Recuperar el sabor y los saberes de los pueblos

Acaban de superar el centenar de socios y ya suman incontables proyectos «para dinamizar el pueblo y la comarca, apostando por las variedades del campo tradicionales, por los negocios y empresas locales, por las tradiciones, por el entorno natural, por la propia cultura e idiosincrasia de los pueblos».

Cientos de visitantes asisten a sus ferias y jornadas. En ellas muestran su trabajo, como la recuperación de un millar de semillas de tomates, la recolección de las primeras cosechas de los cerezos que, de nuevo, florecen en el valle tras décadas desaparecidos, o también las primeras trufas de verano que recolectan, plantando además árboles específicos a cuya sombra se desarrollan. Estos son solo algunos ejemplos, a los que se podrían añadir otros como la recuperación de la fruticultura, que vuelve al pueblo con variedades de toda la vida, recuperando terrenos baldíos y organizando jornadas en las que se enseña a trabajar los frutales. Asimismo, los huertos vuelven a renacer gracias también a la cesión de parcelas. Colmenas y reserva de mariposas para la polinización y, ahora, preparan un proyecto de compostaje.

Cocineros con estrella Michelin colaboran con ellos, acudiendo a sus jornadas como ponentes, a cocinar con esos productos que obtienen de pequeñas huertas o explotaciones. Son productos de gran calidad, lo que define el tipo de modelo de agricultura que defienden: tradicional, de pequeñas cosechas pero elevadas rentabilidades y que, además, implican más puestos de trabajo. La ecuación es sencilla: «Hoy un agricultor necesita 100 hectáreas para vivir. Lo que estamos intentando es dar la vuelta a eso y crear actividades económicas y rendimientos con menos hectáreas, dando más valor añadido a los productos o reivindicando variedades tradicionales, recuperando el sabor y los saberes, que también tienen su mercado y su interés, y también tienen un valor mucho más alto que lo convencional», señalan desde Paro de Luyas.

Su modelo de trabajo ha hecho que centros de investigación agraria de diferentes comunidades autónomas hayan puesto sus ojos en ellos. Fueron pioneros en plantar pistacho en la provincia y, lo que es igual de importante, en recabar mucha información sobre la adaptación de este cultivo en la zona y cómo solucionar los problemas que plantea. Información que está a disposición de quien quiera.

Otro de sus grandes retos es la reforestación del entorno del pueblo, de aquellas zonas degradadas, consiguiendo la cifra récord de 40.000 árboles plantados, y con ello «potenciar la fauna silvestre, la caza, fomentar el arbolado de las especies de frutales, intentar convertir el pueblo en un vergel, lo que era hace siglos». Plantar árboles «evita el avance del cambio climático, se recuperan los manantiales y fauna, e incluso se consigue que llueva de forma más regular y que las temperaturas se regulen», señalan desde Prao de Luyas. Asimismo, con las cajas nido que han instalado han conseguido que especies como el cernícalo hayan anidado en un buen número, lo que supone una forma natural de luchar contra plagas, como puede ser una de las más habituales, la de los topillos.

El último proyecto emprendido es 'Planta un árbol, pon una teja', para seguir reforestando y captar población. Ya han conseguido poner a disposición de una familia foránea una vivienda y ahora van a por la segunda casa.