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El Norte
Lunes, 24 de marzo 2025, 19:02
Un nutrido grupo del personal sanitario del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, entre los que había cirujanos, anestesistas, traumatólogos, ginecólogos, enfermeros y celadores, acompañados de ... familiares, colgaron este fin de semana sus blancas batas para acercarse hasta Medina de Rioseco con el fin de conocer de cerca los principales recursos patrimoniales en una visita en la que estuvo presente el decano de la Facultad de Medicina, José María Fidel Fernández. La jornada, marcada por la presencia de la lluvia, fue promovida por el celador riosecano Ramón San José, quien, como gran embajador de la Ciudad de los Almirantes en el hospital vallisoletano en el que trabaja en los equipos quirúrgicos de Urgencias, explicó que «tener la suerte de contar con una ciudad como la nuestra, donde hay tanto que ver, es muy gratificante , y si se lo puedes enseñar a personas que forman parte de tu vida, que pasan muchas horas a tu lado codo con codo, trabajando en un mismo ámbito y espacio, es doblemente gratificante». Además señaló que «en cierto modo, en los grupos laborales, y máxime en sanidad, es bueno que se mezcle el compañerismo con la amistad, ganamos todos y más el paciente, porque con un gesto y una mirada sabemos lo que hay que hacer». Para San José, «lo del sábado es mi forma de agradecer el tiempo que estamos juntos y el trato recibido, y, si ya es es mi pueblo, doble satisfacción». Porque al final, «compañerismo unido con profesionalidad, pasando fatigas juntos, se han convertido en amistad y de las buenas».
De la mano del director del Museo de San Franciscoy colaborador de El Norte de Castilla, Miguel García Marbán, el recorrido turístico se inició en la antigua iglesia conventual franciscana, panteón de los Almirantes de Castilla y actual museo de arte, en el que el grupo, en el que también había niños, pudieron asombrarse con la cúpula estrellada del presbiterio con anclas y calaveras, los barros cocidos de Juan de Juni, la custodia de Antonio de Arfe, la colección de marfiles hispanofilipinos o las tribunas en yeso de los hermanos Corral de Villalpando. La siguiente parada fue en la iglesia de Santiago, en la que disfrutar de la portada plateresca de Miguel de Espinosa, pero, sobre todo, en el interior, de las bóvedas de Felipe Berrojo, del majestuoso retablo churrigueresco obra de Tomás de Sierra o de la sacristía gótica con el Cristo de la Clemencia.
Las visitas de la mañana llegaban a su fin en la iglesia de Santa María, en la que maravillarse con la capilla de los Benavente, pero también con la reja de Cristóbal de Andino y la sillería procedentes de San Francisco y del retablo de Esteban Jornada con traza de Gaspar Becerra y algunas esculturas de Juan de Juni. También el grupo conoció la leyenda del cocodrilo, con gran atención de los más pequeños.
El arte y la historia daban paso al mediodía en los bares de la calle Mayor a poder disfrutar del buen ambiente del vermú de la Ciudad de los Almirantes, antes de poder degustar en el restaurante La Rúa de un sabroso menú con un potaje de garbanzos y lechazo asado, dando lugar a una amena sobremesa. La tarde fue para la Semana Santa riosecana, con visita a su museo en la iglesia de Santa Cruz, en la que observar de cerca las esculturas de los bellos pasos procesionales, y la Capilla de los Pasos Grandes, con gran asombro por los dos colosales conjuntos de La Crucifixión y el Descendimiento, los populares Longinos y Escalera, en una visita en la que estuvo presente el muñidor del Longinos, Ricardo Mateo. Un café con dulces en la cafetería Cubero sirvió para las oportunas despedidas, estando todos de acuerdo en que había sido una jornada para el recuerdo. El propio decano de la Facultad de Medicina expresó que, a pesar de la lluvia, «había sido un día muy agradable, de muchas sorpresas, muy recomendable y con ganas de repetir». Por su parte, Ramón San José añadió que «Rioseco es mucho Rioseco, y se han quedado muy sorprendidos, a pesar de ser gente que viaja mucho«. Tal ha sido el éxito que el celador riosecano ya está apuntando para una nueva excursión, incluso con algunos que quieren repetir.
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