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Peñistas y visitantes acuden a la verbena con sus bolsas. Rodrigo Jiménez

Valladolid

La seguridad privada crece en los pueblos ante la falta de medios durante las fiestas

La dificultad de gestionar los cientos de visitantes que acuden a las verbenas impulsa la contratación de vigilantes jurados para garantizar el buen desempeño de los festejos

Diego González Redondo

Valladolid

Domingo, 1 de septiembre 2024, 20:44

Los pueblos de Valladolid ven cada verano como su población se multiplica en búsqueda de un ambiente más relajado y temperaturas más suaves que las de la ciudad. A estos hay que sumar los centenares de visitantes nocturnos que acuden a disfrutar de las peñas, ... las verbenas y las charangas durante las fiestas patronales. Unos turistas de la fiesta que durante el jolgorio en muchas ocasiones abusan del alcohol. Y cuando se junta tanta gente, tanta fiesta y tantas copas, se producen situaciones complicadas que los ayuntamientos no son capaces de resolver.

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La Guardia Civil, que se encarga en una misma noche de vigilar muchos pueblos en cada mancomunidad de la provincia, no da abasto para colocar agentes en cada uno de ellos a la espera de que suceda algún conflicto o pelea. Y aunque en pueblos más grandes existe la policía municipal, estos también carecen de medios suficientes para controlar las masas de visitantes.

Por ello los ayuntamientos han decidido de un tiempo a esta parte contar con los servicios de personal de seguridad privada que vele por el correcto desarrollo de las tan deseadas fiestas populares. Apostados junto al escenario o controlando el acceso a plazas y zonas de peñas, estos vigilantes privados.

«Cada vez nos llaman de más pueblos y cada vez son más pequeños» cuenta José Luis Longo, gerente de la delegación de Valladolid de la empresa de seguridad Lomer, que ha prestado sus servicios en varios municipios de la provincia. Longo explica que esta tendencia de contratar vigilantes privados comenzó a raíz de la pandemia: «Después del confinamiento era necesario controlar quien acudía a las fiestas en los pueblos y para restringir el acceso a determinados lugares comenzaron a contratarnos». Este fenómeno ha continuado en los siguientes años porque «los pueblos acaban muy contentos con nuestro trabajo».

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Hoy la Covid ya es un problema pasado, pero los pueblos siguen contando con estas empresas para velar por la seguridad del pueblo: «Nuestro trabajo es esencial para que la gente, tanto del pueblo como los visitantes, pasen unas buenas fiestas sin altercados». Su labor complementa la de Guardia Civil, a quienes avisan en caso de alguna emergencia: «Nuestros vigilantes están sobre el terreno y son la primera respuesta ante cualquier situación. Una vez identificada la amenaza, puede llevar a cabo una intervención tras avisar a la Guardia Civil, que es quien tramita la correspondiente denuncia», aunque José Luis Longo reconoce que el papel de los vigilantes es sobre todo de prevención: «Solo el hecho de ver un guardia uniformado hace que los conflictos se reduzcan».

«El despliegue de seguridad privada depende de cada pueblo, de sus necesidades y su tamaño» explica Longo, que hace una media de cuatro o cinco vigilantes por pueblo. Por otra parte, su presencia suele limitarse a la noche: «Ya antes de comenzar la verbena nuestros empleados están sobre el terreno para echar un ojo en la zona en la que se va a desarrollar la fiesta». Esta jornada va de las cuatro a las seis horas y termina de madrugada cuando la mayoría de visitantes ya están de camino a casa».

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La temporada, lejos de acabar para empresas como Lomer, entra ahora en su punto álgido. Tras un verano en el que han prestado servicio a más de cuarenta pueblos de la provincia, ahora llega el punto álgido: «Tenemos despliegue en las fiestas de Palencia y también en las de Valladolid, donde tendremos vigilantes apoyando a los conductores de Auvasa en las paradas del centro y en los eventos de la Plaza Mayor».

Más control en los pueblos

Los municipios pequeños siempre han tenido problemas a la hora de acoger visitantes en fiestas. Por ello, pueblos como Traspinedo decidieron comenzar a contratar seguridad privada desde hace unos años. Una decisión que para Francisco Javier Fernández, alcalde de Traspinedo, ha sido «un gran acierto» y algo «absolutamente necesario» para el desarrollo de las fiestas. «Nuestro pueblo es una referencia entre las verbenas de verano por la calidad de las orquestas que acuden» pero reconoce el propio alcalde que esta «afluencia masiva» provoca problemas de gestión que el municipio no puede acometer por sí mismo.

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Por ello desde hace años es habitual ver uniformes de vigilantes en las entradas al recinto donde se coloca la orquesta. Una vigilancia que llega a Traspinedo a través de la misma empresa de espectáculos que lleva a las orquestas: «Que sean ellos quienes nos gestionen la seguridad libera al Consistorio de un trabajo de búsqueda de la empresa ideal que no es nada sencillo» y además confían «plenamente» en el criterio de la empresa de eventos a la hora de contratar a los profesionales de la seguridad «por el gran trabajo que hacen con Traspinedo».

El trabajo de estos efectivos privados consiste en el control de acceso al recinto de la verbena: «Pedimos a los vigilantes que revisen los objetos con los que entran a la plaza de las Escuelas para evitar botellas de cristal». Esta medida se toma para evitar problemas derivados de la fractura de estas botellas porque al tratarse de un «espacio reducido en el que todo el mundo se está moviendo» es fácil que sucedan cortes. Francisco Javier Fernández cuenta que Traspinedo cuenta con una gran ventaja al montar su verbena en una plaza de solo dos accesos que hace «muy sencillo» el trabajo a los vigilantes.

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«Los vecinos comentan lo acertada que es la medida de control de accesos. Ahora cuentan con más espacio para bailar». Además, Fernández apunta a un efecto secundario positivo que ha traído esta medida: «La basura se ha reducido mucho y ahora recogemos menos residuos, la restricción del cristal y el control de los vigilantes hace que la gente sea más responsable con sus enseres».

Por ello, el Ayuntamiento de Traspinedo no se plantea ya unas fiestas sin seguridad privada: «Ayudan mucho al municipio y los vecinos están encantados». Y eso a pesar de ser un gasto extra en la partida presupuestaria de las fiestas. Algo que no preocupa al alcalde: «Es un gasto que se hace porque es necesario, sin mirar cuánto puede costar, que además no deja de ser un gasto superfluo». Aunque en este municipio no se han registrado altercados reseñables, el alcalde cree que contar con vigilantes en sus calles ayuda a que no sucedan y añade que «el gasto en prevenir siempre será menor que el de curar».

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