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Un gran cartel con Esther López sigue presidiendo el Ayuntamiento de Traspinedo. Rodrigo Jiménez
Muerte de Esther López

Traspinedo: desconfianza y cansancio

Los vecinos no se creen la versión oficial y forense. «¿Cómo va a estar tirada allí 23 días? Queremos que todo acabe, pero con verdad»

Antonio Corbillón

Valladolid

Jueves, 21 de abril 2022

El gran cartel con la imagen de Esther López sigue presidiendo la fachada del Ayuntamiento de Traspinedo. «Tu sonrisa es nuestra esperanza'. Pero, al día siguiente de desvelarse parte del sumario de la muerte de la mujer, en el pueblo no sonríe nadie. Y la única esperanza es que se acaben de despejar todas las incógnitas sobre el atropello y muerte de Esther. «Que digan lo que quieran, pero el pueblo no se lo acaba de creer. Queremos que todo esto se acabe, pero con la verdad».

Carmina resume con esta frase el sentir de los vecinos de la localidad. Es la madre de Tomás, uno de los amigos que compartió la última tarde con vida de Esther viendo un partido de fútbol. «Esther me ayudó mucho cuando falleció mi marido, venía a cuidarme, era encantadora». Por eso, a esta mujer -y a casi todos sus vecinos- les cuesta aceptar la verdad forense que se desveló este miércoles. «¿Cómo va a estar ahí (tirada junto a la cuneta) 23 días? Todos sabemos cómo puede estar un cuerpo en esas condiciones», se contesta a sí misma.

Muchos habitantes piensan de forma muy parecida. Pero pedir testimonios y nombres es un ejercicio estéril en una villa en la que, después de tres meses, «hay cansancio, y solo queremos que se aclare y no quede ningún resquemor», indican desde la farmacia. Porque cuesta aceptar que Esther, para la que docenas de carteles colgados por el pueblo siguen pidiendo justicia, falleciera abandonada en la cuneta víctima de hipotermia y después de sufrir un atropello aparentemente no mortal.

«En Traspinedo se sigue sin hablar de otra cosa. Y noticias así, lejos de dar tranquilidad, todavía han levantado más suspicacias e incógnitas», comenta una clienta que abandona la peluquería María Redondo en la Placilla central del núcleo. «Si, aquí no nos creemos nada. El pueblo empezaba a estar tranquilo pero, con estas noticias, se vuelve a soliviantar», dice una mujer que la sustituye en la silla de peinados y secadores.

Son conversaciones a vuela pluma que siempre empieza con un «a mi no me cites». Hay negocios que 'huelen' la presencia del periodista y apenas conceden un 'buenos días'. Una mujer que pasa por la calle despacha con un «estamos hasta los coj...». Pedir a los vecinos que se pronuncien sobre el ambiente que reina en el pueblo es un ejercicio casi condenado al fracaso.

Acabar con las dudas

«Nosotros no tenemos nada contra los chicos que están investigando -uno de ellos tendrá que declarar el próximo lunes-. Pero queremos que miren todo para que no queden dudas y se pueda pasar página», reitera la dueña de otro negocio.

Muy cerca del Ayuntamiento, en una calle lateral, viven los padres de Esther. Hace días que no contestan llamadas de desconocidos y aunque las persianas de las ventanas están a medio subir, el timbre está desconectado. «Han decidido mantener silencio. Siguen llegando cartas de condolencias al Ayuntamiento que les hacemos llegar. Tratamos de protegerlos al máximo», explica el alcalde, Javier Fernández.

Desde la gestión del supermercado La Salve donde trabaja, Fernández pulsa mejor que nadie el ambiente de sus convecinos. Trata de ser diplomático ante el descreimiento general sobre la versión oficial y forense de la suerte de Esther. «Hay que esperar a que se despejen todas las incógnitas. El relato no está claro y por eso hay mil hipótesis. Lo que esperamos después de los registros que ha habido y de las futuras declaraciones ante la jueza son respuestas. Si hay culpables que paguen. Si es un accidente y no hay culpables es otra hipótesis. Pero esperamos que con todas estas actuaciones judiciales se resuelva todo. Que se esclarezca y tengamos justicia para nuestra vecina Esther».

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