Soplan vientos nuevos para la vida de Castromonte

Cuando el viajero llega a Castromonte, rápidamente se da cuenta de que el paisaje está dominado por las gigantes y modernas estructuras verticales de los aerogeneradores, a los que también se les llaman molinos, con sus enormes aspas dando vueltas, que, a modo de segunderos, marcan el devenir del futuro de este pueblo del corazón de los Montes Torozos.

Con unas 8.000 hectáreas de superficie, el campo de la localidad está muy repartido entre los vecinos, por lo que la instalación de distintos parques eólicos en el término municipal con cientos de molinos de viento ha sido una especie de premio gordo, muy repartido, que repercute de forma importante en la economía local, ya no solo en la de cada casa sino también en las arcas del Ayuntamiento a través de IAE (Impuesto de Actividad Económicas) y el BICES (Bienes Inmuebles de Características Especiales).

De esta forma, al ver doblar su presupuesto anual, le ha permitido llevar a cabo importantes políticas de inversiones sostenibles con mejoras urbanas en calles y plazas y la construcción de dotaciones como las piscinas, que han sido merecedoras de estar en la final de unos premios europeos de arquitectura, o una casa de comidas, que, cuando abra sus puertas, podrá funcionar como restaurante, añadiendo al turismo de la localidad un servicio que no tenía, y como centro social al ofrecer a los vecinos jubilados el poder comer a un precio económico.

Unas inversiones que, a corto y largo plazo, están proporcionando al pueblo una vitalidad que antes no tenía y que ha permitido el retorno de muchos foráneos, en especial en verano, cuando se duplica la población de la localidad. Algo que en los últimos años se ha notado también con la solicitud de licencias para la construcción de nuevas viviendas.

Este es un aporte a la actividad tradicional de la localidad, la agricultura, en su mayoría de secano, de cebada y trigo, pero también de algo de regadío con algunos pozos acuíferos. También existe algo de ganadería e industria, en relación con una quesería, carnicería y elaboración de mieles, además de un bar. En la memoria quedan actividades que Castromonte tuvo, como las numerosas huertas que hubo junto al río Bajoz, que fueron entregadas a trabajadores por cuenta ajena como un aporte a su economía. Un río que también movió molinos para moler cebada para alimento de la ganadería local.

Otros oficios que desaparecieron fueron los de mimbreros, para trabajar las mimbres; canteros, para extraer la abundante piedra de los Montes Torozos, o cisqueros, que elaboraron el apreciado cisco en los montes en un oficio que ha conservado un vecino. Un cisco que habría alimentado los fogones de las hasta cuatro panaderías que tuvo el pueblo en los años cincuenta cuando contaba con más de 1.000 habitantes. Una segunda mitad del siglo XX en la que también funcionó la empresa de agua mineral Castrovita, que durante años fue una de las más importantes a nivel nacional.

Por último, Castromonte se presenta como un importante espacio para la atracción de turistas con la oferta de un pueblo con gran encanto, con sus casas blasonadas entre las que emerge la bella iglesia de la Inmaculada Concepción, del siglo XVI, sin olvidar la cercana pedanía de La Santa Espina con el monasterio cisterciense y la Casa de la Naturaleza, que acaba de acoger la exposición de mariposas del histórico y añorado hermano lasaliano Pantaleón Palacios, quien hizo una colección con miles de ejemplares de todo el mundo. Una oferta turística donde tiene gran peso el disfrute de la naturaleza por medio del senderismo junto al río Bajoz en una ruta homologada que conduce hasta el pantano.

La economía

Visitantes y turistas. Tiene gran peso en el turismo el disfrute de la naturaleza por medio del senderismo junto al río Bajoz en una ruta homologada que conduce hasta el pantano.

https://www.castromonte.es/

• Temas
• Castromonte