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Sumamente emocionada, con lágrimas en los ojos, saludando y lanzando besos a sus hijos, nietos, biznietos y sobrinos y agradeciendo a todo el personal y a los voluntarios de la Agrupación Local de Protección Civil todo lo que están haciendo por los mayores que conviven con ella, Teodora Aceves Cabrero celebró un siglo de vida en la residencia de la tercera edad Santa María de los Mártires de Íscar.
Segunda en el orden de los cinco hijos que tuvo el matrimonio formado por David Aceves y Úrsula Cabrero, Teodora vino al mundo en Íscar coincidiendo con el final de la pandemia causada por un brote del virus influenza A del subtipo H1N1, más conocida como gripe española. Curiosidades de la vida, «quién le iba a decir a ella que llegaría cumplir 100 años coincidiendo con la pandemia por coronavirus covid-19», como señalaba la mayor de sus dos hijas.
Residente en el centro asistencial iscariense dependiente de la Fundación Benéfico-Social Santa María de los Mártires desde el 7 de mayo de 2012, Teodora Aceves vivió durante su infancia las precariedades económicas derivadas de la grave derrota militar sufrida por España en la Guerra del Rif en tierras marroquíes. Siendo aún una adolecente, tuvo que madurar de golpe como consecuencia de los tres años de contienda civil, volviendo a padecer las penalidades de la posguerra y el racionamiento y ayudando en las tareas del campo y la casa.
Con 25 años contrajo matrimonio con Eustaquio de la Fuente Merlo, popularmente conocido como 'Caco', del que enviudó en 1993. A lo largo de su vida se dedicó, además de a ayudar en las tareas agrícolas, a atender la vivienda y cuidar de los cuatro hijos que tuvieron: José María, Pío –ya fallecido–, Almudena y Pilar, de los que han nacido una decena de nietos y 16 biznietos.
Teodora fue modista y también supo estar tras el mostrador; no en vano tres de sus cuatro hermanos se dedicaron profesionalmente al comercio como carniceros. Así, hasta su jubilación estuvo al frente de una pequeña tienda de alimentación en la calle Olma, junto a su domicilio. La iniciativa empresarial de la ahora centenaria y su esposo les llevó a embarcarse además en un negocio hostelero en otra zona de la misma vía pública más próxima al centro, el durante muchos años famoso por sus calamares a la romana Bar Jopi, abreviatura de los nombres de los dos hijos varones.
La segunda centenaria de la residencia iscariense –la otra es Felisa Martín Esteban, que cumplirá en agosto los 101 años– y por tanto segunda abuela de Íscar ha vivido con resignación estos dos últimos meses de aislamiento, en los que no ha podido sentir el cariño y compañía de los suyos, que de forma regular la visitan. Con una salud de hierro, no ha presentado el más mínimo síntoma de contagio del temido coronavirus que desgraciadamente se ha llevado por delante a varios de sus compañeros, y ayer celebró su día en el porche del patio de la residencia, adornado para la ocasión con banderines. Sopló las velas de la tarta con que fue agasajada y recibió varios ramos de flores, todo a los sones del popular 'Cumpleaños feliz', que finalizó con un sonoro aplauso de todos los presentes y el deseo de los suyos de poder estar pronto a su lado y hacer una celebración «como Dios manda».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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