En Valdunquillo quedan restos de casas blasonadas, dos iglesias y un convento, del cual en la actualidad permanece intacta la Iglesia de San Pedro. Además, existe un marquesado que lleva el nombre del pueblo, que ostenta el Duque de Alba. Todo ello nos indica un pasado histórico de esplendor; gloria que solo ha quedado reflejada en la mayoría de los casos en edificaciones rimbombantes, construcciones aprovechadas como reclamo turístico, que hacen acercarse a nuestros pueblos a visitantes de otras latitudes.
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Sin embargo, yo desearía hablar de la historia de sus pobladores: habitantes que a lo largo de los años han ido abandonando estas tierras en busca de futuro y oportunidades para sus hijos, emigrantes que a principio del siglo XX tomaban camino de América y en la segunda mitad del mismo siglo a los focos de empleo, tanto nacionales como extranjeros, que suponían una oportunidad de futuro.
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Conocer la historia para no repetirla debería ser una premisa para todos nosotros; esa historia que en la actualidad nos describe un pueblo desangrado poblacionalmente, historia de esfuerzos, sacrificio, emigración, que nos ha llevado a Tierra de Campos al abandono y la despoblación. No obstante, desde las pequeñas administraciones locales se atisba una esperanza peleando día a día por volver a llenar nuestras casas vacías.
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