A. Ojosnegros/ M. G. Marbán/ P. González/ J. Asua
Lunes, 12 de abril 2021, 06:56
Mal fin de semana para la hostelería de la capital y tímida actividad en los restaurantes de los pueblos. El cierre de los comedores en la ciudad, al que se ha sumado una meteorología adversa con lluvias intermitentes y temperaturas poco agradables, ha llevado a ... que familias y amigos hayan compartido mesa a resguardo en los establecimientos de la provincia. Sí se ha notado un repunte, pero muy contenido. Traspinedo ha vuelto a colgar el cartel de completo. Los seis mesones que asan los clásicos pinchos de lechazo han congregado a decenas de clientes procedentes de la capital y de otros pueblos de la comarca. Explica Julio Pista, portavoz del sector, que esperaban que bajara la demanda tras la Semana Santa, pero no ha sido así. Como ya ocurre los días de diario, los vetos en Valladolid han convertido a Traspinedo en una alternativa cercana para disfrutar de una comida. «Dentro de cómo está la situación y de las restricciones no nos podemos quejar, aunque hay que tener en cuenta que hemos caído hasta el 50% en cifra de negocio», explica Pista.
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En Peñafiel, un destino clásico para lechal asado, la actividad, por contra, no ha sido llamativa. Después de una muy buena Semana Santa, la hostelería no se ha beneficiado de las restricciones que sufren sus colegas de la ciudad. De hecho, se ha notado un importante bajón respecto a la semana festiva. Entre los vallisoletanos que sí se acercaron a Peñafiel, la familia Cantero-Arévalo. Jorge y Marta reservaron mesa en el restaurante Molino de Palacios, establecimiento al que acudieron con sus hijos Valeria y Coque. Además de por el cierre del interior en la capital, lo que también les llevó al municipio «es que los pueblos del alfoz estaban saturados por gente de Valladolid». Otro buen motivo para decidirse es el «atractivo del local y su excelente cocina».
En Rioseco tampoco se ha registrado un incremento de comensales. La responsable del restaurante La Rúa, Ana Abril, asegura que sí lo esperaban, pero «el mal tiempo ha influido mucho». Para el riosecano Luis Santamaría, del restaurante Santamaría, «el cierre en Valladolid ha creado dudas y ha evitado la afluencia de gente; en vez de sumar, ha restado». Una idea que comparte Luis Antonio Vallecillo, del Mesón Villa de Urueña, quien opina que «no ha habido reservas por la lluvia al creerse que estaba cerrado el interior». Por su parte, el restaurante Casa Manolo, de Rioseco, sí que ha notado que durante el fin de semana se ha mantenido el incremento de comensales de la Semana Santa, «en especial forasteros», según explica Roberto Rodríguez. Esta subida también la ha experimentado El Rincón del Labrador, de La Santa Espina, con tres o cuatro mesas más de lo normal, según confirma Fernando Martín.
Tampoco Medida del Campo registró una afluencia de clientes llamativa. «No ha sido destacable, ni exagerado, podríamos decir que como cualquier fin de semana de pandemia», asegura el presidente de la Asociación de Hostelería, Carlos Rodríguez. Los municipios que sí colgaron el cartel de aforo completo fueron Matapozuelos y Tordesillas.
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Mientras, en la capital el cabreo de los hosteleros va en aumento. «Estamos jodidos», resume contundente Sebi Carbajo, de El Majao de Sebi. Al comedor prohibido por orden la Junta, se ha sumado este fin de semana el mal tiempo. «Siempre somos los paganos, cumplimos las recomendaciones e incluso las mejoramos, pero se nos sigue culpabilizando. Cuando nos han cerrado, los contagios han continuado», argumenta este hostelero, quien se sigue «empeñando más para poder sobrevivir a base de créditos ICO» sin que lleguen ayudas «de nadie».
Patxi Irrisarri, de La viña de Patxi, añade que un negocio hostelero no se puede estar abriendo y cerrando sin previo aviso. «Esto no es una tienda de ropa, trabajamos con productos perecederos y hay tener hechas elaboraciones y fondos para cocinar», apunta. Junto a él, Emilio Martín, de Suite 22, último ganador del concurso provincial de pinchos, quien donó el dinero del galardón al Banco de Alimentos, no puede abrir su local y no tiene alternativa de terraza en la estrecha Fray Luis de León.
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«Estamos mendigando para sobrevivir», lamenta. De la «rabia, la impotencia y la indignación», este chef ha pasado al «aburrimiento y la desesperanza». «Estamos sometidos económica y laboralmente y solo podemos trabajar a un 33% de nuestra capacidad productiva», protesta.
La presidenta de los hosteleros, María José Hernández, volverá a la carga este lunes para reclamar a la Junta la reapertura inmediata de los interiores, porque «no hay ningún informe sanitario que avale que seamos los culpables de los contagios». Hernández subraya que la situación es «límite» para los negocios (han cerrado 900, el 20% del total) y avanza que solicitará la vacunación de los profesionales del sector al estar expuestos y ser de riesgo, como ha aconsejado la Comisión Europea, así como ayudas para filtros HEPA que incrementen la seguridad en los locales.
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