tras jubilarse y después de «haber tenido muchas profesiones, la última; «pescadero en Valladolid», nace su afición por la recreación a pequeño tamaño de inmuebles históricos, explica Julio. Su hija fue quien le despertó la inquietud «cuando me regaló una maqueta del castillo de Fuensaldaña para que me entretuviera». Y, vaya si se ha entretenido desde entonces, pues en la actualidad, con 79 años, las horas empleadas en recrear piedra a piedra, teja a teja diferentes inmuebles vallisoletanos, suman miles.
Apenas «tres o cuatro maquetas más -después del castillo de Fuensaldaña-, de esas que vienen en cajas, la primera que hice por mi cuenta fue la iglesia de Arroyo, porque es mi pueblo, y la última la de San Antolín, en Tordesillas».
`Hacer por su cuenta´ significa acudir al lugar del edificio que quiere recrear y tomar medidas metro en mano, ayudado por su esposa, y, en algunas ocasiones, con el asesoramiento de su yerno «cuando tengo alguna duda». La toma de medidas in situ, combinadas con las fotografías que realiza del monumento le ayudan a calcular la escala de forma más precisa para que el resultado final sea el adecuado y no se desvirtúe el original.
Los principales materiales que emplea son piedras y tejas que fabrican en Tarrasa, elementos de construcción específicos para este tipo de recreaciones, que luego hay que trabajar, limar y dar la pátina del tiempo para conseguir un mayor efecto realista, y ahí es donde entra la pericia de Julio, que tiene sus «mañas» para conseguir los resultados deseados, como el citado envejecimiento de los materiales o el acabado que requieran. Es un trabajo de albañil en toda regla. Esto no va de montar piezas hechas a medida siguiendo la pauta de unas instrucciones de fábrica. No, esto va de otra cosa bastante distinta. Para esta tarea, con unas cotas previamente obtenidas -como se ha explicado-, hay que preparar, ajustar y colocar los materiales constructivos, realizando también puertas, ventanas, vidrieras y todo aquello que requiera la recreación. En este caso, la madera y el cartón, y la pintura pertinente, son los materiales empleados habitualmente para dar forma a esos elementos.
De los que ha dado forma, los edificios que considera más especiales son la iglesia de La Antigua de Valladolid, la iglesia de Arroyo y el Archivo de Simancas. La primera «porque he estado trabajando 30 años en una pescadería que estaba al lado»; la segunda «porque soy de Arroyo»; y la tercera «porque al ser de Arroyo me tira Simancas, claro». Asimismo, el primero, el templo de La Antigua, ostenta el récord de tiempo empleado por Julio, quien, estima, que para colocar las 12.000 piedras que tiene habrá dedicado en torno a mil horas.
Acaba de exponer en Villamarciel, durante las fiestas patronales, y ahora sopesa el ofrecimiento de Tordesillas para mostrar su trabajo -con motivo de unas jornadas internacionales que se celebran en verano-. Le encanta poder enseñar sus piezas, «que la gente las vea y las disfrute», pero, de momento, regresan a la habitación que, de forma exclusiva, utiliza en su casa para su conservación, pues esto es lo que más le preocupa de las exposiciones: el deterioro que puedan sufrir en los traslados, montajes y desmontajes.
También de Tordesillas tiene la petición para que recree las Casas del Tratado, aunque de momento no tiene decidido cual será su próxima maqueta. Lo que sí parece tener más decidido es volver a ponerse manos a la obra el próximo invierno, en la cocina, `taller´ que comparte con su mujer, pues ella borda trajes regionales.
«Para el verano tengo la huerta y en el invierno me encierro en la cocina de mi casa y allí me pongo, encima de la mesa, y voy haciendo. Ella se pone con sus trajes y yo con mis maquetas y así pasamos las horas del invierno, porque el invierno es muy duro en un pueblo pequeño».
Invierno muy duro pero a la vez muy provechoso para Julio, quien, piedra a piedra y hora tras hora, deshoja el calendario mientras obra sus pequeñas joyas realizando un gran y admirado trabajo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.