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El Día de la Leña es una tradición muy esperada por los jóvenes de Tordehumos que cumplen 18 años al ser la larga jornada ... en la que inician su condición de quintos. Una tradición muy arraigada en la terracampina localidad que este sábado, como es costumbre el anterior al Miércoles de Ceniza, vivieron con intensidad los jóvenes Marko Diez, Carla Paredes, Egoitz Calvo, Sendoa Calvo, Ane Rosset y Beatriz Ribeiro. A media mañana, vistiendo sus llamativos ponchos de colores se concentraron en la plaza Mayor, algunos montados sobre burros, para no tardar en partir hacia el monte, donde pasaron toda la jornada, en la que los familiares les llevaron la comida.
Por la tarde, los quintos regresaron cargados de leña con la que por la noche hicieron una hoguera que tuvieron que saltar por orden de fecha de nacimiento, según el naipe que llevaban en los sobreros de paja, siendo el as de oros para el mayor y el rey de ese mismo palo para el más joven. La hoguera dio paso a una larga noche de fiesta que, como es costumbre, coincidió con el baile de Carnaval. Carla Paredes, la única joven del grupo que vive en Tordehumos, manifestó que «es un día muy emocionante y especial». El resto de los quintos han venido de ciudades como Valladolid, San Sebastián, Bilbao u Orleans (Francia) para no perderse una tradición que les une al pueblo natal de sus padres y abuelos, como la francesa Beatriz Ribeiro, quien aseguró que «Tordehumos es algo muy diferente a lo que es Francia». Por eso cada vez que puede no duda en acercarse al pueblo de su madre, en el que tiene muy buenos amigos. Todos estuvieron de acuerdo en destacar que «es un día que solo se vive una vez en la vida, por lo que va a ser inolvidable». El alcalde, Agapito Bravo, volvió a rememorar cuando fue quinto y subió al monte en «una jornada de grandes emociones», por eso, cada año, cuando despide a los quintos en la plaza siempre les dice «aprovechad, porque esto es solo una vez en la vida».
Hoy, Domingo Gordo, por la mañana, los quintos, haciendo sonar almireces de bronce, irán por las casas pidiendo el aguinaldo para ayudarles a pagar los gastos de la fiesta, al tiempo que podrán degustar la típica repostería de Carnaval, las orejas y las torrijas, que amablemente irán ofreciendo los vecinos a la quintada. A principios del mes de mayo los quintos tendrán que levantar el mayo, y durante el resto del año, en todas las fiestas, tendrán lucir el poncho de colores hasta el próximo año, cuando, en la carrera de cintas de Las Candelas, pondrán fin a su inolvidable año de quintos.
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