Por las calles de treinta municipios de Valladolid no se ven niños correteando detrás de un balón ni compartiendo columpio en parques infantiles cada vez más oxidados. Tampoco se empujan carritos –ni siquiera de la compra, pues los vendedores ambulantes dejaron de ir precisamente por ... la escasez de clientela–. Porque hay treinta núcleos rurales que no tienen ni un solo niño de hasta nueve años empadronado.
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Una realidad, la de la sangría demográfica, que aprieta con fuerza al medio rural vallisoletano. Según los datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), a 1 de enero de 2022 casi una de cada cuatro localidades no contaba con ningún menor de cuatro años en su padrón. No hay ni rastro de recién nacidos ni de bebés en un total de 52 pueblos.
Uno de estos 'afectados' es Canillas de Esgueva (69 empadronados en 2022, según las estadísticas oficiales). Su alcalde, Santiago Bermejo, tiene que hacer memoria para recordar cuándo fue la última vez que entre su censo figuró un menor de cuatro años. El INE dice que fue en 2005. En la actualidad no hay ninguno. De hecho, hay que escalar hasta la franja de entre 20 y 24 años para encontrar los primeros 'inscritos' en Canillas: hay tres. «Aquí la vida es muy tranquila, alguno joven hay pero la mayoría son mayores; la realidad de la mayoría de los pueblos es así», suelta a bocajarro el regidor. Los datos avalan el planteamiento de Bermejo: el 61% de sus empadronados tiene más de 60 años, y veinte de sus vecinos son mayores de 75 años.
No obstante, allí dice, se sienten relativamente afortunados. Porque «hay internet» y disponen de los servicios mínimos para afrontar el día a día. Además, a 22 kilómetros está Peñafiel, cabecera de la comarca. «Internet no falta y servicios tenemos», incide.
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Pero Canillas no una excepción en lo que al mapa demográfico se refiere. Porque la escasa -o nula- presencia de infantes es el pan de cada día en la provincia vallisoletana. Encontrar un menor de edad se antojaba a principios de 2022, al menos a efectos oficiales, misión imposible en nueve municipios. Así se refleja en las estadísticas del INE, donde también se desgrana que hay un total de 120 localidades -nada menos que el 53%, más de la mitad- que solo tienen entre sus empadronados a diez o menos vecinos de hasta 14 años.
No se libra ninguna comarca de Valladolid. La provincia se queda sin niños al mismo ritmo que envejece lentamente. Los datos del INE son claros: el medio rural está cada vez más vacío de menores de edad. De hecho, el año pasado había 9.669 niños de hasta nueve años menos que hace una década. Mientras en 2022 había 39.335 empadronados de hasta nueve años, en 2013 esa cifra escalaba hasta los 49.009, siempre según las citadas estadísticas. En enero del pasado año había, además, 1.559 censados en esta franja de edad menos que respecto a 2021.
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Hay en zonas de Valladolid donde, desde hace años, no queda casi nadie. Ni mayores ni pequeños. Pero ese hándicap de la despoblación se convirtó en una ventaja inesperada en tiempos de pandemia. La preferencia por espacios al aire libre, por el campo, alejados de las masificaciones de la ciudad ha empujado a nuevos vecinos al mundo rural y les ha permitido, por ejemplo, sumar niños a censos que hacía años que estaban estancados.
Uno de esos pueblos es Cervillego de la Cruz -91 empadronados el año pasado-. En la actualidad únicamente hay un menor de nueve años en el registro oficial, situación que no se daba desde 2017 (entonces había uno también). El único vínculo que sus padres, que se censaron el año pasado, tienen con el pueblo es que la pareja de unos amigos procede de allí.
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«En su caso es segunda residencia, son personas que han llegado de fuera, algo que ahora mismo se está repitiendo mucho; se están haciendo bastantes viviendas de gente principalmente de Madrid que a raíz de la pandemia decidieron hacerse aquí una casa», subraya el alcalde, Luis Mariano Gutiérrez, quien resalta que de no ser por ese niño «la natalidad es de cero».
Este empadronamiento arroja, además, un halo de luz a la situación que vive Cervillego: 56 de sus 91 empadronados son mayores de 60 años. «La mayoría es gente mayor, imagínate, de sesenta para arriba», cuenta el regidor, quien sostiene que en el caso de los servicios «están un poco cubiertos». «Tenemos lo típico, lo normal de un pueblo. Diariamente hay tres panaderos, que es curioso, cada quince días viene un carnicero, ahora contamos con el cajero móvil que ha puesto la Diputación...», sentencia.
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