Aquilino Jiménez, artista gitano de Medina de Rioseco
«Es una responsabilidad exponer junto a Juan de Juni, casi sentí miedo»Algunas de sus creaciones han formado parte de la exposición Ecce Homo al tener en común uno de los temas más populares de la Pasión de Cristo
Los famosos grupos escultóricos en barro cocido policromado de Juan de Juni, los marfiles hispano-filipinos del legado del obispo Antonio Paíno, las tribunas ... en yeso de los hermanos Juan y Jerónimo del Corral o la custodia de Antonio de Arce son solo algunos de los tesoros artísticos del Museo de San Francisco de Medina de Rioseco a los que hasta el 21 de abril acompañan media docena de óleos sobre lienzo, así como un relieve y un busto de madera y varios dibujos del veterano artista gitano riosecano Aquilino Jiménez.
Todas las obras expuestas formaban parte de la exposición Ecce Homo al tener en común uno de los temas artísticos más populares de la Pasión de Cristo, realizados desde el sentimiento y la más profunda fe, al estar enamorado de ese personaje que es Jesucristo.
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En algunos de los dibujos y óleos expuestos se apreciaba la influencia de Juan de Juni, un artista al que admira de siempre. Por eso, ver sus cuadros y esculturas en el Museo de San Francisco, tan cerca de las obras de Juan de Juni, ha sido «una gran responsabilidad, con ese escenario de tantas obras de arte de grandes maestros, que casi sentí miedo, pero una vez que los vi colgados de la pared me sorprendí, con la iluminación y la colocación, y me tranquilicé». La imagen de Jesús la tiene tan interiorizada en la cabeza que no le cuesta nada dibujar sus principales trazos en la página de un periódico con un bolígrafo.
«Parto de la base de que todos somos personas y tenemos los mismos derechos»
Hijo de Juan e Irene, Aquilino Jiménez, el mayor de cinco hermanos, nació en Medina de Rioseco en 1957. El pintor riosecano Luis Jiménez, que firmaba sus cuadros como O'Romanó, ya se había hecho un hueco entre los artistas reconocidos de la localidad vallisoletana y se propuso hacer allí una escuela de dibujo y pintura en las dependencias de Cáritas. «Un día me vio un dibujo, le gustó y me invitó a que fuese a aprender el oficio de pintor», recuerda el artista, entonces de 17 años. No tardó mucho en pintar cuadros e incluso en confeccionar alguna exposición.
Sin embargo, Aquilino Jiménez, como siempre ha sido un artista inquieto y polifacético, dejó a un lado la pintura por la música. Ingresó en la Banda Municipal, aprendió solfeo y tocó el clarinete en pasacalles, pasodobles y marchas fúnebres. Entonces, salió «esa rumba maravillosa», como califica a 'Entre dos aguas', de Paco de Lucía, que le impactó de tal manera que se compró «una guitarra y un método para aprender, y como sabía solfeo no tardé mucho en aprender los acordes». Durante esos años formó parte de grupos musicales como Tutankhamon, que animaron bailes y verbenas. Además formó con sus hermanos Juan, Pedro y Blas el grupo flamenco Lamento Gitano, que ha llegado hasta la actualidad.
«La pintura es parte de mi vida y me ayuda a encontrarme a mí mismo»
Fue con el inicio del siglo XXI, en el año 2000, cuando retomó los pinceles, una afición que –dice– no va a dejar «nunca». A la producción de dibujos y óleos sobre lienzos, en los últimos años ha incorporado la escultura en madera. Asimismo, ha participado en casi todas las ediciones del Concurso Nacional de Pintura al Aire Libre Ciudad de los Almirantes, en el que ha ganado cinco veces el premio local. Su obra se ha mostrado en varias exposiciones de forma individual y colectiva, como la que hace dos años hizo con el también artista riosecano Carlos Rivas.
Aquilino Jiménez ha pintado retratos, paisajes, caricaturas, bodegones y muchos rincones y paisajes riosecanos y muchas de sus obras se encuentran en casas particulares, al tratarse de encargos para los que Aquilino pone lo mejor de su arte. «Es una gran responsabilidad, aunque también un gran orgullo», reconoce. En ese sentido, recuerda que ha pintado decenas de veces el arco de las Nieves, antigua puerta de la muralla, o la torre de Santa María desde el corro de San Miguel.
Taller en la casa de sus padres
Este veterano artista es una persona sencilla, prudente, que se siente querido y respetado en Rioseco y exhibe con orgullo ser gitano. «Parto de la base de que todos somos personas y tenemos los mismos derechos, todos sentimos la pasión, el dolor y la felicidad, y como tal tenemos que respetarnos, porque nos necesitamos», afirma Jiménez, al tiempo que opina que «dependemos de los demás para encontrarnos a nosotros mismos, para poder identificar nuestra propia personalidad».
A sus 66 años, es padre de cinco hijos, entre los que se encuentra la concejala del Ayuntamiento de Valladolid Carmen Jiménez, a la que pertenece un dibujo de la cara del cristo del riosecano paso de La Desnudez, que se encontraba entre las obras expuestas. Aquilino, que tiene además cinco nietos, tiene su taller en la calle Huerto Estrada, en la que fue la casa familiar de sus padres. «Seguimos en la brecha, porque la pintura es parte de mi vida y me ayuda a encontrarme a mí mismo», subraya, mientras insiste en que el único propósito que se fija es «seguir mejorando».
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