La saga de los Hernández Martín reúne en Llano de Olmedo a más parientes que vecinos censados

Eso es lo que ocurrió el pasado sábado 8 de octubre en la pequeña localidad de Llano de Olmedo, situada a 6,4 kilómetros de la Villa del Caballero en el límite con la provincia de Segovia, que apenas cuenta en su padrón con poco más de medio centenar de vecinos. Allí se produjo el encuentro, tras muchos años deseando hacerlo realidad y más concretamente desde que hace un lustro crearán un grupo de 'Whatsapp' al efecto. «Desgraciadamente, solo nos reunimos, y no siempre todos los primos, por el fallecimiento de algún tío», señala Fermín Hernández García regidor desde hace tres décadas y uno de los promotores.

La saga de los Hernández-Martín reunió a 72 personas de todas las edades, que a lo largo de la jornada llenaron de alegría un pueblo que antaño tuvo muchos vecinos, «pero que empieza a pertenecer a esos pueblos vaciados, aunque, eso sí, muy cuidado». El día anterior, el municipio había honrado con una misa a su patrona, la Virgen de Rosario.

La saga tiene su origen en el matrimonio formando por Jerónimo Hernández González, natural de la cercana localidad segoviana de Ciruelos de Coca, y Presentación Martín Villa, que aunque nacida en Mojados se crió en Llano de Olmedo, donde contrajeron nupcias el 19 de noviembre de 1913. Tuvieron la nada despreciable cifra de trece vástagos: Jerónimo, Victoria, Gregorio, Virgilia, María Egipcíaca, Benjamín, Enedino, Valentín Ursicinio, Exuperio, Julia, Carmen, Lucía Domitila y Daniela. Son primos carnales por vía materna del empresario feriante propietario de la pista de autos de choque más grande de España y que durante muchos años fuera presidente de la Asociación Provincial de Industriales Feriantes de Valladolid, José Luis Martín Pérez 'El Sella', fallecido este mismo año.

De todos ellos, Daniela es la única que sobrevive, en breve cumplirá 93 años, y aún reside en el pueblo pese a la despoblación acuciante que ha sufrido a partir de la segunda mitad del siglo XX. De ahí que el encuentro familiar se centrara en torno su persona, como nexo de unión de los 23 primos, de los cuales solo pudieron asistir dieciocho, y los hijos y nietos de éstos. En la reunión hicieron entrega de un ramo de flores con profusión de besos y abrazos.

Muchos de ellos se encuentran dispersos por la geografía provincial vallisoletana, castellano y leonesa, nacional tanto peninsular como insular, e incluso más allá, «concretamente en Holanda, aunque a éstos no les ha sido posible venir, pero se han sumado a través de vídeo llamada y se han comprometido a estar presentes en un nuevo encuentro en fecha aún por determinar».

El encuentro se inició con los saludos de todos y la emotiva celebración de la misa en recuerdo de los fallecidos, que fueron enumerados uno por uno con su edad de fallecimiento para así hacerles presentes junto a todos los asistentes. Tras la misa, todos fueron a la casa consistorial, cuyo salón de sesiones es «el más grande de Llano de Olmedo y el único capaz de acoger a tanta gente, donde tuvo lugar una comida a base de viandas de tierras castellanas regadas con los caldos propios de estos lugares.

Conversaciones y recuerdos de los mayores completaron la jornada, que culminó en una animada sesión de baile con una discomóvil en la plaza, que recuperó por unas horas la alegría que antaño tuvo. Ya de noche, con la emoción y promesa del obligado próximo encuentro, tuvo lugar la siempre costosa despedida porque, como señala Fermín, «Llano de Olmedo necesita ese calorcito de quienes son de aquí o proceden de este lugar».