El vaquero que cuidó de Lucía

La pandemia acabó con su vida, pero también ha privado este jueves a los suyos de darle el último adiós a «una persona maravillosa», como algunos le definían, con un funeral a la altura de lo que merecía. Las medidas de seguridad decretadas por el Gobierno para frenar el contagio del Covid-19 en España permitieron únicamente una despedida y la inhumación en el cementerio de Villagarcía de Campos, localidad de la que procedía, de los restos mortales de Jesús Viñas Juárez, el hombre de 91 años que el pasado miércoles se convirtió en la segunda víctima mortal del coronavirus en Valladolid.

Se le despidió en su pueblo, aunque Jesús llevaba muchos años residiendo en Valladolid junto a su única hija, María Jesús. En concreto, en la calle Gabriel y Galán, desde donde paseaba frecuentemente hasta la frutería que Fernando mantiene abierta desde 1997 en la Pilarica. Jesús visitaba a menudo a Fernando, el niño al que enseñó a andar en Villagarcía de Campos cuando la familia de este último se trasladó al pueblo por destino de su padre, que era veterinario y que fraguó una gran amistad con Jesús, vaquero en explotaciones que había en el municipio.

Cuando se jubiló, Jesús se encargó de cuidar a su mujer, Lucía (aunque la llamaban Lucia, sin acento), quien, según comentaba este jueves una vecina de la calle Juan de Austria de Villagarcía de Campos, «andaba delicada del corazón». «Atendía a Lucía, y se defendía bien con la casa», señalaba la vecina, que incidía en que Jesús, tras morir su mujer, residió todavía un tiempo en Villagarcía de Campos antes de mudarse a Valladolid con su hija. Sus dos nietas, Jezabel y Alexia, y su biznieta Martina, eran la alegría de Jesús, que aun estando en Valladolid, regresaba alguna temporada a su casa en el pueblo.

«La última vez que le vi fue hace dos años, que estuvo una temporada solo en la casa, que la había arreglado. Le vi pasados Los Santos y le dije que creía que se había ido ya, pero me comentó que hacía bueno y que se encontraba bien, así que se quedó hasta que en Navidades se volvió con la hija», agregaba la vecina de la calle Juan de Austria.

«Era una persona reservada. De cabeza andaba bien, aunque le había dado ya un achuchón. La última vez que le vi fue en verano, que estuvo quince días. Estaba con los vecinos en un banco», comentaba por su parte el alcalde de Villagarcía de Campos, César Herrero, que señalaba que en el pueblo queda aún algún familiar de la mujer de Jesús.