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El Cristo crucificado durante su traslado en procesión hasta el Museo de Semana Santa F. Fradejas

Rioseco sorprende en enero con la procesión a hombros de un crucificado

La excelente talla de Mateo Enríquez regresó al Museo de Semana Santa tras su restauración por la Asociación Protemplos

Sábado, 11 de enero 2025, 20:06

Un bello Cristo crucificado portado a hombros sin andas es la inusual estampa con la que vecinos y visitante de Medina de Rioseco se han encontrado este sábado de enero en una grata sorpresa que, a más de uno, ha hecho recordar que en ... tres meses será Semana Santa con todo lo que ello conlleva en la Ciudad de los Almirantes. La escultura era trasladada en procesión al Museo de Semana Santa desde la iglesia de Santa María, donde durante todas las Navidades ha sido expuesto después de haber sido objeto de una importante restauración que ha sido promovida por la Asociación para la Restauración y Conservación de los Templos en su campaña de 2024 con la Diputación de Valladolid, según explicó su presidente, Antonio Santamaría. El párroco, Alberto Rodríguez, rezó una oración antes de la procesión y una vez colocado en la sala del museo. Desde la Parroquia y la Junta de Semana Santa se piensa ya en que este Cristo pueda participar en algún acto penitencial en la próxima Semana Santa para lo que la Asociación Protemplos, que gestiona el Museo de Semana Santa, está de acuerdo.

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Se trata de un crucificado de finales del siglo XVI y principios del XVII situado en la sacristía de la iglesia de Santa Cruz, donde permanecerá, tras su paso por la iglesia de Santa María, cuando en el año 2000 este templo acoja el Museo de Semana Santa en un singular espacio donde se puede visitar, junto al paso del Santo Sepulcro, magnífica obra de finales del siglo XVI de Pedro de Bolduque, tío de Mateo Enríquez. Fueron los profesores de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid Luis Vasallo Toranzo y Ramón Pérez de Castro, los que en, «Los inicios de la escultura procesional castellana en los focos periféricos», atribuyeron este Cristo crucificado al escultor riosecano Mateo Enríquez como una de sus obras más destacadas en los años finales de su producción. Los dos historiadores hacen ver que, aunque pudo proceder de la Parroquia de Santa Cruz, el hecho de encontrarse colgado de un muro de la sacristía, sin retablo, culto ni uso procesional, «nos hace suponer que tal vez proceda de alguno de los conventos desamortizados, como el de los franciscanos o, sobre todo, el de los carmelitas descalzos, del que sabemos que proceden otras piezas que se encontraban en este templo». Junto a su gran naturalismo con una portentosa y hercúlea musculatura, también llama la atención la cruz, realizada imitando madera natural. Las excelentes tallas procesionales de la Semana Santa de Medina de Rioseco del Cristo de la Paz, Cristo de la Pasión o Jesús Nazareno de Santa Cruz son obras maestras que salieron también de la gubia de este magnífico entallador.

El joven restaurador de Nava del Rey Sergio Martín Saez ha ejecutado la restauración integral, que ha llevado a cabo en el Museo de San Francisco durante casi medio año en una intervención integral que «ha supuesto una gran experiencia profesional al entrar en contacto con una talla de gran valor artístico de un escultor como Mateo Enríquez, con el orgullo de que va a estar expuesta en el Museo de Semana Santa de Medina de Rioseco, en una localidad con un patrimonio tan impresionante».

Tras un exhaustivo estudio de la escultura desde el punto de vista histórico y material, Martín Saez llevó a cabo la limpieza superficial de la suciedad, el asentado puntual de aparejos y policromías, la aplicación de un tratamiento antixilófagos, la consolidación de la madera en la zona de los dedos y la limpieza de las policromías. Más tarde, procedió al encolado de la mano derecha, el relleno y sellado de grietas y orificios y el tratamiento de la cruz, tras haberse separado del Cristo con el fin de poder acceder mejor a las zonas de su espalda. En la fase final de la restauración, efectuó el encolado de la cabeza, que previamente se había desmontado, además de la reconstrucción volumétrica de algunos dedos con una resina, el estucado y desestucado de lagunas recuperando con ello la cota de nivel de la superficie polícroma y la reintegración cromática con criterios de reversibilidad La protección final la llevó a cabo con dos manos de una mezcla de barniz brillante y mate.

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