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Isabel Delgado, ganadera de Torre de Esgueva, intenta hacer una llamada de teléfono desde una era a las afueras del pueblo. Rodrigo Jiménez

Los 120 vecinos de Valdearcos y Torre de Esgueva, los únicos de Valladolid sin cobertura

Sus residentes dicen sentirse «muy abandonados»

Eva Esteban

Valladolid

Domingo, 14 de febrero 2021, 07:58

Cada vez que Isabel Delgado quiere hacer una llamada tiene que caminar hasta una era situada a las afueras de Torre de Esgueva. También subirse encima de una pequeña piedra para «pillar alguna línea». «Parece que cuanto más arriba estés, mejor», justifica esta ganadera, al tiempo que intenta –en vano– contactar con un conocido. Este mismo 'ritual' deben seguir sus vecinos en caso de querer comunicarse por teléfono móvil. Porque allí, en este pequeño municipio vallisoletano enclavado en la comarca Páramos del Esgueva, la conexión telefónica es inexistente. Cero. Encontrar una sola línea de cobertura se antoja misión imposible en prácticamente cualquier esquina. Lo llevan denunciando desde hace décadas, pero ahora un estudio de la Diputación de Valladolid les ha dado la razón: Tanto Torre de Esgueva como Valdearcos de la Vega –a unos 25 kilómetros de distancia– carecen por completo de cualquier tipo de cobertura, ya sea 2G, 3G o 4G. Son, por tanto, los dos únicos pueblos de la provincia en los que ningún operador cubre el servicio. Que están desconectados. Apagados o fuera de cobertura.

Una «lamentable» realidad que les hace sentirse «muy abandonados» por las administraciones. No alcanzan a entender por qué «nadie hace nada». Por qué, en pleno siglo XXI, se les deja «vendidos» de esta manera, como coinciden varios residentes en estas zonas. Entre ambas localidades engloban 120 empadronados, según se desprende de las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística. Y creen, del mismo modo, que «esto» –como se refieren al hecho de no tener cobertura y sufrir el Internet a pedales– no se permitiría en un pueblo más grande o en una ciudad.

«No podemos hacer ni una triste llamada», lamenta Delgado, mientras alimenta a los animales de la explotación que regenta junto a su marido. Ahora, solo les queda resignarse y aceptar que la situación no mejorará. «No hay mucho que hacer con la cobertura; es muy difícil y complicado comunicarse, y más si se tiene un negocio como el nuestro», sostiene, al tiempo que añade que «recuerdo que siempre ha sido así, no ha habido un momento que dijeras: 'Oye, pues parece que va mejor' Es triste, pero no».

El mugido de sus vacas camufla el silencio que, desde hace demasiado tiempo, prevalece en Torre. Porque allí, como en otros tantos pueblos vallisoletanos, no queda casi nadie. Resisten los de siempre, los que se resignaron a abandonar la tierra que les vio nacer. Existen y quieren seguir vivos, pero no pueden hacerlo solos. Para ello necesitan servicios tan básicos como la cobertura móvil. «¿Cómo se va a venir la gente a vivir a estos sitios si no tienes ningún tipo de cobertura? Así, evidentemente cada vez habrá menos gente viviendo en los pueblos y la gente se tiene que marchar», critica esta vecina, mientras resalta además la «mala comunicación para viajar a Valladolid» y las «pocas facilidades» para poder quedarse a diario en el medio rural.

Tienen que «buscarse la vida»

Por la calle Real, la única que desprende a diario algo de vida, baja, con paso firme, Alejandro López. Son las diez y media de la mañana y está dando su paseo rutinario. «Es lo único que se puede hacer aquí, si estamos cuatro gatos y la situación tampoco ayuda a que venga más gente», reconoce. Cuenta que, aunque él se apaña «mejor» con el teléfono fijo, si alguna vez tiene que usar el móvil, tiene que bajar hasta la parte baja del pueblo. «Las casas de abajo sí que tienen un poco, donde peor estamos es en el casco urbano del pueblo», subraya, mientras hace hincapié en el «compromiso» que supone para quienes allí veranean el hecho de carecer de conexión telefónica. «Cuando llega el verano se quejan mucho porque no tienen cobertura... Y es que si pasa o necesitan algo es un problema. Todos los que vivimos aquí normalmente tenemos fijo, pero los que vienen de fuera y tienen móvil tienen que buscarse la vida», continúa López, teniente de alcalde.

Barriendo el porche de su casa, junto al ayuntamiento, está Mari Cruz Villafáñez. Afirma que ahora, «con todo esto del virus», se está mejor en el pueblo que en la capital, pero también admite que «no puedes hacer nada». «No tenemos nada de nada. No puedes utilizar el móvil, atrás tenemos un poquito, rebuscando entre montañas, pero si encuentras una raya de cobertura tienes que darte por satisfecho, pero la mayoría de las veces es imposible. Basta que tengas una necesidad de llamar o que te llame alguien para que ese día no haya», apostilla.

Los vecinos de Torre de Esgueva y Valdearcos son los únicos de Valladolid que no tienen ningún tipo de cobertura. Rodrigo Jiménez
Imagen principal - Los vecinos de Torre de Esgueva y Valdearcos son los únicos de Valladolid que no tienen ningún tipo de cobertura.
Imagen secundaria 1 - Los vecinos de Torre de Esgueva y Valdearcos son los únicos de Valladolid que no tienen ningún tipo de cobertura.
Imagen secundaria 2 - Los vecinos de Torre de Esgueva y Valdearcos son los únicos de Valladolid que no tienen ningún tipo de cobertura.

El primer estado de alarma les pilló en Torre. Guardaron un estricto confinamiento domiciliario para protegerse de la covid-19, pero también les aisló del resto del mundo. «Lo pasamos mal, sin el entretenimiento que puedes tener con un móvil o un ordenador», apunta. Ya en verano, optó por poner conexión WiFi. «Es la única manera que tenemos para poder mirar algo; los 'whatsapp' tardan muchísimo en enviarse y en volver. Estamos muy abandonados, pero la gente está muy concienciada de que nunca ha habido nada, y como son todos mayores, se manejan bien. Tienen su fijo y se manejan bien, pero no podemos estar así», concluye Mari Cruz Villafáñez.

Donde también se vive una realidad similar es en Valdearcos de la Vega, situado en la comarca Campo de Peñafiel. Hay ocasiones en las que, coinciden quienes dan vida cada día a sus calles y casas, no funciona ni el teléfono fijo. «Hay veces que estamos hasta dos o tres días sin teléfono. Con el móvil, igual los de la zona baja tienen, pero si quiero llamar, tengo que subir al páramo o aprovecho algún viaje a Peñafiel para hacer llamadas», indica Javier Medina, un vecino que vive con su madre en la Plaza Mayor. Pero no es lo único que funciona a pedales. Hace unos años intentó poner Internet, pero «iba muy lento y muy mal» y al final desistió.

«Dar guerra y luchar»

Anselmo Aparicio tiene 74 años y reside junto a la carretera principal. Revela que, cuando era joven, tuvo la oportunidad de emigrar a la ciudad, pero decidió quedarse en Valdearcos porque «si todos hacemos lo mismo, al final los pueblos se quedan vacíos». Desde entonces no ha dejado de «luchar» por mejorar la calidad de vida y los servicios de la localidad. «Mira que luchamos y damos guerra, pero no hay manera». Asimismo, explica que es «impensable» pretender hacer una llamada con un móvil. «Estamos abandonados en todo, pero en esto mucho más», sostiene, mientras asevera que «lo peor de todo es que ya nos hemos acostumbrado». «Para los que vienen de fuera es un problema; no podemos estar así en pleno siglo XXI», prosigue.

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