Lugar de celebración el 12 de octubre. El Norte

Rioseco está más cerca de tener su primer beato

Este 12 de octubre se cerrará en Florida la fase diocesana del proceso de beatificación del riosecano franciscano Manuel de Mendoza, asesinado y quemado en 1702, con la presencia del alcalde riosecano, David Esteban, y el párroco, Alberto Rodríguez

Lunes, 9 de octubre 2023, 23:14

En 1703, el coronel James Moore fue destituido como gobernador de la colonia británica de Carolina del Sur, y para recobrar la confianza del rey Jorge II, decidió organizar una serie de ataques a los establecimientos españoles vecinos, destruyendo varios fortines y misiones, matando y ... esclavizando a los indígenas que los habitaban y que se habían convertido al catolicismo. En junio de 1704, con 50 ingleses y 1.500 indios de la tribu Creek, destruyó la misión de San Pedro y San Pablo de Patale, en la que ejercía su labor apostólica el franciscano riosecano fray Manuel de Mendoza, esclavizando a más de 1.400 indígenas allí refugiados y torturando y matando a los religiosos que custodiaban la misión.

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El 12 de octubre de 2015 se abrió formalmente la fase diocesana de beatificación en un proceso promovido por un grupo de católicos pertenecientes a la diócesis de Pensacola-Tallahassee (Florida). Ocho años después, este jueves, 12 de octubre, está previsto que se cierre esa fase y comience la fase romana, «un motivo de gran celebración y la culminación de oraciones y trabajo, no sólo durante estos últimos ocho años, sino verdaderamente de generaciones », según expresó la vicepostuladora del proceso, Lynn Mangan, quien recordó que la beatificación del padre Mendoza, junto con otros mártires de Florida, comenzó el 22 de agosto de 1704 cuando el rey Felipe V escribió al papa Clemente XI sobre los extraordinarios acontecimientos ocurridos en Apalachee (la actual Tallahassee). « El Rey se sintió especialmente conmovido por el martirio de los indígenas, tan nuevos en la fe ». Fue entonces cuando al año siguiente el Papa ordenó que se tomara un testimonio formal. Los testigos juraron sobre los acontecimientos de santidad y martirio durante la trágica destrucción de aquellas misiones. Entre estos mártires se encontraba el franciscano Manuel de Mendoza, de Medina de Rioseco. «Todos los testigos dieron testimonio de la santidad y el buen ejemplo del padre, afirmando que dio todo lo que tenía a los pobres. Fue asesinado el 3 de junio de 1704», en palabras de Mangan.

«Es hora de llevar la causa de estos buenos mártires a Roma », aseguró la vicepostuladora. Una vez en Roma, el Dicasterio de las Causas de los Santos evaluará la Ponencia. Será el Papa el que ordene promulgar el Decreto de Martirio, antes de que se acceda a la beatificación del mártir. Para la canonización se requiere la comprobación de un milagro realizado por intercesión del mártir después de su beatificación. En el acto de este jueves estarán presentes el alcalde riosecano, David Esteban, y el joven párroco riosecano, Alberto Rodríguez, quien expresó que cuando finalice el proceso «Rioseco tendrá su primer beato». Además, explicó que en estos casos de martirio, que ya se han demostrado, es suficiente para la declaración de beato, por lo que aseguró que fray Manuel de Mendoza «está casi en los altares».

Partida de bautismo. El Norte

Fray Manuel de Mendoza había nacido en Rioseco en enero de 1646 en el seno de una familia de mercaderes y fue bautizado en la parroquia de Santa María. Ingresó en el convento de Nuestra Señora de la Esperanza (actual Museo de San Francisco) y allí tuvo el cargo de confesor, hasta que en marzo de 1678 partió con 36 años para la provincia eclesiástica de Santa Elena, en Florida, junto a otros 33 misioneros.

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Después de celebrar la misa en la vigilia de la fiesta de San Juan Bautista, el 23 de junio de 1704, al padre Mendoza, después de ser persuadido con engaño a que saliera de su convento en Patale, fue asesinado de un disparo y quemado. Aunque en un principios se creyó que había sido cautivo, al final, tras excavarse bajo el convento, se descubrió su cuerpo, que fue identificado por el crucifijo que siempre llevaba, pero medio fundido.

El grupo de católicos que promueve el proceso de beatificación espera tener los fondos para comprar el lugar donde tuvo lugar el martirio y construir un santuario.

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