Un siglo del nacimiento del rejoneador que salvó la residencia de ancianos de Rioseco

Ángel Peralta nació en La Puebla del Río (Sevilla) el 18 de marzo de 1925. Hijo del ganadero Rafael Peralta Giner, pasó su infancia en las fincas de reses bravas que la familia tenía en las marismas sevillanas, aunque pronto brotaría en él una pasión por los caballos, lo que hizo llegar a convertirse en el rejoneador más importante y polifacético del siglo XX. Desde su pueblo natal, desde la finca familiar Rancho El Rocío, su hermano Rafael Peralta, a sus 91 años, con gran emoción, recordó a Ángel como «un creador y hombre del Renacimiento». Además expresó que «tenía un vínculo muy especial con Medina de Rioseco, tierra que siempre hemos sentido como nuestra. Por aquellos festivales pasaron todas las grandes figuras de cada época». Por su parte, el empresario, ganadero y escritor Rafael Peralta Revuelta, hijo de Rafael y sobrino de Ángel, quiso destacar de su tío «su marcada personalidad y su carácter polifacético, destacando en distintos ámbitos más allá de los ruedos. En Medina de Rioseco dejó parte de su historia y su legado. Una herencia que hoy recordamos con especial cariño en el día del centenario de su nacimiento». El cardenal riosecano Carlos Amigo, quien tuvo buena amistad con el rejoneador en sus años como arzobispo de Sevilla, en una carta a su fallecimiento, expresó que «era una persona de noble corazón y arriesgados gestos cuando se trataba de ayudar a los demás», asegurando que «estaba orgulloso de ser riosecano y hasta nos tratábamos de paisanos».

El Club de Caballistas Riosecanos Hermanos Peralta tiene previsto para esta mañana, a las 12.00 horas, una ofrenda floral en la escultura del afamado rejoneador que existe a la entrada de la residencia de ancianos. Por la tarde, a las 19.30 horas, tendrá lugar un misa en su memoria en la iglesia de San Pedro Mártir. El que fuera primer presidente del club, veterano caballista y aficionado taurino, José Antonio Perrote, recordó a Ángel Peralta como una persona extraordinaria y generosa que «siempre nos trató de maravilla y estuvo unido a nosotros». De ahí, «el orgullo y agradecimiento del club por llevar el nombre de Hermanos Peralta». También trajo al presente la visita que la asociación hizo a la finca del rejoneador en La Puebla del Río, con la anécdota de que le dejara un caballo para poder torear una vaquilla. No olvidó Perrote señalar que Ángel Peralta «cambió todo el rejoneo».

Otro gran aficionado riosecano Wencelao Berrocal manifestó que «todo recuerdo que se tenga para Ángel Peralta es poco, Rioseco siempre estará en deuda con este caballero rejoneador de gran corazón por todo lo que hizo por nuestra residencia de ancianos, por asegurar su futuro, pero también por traernos a nuestra plaza cada año a las mejores figuras del toreo del momento». Por su parte, el trabajador de la residencia de ancianos Javier Luna le recordó como «una bella persona, muy solidario, un verdadero señor que hizo mucho por esta casa, siempre preocupado por los abuelos». De hecho, Ángel Peralta no dudó en volver a Rioseco para ser el padrino de bodas de una pareja de ancianos que decidieron casarse.

Fue en el lejano año de 1954 cuando sor María y sor Micaela se presentaron en Valladolid antes de una corrida para pedir auxilio al caballero rejoneador Ángel Peralta ante la situación de penuria económica por la que pasaba el Hospital-Casa Asilo riosecano. En el primer festival de un lejano 14 de noviembre de 1954 las monjas del hospital pasaron un mal trago cuando se acercaba la hora de inicio a las tres y media de la tarde y Ángel Peralta no llegaba al haber tenido una avería en el coche en el que viajaba. Sin embargo, llegó y el festival, aunque fue un éxito, no resultó lo que se esperaba. «No se preocupen ustedes que el próximo año les lleno la plaza», fue la respuesta de Peralta a las monjas.

Al año siguiente el festejo se trasladó a junio dentro de las fiestas patronales de San Juan y desde entonces el éxito estuvo garantizado. A partir de 1958 a Ángel le acompañaría en todos los festivales su hermano Rafael. Durante más de medio siglo, cada nuevo mes de junio, el de Puebla del Río trajo al coso del Carmen las mayores figuras del toreo, en especial el triunfador de ese año de la madrileña feria de San Isidro. Manolo Vázquez, Antonio Chenel `Antoñete´, Jaime Ostos, Manuel Báez `Litri´, El Paco Camino, Palomo Linares, Diego Puerta, Santiago Martín `El Viti´, Pedro Moya `El Niño de la Capea´, Manuel Benítez `El Cordobés´, Luis Francisco Esplá, Rafael de Paula, Antonio Ordóñez, Francisco Rivera `Paquirri´, Tomás Campuzano o Curro Romero son algunos de los afamados matadores de toros que pasaron durante aquellos gloriosos festivales por el coso riosecano. Fue tanto el éxito de aquellos festivales y tantos los aficionados que los presenciaban que el día se conoció como de San Peralta.

Todos estos desvelos por su residencia de ancianos, Rioseco sabría agradecérselo nombrándole Hijo Adoptivo de la ciudad, como lo fue hace unos años su hermano Rafael, pero también poniendo nombre a una de sus calles. Una trayectoria solidaria por la que recibiría la Cruz de la Beneficencia, la Cruz al Mérito Civil, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y la Medalla al Mérito en el Trabajo. El último festival taurino de los hermanos Peralta sería el número 50 en el año 2003. En los años 2004 y 2006 volverían a Rioseco con el espectáculo Andalucía a caballo también a beneficio del Hospital Casa-Asilo, como así les gustó siempre a los hermanos Peralta nombrar a la residencia.