Todo se remonta al año 2013. Tres esparragueros de Tudela de Duero fundaron la Asociación 'La Flor de Castilla' con el objetivo de crear una marca de calidad para el producto estrella del pueblo. Pero tras mucho trabajo, el proyecto no salió adelante. La entidad ... pasó por muchas manos hasta que llegó a las de Miguel Hernández, Estrella Crespo y Lucio Cristín, el núcleo de la directiva. «Somos gente que nos gusta mucho este mundo, porque lo hemos vivido desde pequeños, y queremos recuperar la huerta tudelana», menciona Hernández. Desde hace unos cuatro años, estos tres vecinos de la localidad tratan de recuperar las variedades tradicionales que cultivaban los agricultores de antaño, además de fomentar el cultivo ecológico.
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Una labor que desempeñan en una parcela municipal ubicada en el extrarradio de la localidad, muy cercana al canal del Duero. Aunque a día de hoy cuente con unos veinticuatro socios, la mayor parte gente joven de en torno a 20 y 30 años, tan solo la mitad dispone de un huerto en la conocida como 'sede'. En sus tierras cultivan hortalizas como pepinos, calabacines y productos de invierno, pero se enfocan, en mayor medida, en el tomate; organizando incluso una feria en torno a él que se viene celebrando desde hace años a finales del verano.
El germen de sus ideas surgió hace cuatro años y la hija de Hernández tuvo bastante que ver en ello. «Actualmente todo lo que se vende en el mercado son tomates híbridos. Todos son iguales, todos son duros, son muy bonitos, pero no saben a nada. Les cortan el gen de la maduración», menciona Miguel. Por ello, 'La Flor de Castilla' pretende recuperar las variedades tradicionales «porque están adaptadas al terreno, luchan contra las enfermedades, son mucho más resistentes, el sabor es totalmente diferente y se pueden reproducir», añade.
Por ello, estos aficionados acudiendo a los huertos de los agricultores de la zona. Durante su búsqueda, la hija de Miguel dio con una familia cuyas semillas llevaban cultivándose desde hace casi 200 años. Además, gracias al 'boca a boca' y a su difusión por Facebook, la asociación ha intercambiado semillas antiguas con hortelanos de la zona para evitar su extinción.
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«Plantamos la semilla de la inquietud para que la gente quiera recuperar los sabores de la huerta de Tudela porque es muy importante y se está perdiendo. Buscamos implicar a la gente para que empiecen a cultivar. Esto no significa que tenga que hacerse en nuestra sede, ni como nosotros decimos», asegura Crespo.
«Hay una motivación ecológica que nos gustaría transmitir y que la gente tomara en valor», puntúa Cristín. Además de su trabajo por recuperar esos sabores de toda la vida, en 2020 la entidad presentó un proyecto al Ayuntamiento del municipio centrado en la lombricultura y el compostaje que finalizará el año que viene. Su objetivo es crear un círculo cerrado. Toda la maleza que se genera en este entorno, y que algunos socios pueden traer de su casa, va a formar parte de una zona de compostaje, y esto se aprovechará para hacer compost, echárselo a las lombrices y obtener humus para verterlo en las huertas.
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Más apoyo para continuar con el legado
La parcela municipal en la que se encuentra la entidad se encuentra divida en dos partes; un lado gestionado por 'La Flor de Castilla' y otro por el Ayuntamiento de Tudela de Duero. Y es a esta administración a la que han solicitado un mayor apoyo, pues aseguran ser muy escaso. Por falta de promoción por parte del consistorio, muchos de los huertos están abandonados y presentar una cantidad de hierbas de gran tamaño. «Les hemos avisado hace mes y medio, quedaron que iban a venir e incluso a traer una máquina para limpiarlo. Esta maleza es peligrosa porque en el momento que se seque puede provocar un incendio», cerciora Hernández. Un compromiso que, hasta la fecha, no ha ocurrido.
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La entidad firmó un proyecto de cinco años con el ayuntamiento, en el cual se comprometían a ayudarles en la difusión de su actividad. Pero la junta directiva menciona que su colaboración es «poca». «No lo saben vender, y es que son huertos que se regalan, no tienen que pagar nada, se lo dejan explotar libremente, vamos a traer basura para compartir y vamos a ayudar a aquellas personas inexpertas», puntúa Hernández. «De 8.000 vecinos que somos, muchos de ellos tendrán su huerta, pero seguro que hay gente que quizá le interese tener un huerto a medida para su autoconsumo. No conseguir veinte para mi es que no lo promocionan muy bien», añade Cristín.
Por otro lado, la inversión económica recibida es insuficiente. «Les hemos dicho que si no tienen posibilidades de darnos dinero, al menos intenten conseguir alguna subvención europea», añade Miguel. Este fue uno de los motivos para que Hernández dejara la presidencia de la entidad. «Si el ayuntamiento no nos respalda, esto no lo podemos sacar adelante», expresa.
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Su insaciable trabajo de lucha tiene un único fin, no echar a perder lo que fue entonces la huerta de los Reyes Católicos. «Si recuperamos las variedades, podemos recuperar las huertas que están abandonadas. Estamos hablando de recupera economía, puestos de trabajo y lo tenemos en nuestras manos», manifiesta Miguel.
Próximos proyectos
Además de continuar con los cultivos en sus tierras, La Flor de Castilla seguirá trabajando con la comunidad escolar para inculcar a los más pequeños la importancia del reciclaje y de la huerta tudelana. Además, mantienen la esperanza de que alguno de ellos quiera seguir sus pasos en un futuro y hacer frente, así, al temido relevo generacional que puede poner en riesgo hasta la producción de espárragos en la localidad. «El ayuntamiento tiene que verlo antes de tiempo. Eso es lo que estamos demandando», detalla Hernández.
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Por el momento, a medio plazo tienen dos objetivos; por un lado adecentar el terreno para ofrecer una mejor imagen a visitantes, y posibles hortelanos, y por otro reorganizar un invernadero y emplearle para realizar charlas en invierno e intercambiar ideas. A largo plazo sus deseos son otros; recuperar las antiguas tomateras de Tudela. «Nos han comentado que hay tierras comunales que quizá, para un proyecto económico con una vinculación de gente joven agrícola, cediéndoles unas tierras mediante un alquiler o una cesión, podemos fijar población y generar industria», asegura Crespo.
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