La Santa Espina llora la muerte de Pantaleón Palacios del Hoyo

Pantaleón Palacios del Hoyo, Panta como vecinos y alumnos de la Escuela de Capacitación Agraria de La Santa Espina le conocían cariñosamente, nació en la localidad de Carcedo de Burgos en 1934. Había ingresado en la congregación de La Salle, cuando en 1962, con 26 años, al cursar los estudios de ingeniería técnico agrícola en Pamplona, el profesor de Fitopatología mandó a los alumnos hacer una colección de insectos perjudiciales para la agricultura, siendo el inicio de una pasión que ya nunca abandonaría. Al año siguiente fue a Barcelona al Instituto Sarriá y allí hizo un curso de biología donde aprendió cómo se preparan, cómo se extienden, cómo se conservan los insectos en general y las mariposas en particular. Al verano siguiente vio en Madrid una exposición con tres o cuatro cajas de mariposas exóticas y le gustó tanto que le supuso un pequeño reto.

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En los primeros años, para recolectar las mariposas, el lasaliano iba a la provincia de Burgos o a las de alrededor, hasta que amplió sus excursiones por toda España con viajes a los Pirineos. Pero para tener la gran variedad de ejemplares de todo el mundo que hay en su colección tuvo que escribir a muchos colegios de La Salle en Costa Rica, Bogotá, Caracas o Filipinas, en los que hay colecciones, para que le enviaran ejemplares de mariposas. Pero sobre todo, Pantaleón estuvo una docena de veranos en la cuenca del Amazonas en Perú, en el departamento de Loreto, cuya capital es Iquitos, donde llegó para realizar trabajos técnicos de agricultura, con tiempos libres que aprovechaba para enseñar a la gente a recolectar, para que me pudieran enviarles paquetes con mariposas, muchas de las que le sirvieron para el intercambio.

El hermano Pantaleón llegó a la comunidad de La Santa Espina y a su Escuela de Capacitación Agraria en 1975, donde permaneció hasta hace muy pocos años cuando se trasladó a la comunidad de Bujedo (Burgos), hasta donde se llevó parte de su querida colección, no sin dejar otra parte importante en La Santa Espina, con el fin de poder seguir siendo una atractivo turísticos. Durante cuatro décadas, fueron miles los visitantes a los que Pantaleón, con su buen hacer, guio con gran cariño y experiencia, más si eran niños.

Para llevar a cabo esta labor de coleccionismo hizo falta una buena base científica que Pantaleón poseyó por sus amplios estudios y a la que sumó las lecturas de su extensa biblioteca para poder clasificar las especies. Algunas eran tan difíciles de determinar que tuvo que acudir a la genitalia. El lasaliano siempre recordó con emoción que una de las primeras mariposas que cogió fue un ejemplar muy bonito de los Pirineos que se llama Apatura ilia, siendo su ejemplar más raro la Ornithoptera alexandrae, de Papúa Nueva Guinea, una de la cuatro mariposas que están en lo que se llama el Apéndice A del convenio de Washington donde está la relación de todas las plantas y animales en peligro de extinción, una de las mariposas diurnas más grandes.

Con gran sencillez, Pantaleón siempre expresó que sus mariposas no estaban en venta, que lo único que quería era que la gente aprendiese a admirar la belleza de los diferentes ejemplares, distinguirlas unas de otras y saber sus características.