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Jóvenes de la quinta de este año en Castronuño. P. G.
Los quintos pierden su año

Los quintos pierden su año

Tradición ·

Desilusión entre los jóvenes de varios municipios vallisoletanos que han llegado a la mayoría de edad y no pueden correr las cintas por la situación sanitaria

Laura Negro, Miguel García Marbán, Patricia González y Cruz Catalina

Valladolid

Jueves, 1 de abril 2021

Cada año en carnaval, la dulzaina y el tamboril llenan de alegres sonidos las calles de Torrelobatón. El ambiente huele a aguardiente, a orejuelas, a longaniza y torreznos. Son días de mucha fiesta y con unos claros protagonistas, los quintos de cada año. Estos mozos y mozas organizan y presiden cada evento que se celebra, actúan como jurado en el concurso de disfraces, hacen comidas y cenas, y el martes de carnaval, corren las cintas a caballo. Raúl, Santiago, Ismael, Diego, Javier y Esther son los quintos del 2021. Los seis, desde que eran muy niños, han visto pasar muchas quintadas y esperando impacientes que llegara la suya.

Todas sus ilusiones estaban puestas en el pasado 16 de febrero. Ese día iba a ser uno de los días más importantes de sus vidas, ya que cumplirían con una de las tradiciones más arraigadas del pueblo, que solo dejó de celebrarse los años que duró la Guerra Civil. Pero debido a la pandemia, el ansiado martes de carnaval pasó para ellos sin pena ni gloria. El camino de Bercero, donde habitualmente se celebra este torneo ecuestre, quedó huérfano de quintos y de público. Estos seis jóvenes no tuvieron que madrugar para engalanar sus caballos con lazos ni mantones. No fue necesario bordar las cintas de raso con su nombre.

Tampoco tuvieron que afilar sus punzones. No se les ha visto entrenar durante horas por los caminos con el caballo para hacer ese día un buen papel ante todos los vecinos. Raúl, Santiago, Ismael, Diego, Javier y Esther no han sentido nervios en el estómago al pasar al galope bajo el cajón pendiente de una soga y tampoco han podido emocionarse al atravesar con su punzón la argolla de las cintas. No han podido competir por sacar la cinta de la bandera nacional, la más preciada de todas, ni han escuchado cómo suenan los viejos pasodobles mientras posan en la explanada del castillo. Los seis han perdido su día soñado.

«Ha sido una gran desilusión para nosotros. Según iba avanzando la pandemia lo hemos ido asumiendo poco a poco y a principios de enero el Ayuntamiento ya nos confirmó que todos los actos del carnaval quedaban suspendidos. Lo esperábamos, pero cuando nos lo dijeron fue un mazazo», cuenta con pena Santiago González. «No será lo mismo, pero si en verano la situación está mejor pues tal vez podamos correrlas y por lo menos cumplir con esa ilusión que todos tenemos», se conforma.

Con la que sí que han podido cumplir es con la tradición de encalar las calles en nochevieja y pintar frases célebres en determinados rincones del pueblo, una costumbre que tuvieron que adaptar para cumplir con la normativa sanitaria. «Al ser seis quintos no teníamos problema, eso sí, los amigos y vecinos que quisieron acompañarnos, tuvieron que hacerlo en grupos pequeños y en la distancia. Cambiamos también el horario por el toque de queda y en lugar de pintar de madrugada, quedamos a las 08:00 de la mañana», dice Santiago.

Quintos de Villanubla en un acto en diciembre de 2019.

Otros actos importantes que tienen estos quintos a lo largo del año es su coronación como reinas y galanes de las fiestas de las Pascuas de Pentecostés y la pedida de rosquillas por las casas de las mozas casaderas. Lo más probable es que tampoco puedan celebrarlo. «Esperaba que este fuera un año muy feliz. Deseaba estar con mis quintos, que son mis amigos, disfrutar con ellos y con toda la gente del pueblo. Imaginaba que sería un año muy alegre y tenía mucha ilusión por gritar 'Vivan los quintos', pero me he quedado con las ganas», explica este joven torreño.

Y es que ser quinto al cumplir 18 años es algo que solo sucede una vez en la vida. De ahí la tristeza para los jóvenes a los que la pandemia ha robado la posibilidad de festejar como se merece tan importante acontecimiento, en especial en los pueblos donde la celebración se rodea de una serie de antiguas tradiciones.

Tordehumos

El sábado anterior al Miércoles de Ceniza, los quintos de Tordehumos no pudieron empezar su particular año de cumplir 18 años con el tradicional Día de la Leña en el que, vistiendo sus llamativos ponchos de colores y montados sobre burros, habrían subido el monte para regresar por la tarde cargados de leña, con la que por la noche hacer una hoguera que habrían tenido que saltar por orden de fecha de nacimiento, según el naipe que llevaran en los sobreros de paja.

Al día siguiente, el Domingo Gordo, por la mañana, los quintos, haciendo sonar el almirez de bronce, tendrían que haber ido por las casas pidiendo el aguinaldo para ayudarles a pagar la fiesta. El quinto David Martín mostró su desilusión porque «es algo que llevas esperando toda la vida. Tendremos que celebrarlo el próximo año», dice, aunque serán los primeros quintos que corran las cintas de Las Candelas antes de participar en el Día de la Leña.

Aguilar y Cuenca de Campos

Los quintos de Aguilar de Campos tampoco han celebrado en enero su tradicional carrera con la cinta de color blanco con la imagen bordada de la Virgen de las Fuentes, que debe ser cogida en dirección hacia el pueblo, siendo su argolla la más pequeña. Tampoco pudo haber cena con amigos y familiares y baile hasta el amanecer. Su intención es intentar celebrarlo en verano durante la semana cultural. Por su parte, los quintos de Cuenca de Campos, como cada 5 enero, tampoco pudieron hacer la tradicional hoguera.

Villafrechós

Igual suerte han corrido los de Villafrechós, que en San Antón no pudieron celebrar el baile, ni el Domingo Gordo, ni la carrera de cintas, aunque es posible que se pueda trasladar al mes de agosto. En el aire está que los jóvenes puedan realizar el arco adornado con ramas de álamo, naranjas, rosquillas de baño y pañuelos por el que el lunes de Pentecostés pasen las imágenes de la Virgen de Cabo, San Isidro y San Isidoro, cuando salgan de la ermita para la bendición de los campos.

Seis integrantes de la quinta de Torrelobatón a la entrada del municipio. L. N

Villabrágima

Por su parte los quintos de Villabrágima viven con gran desánimo cómo, al igual que ya ocurriera el año pasado, las fiestas de la Santa Cruz no se puedan celebrar y con ello se esfume la posibilidad de que el último día de abril puedan levantar el mayo ni correr las cintas a caballo. Para el joven Víctor Cebrián, «es una gran desilusión, ya que es nuestro año, por el que llevamos mucho tiempo esperando». No obstante señalan que «por los menos ese día quedaremos, aunque solo sea para saludarnos y hacernos una foto». También tienen claro, al igual que los quintos del año pasado, que «celebrarlo lo vamos a celebrar cuando la situación lo permita».

Villagarcía de Campos

En Villagarcía de Campos, los quintos no han podido correr la carrera de cintas en las fiestas de San Blas.Tampoco pudieron el Miércoles Santo portar a hombros el Ecce Homo en su tradicional procesión, en la que se canta el popular 'Jesús amoroso, dulce padre mío, pésame Señor de haberos ofendido'.

Castronuño

Los diez quintos de este año –siete chicas y tres chicos– han tenido que suspender el Domingo Gordo, una centenaria tradición debido a la pandemia. Tras un año de preparación, en la que los jóvenes del municipio se las ingenian para buscar ayuda económica y celebrar su mayoría de edad por todo lo alto, este año la covid ha dado al traste con los versos de Castronuño y su centenaria tradición. «Es una pena, pero la situación que estamos atravesando no permitía poder hacer nada de nada», afirma Luna Gómez, una de las diez quintas que el domingo de carnaval no pudo formar parte de este festejo, que «conlleva mucho esfuerzo y se prepara con mucho tiempo, al menos un año, ya que tenemos que buscar financiación para todas las actividades».

Por el momento, y gracias a la iniciativa de un negocio local, los vecinos inundaron de versos algunos espacios de la localidad, pero el objetivo es poder retomar al próximo año esta tradición, en la que los jóvenes, a través de sus versos escritos en clave de humor, rinden homenaje a sus raíces y recuerdan, con una métrica ajustada, los momentos más inolvidables vividos a los pies del Duero.

El análisis social, la crítica política, los amores de verano y los proyectos de estos diez jóvenes se han quedado en el tintero por segundo año consecutivo. En un año normal, el ritual del Domingo Gordo arranca a primera hora de la mañana, cuando los protagonistas de la jornada engalanan a los caballos que, horas más tarde, recorrerán parte de las calles del municipio. A primera hora de la tarde, los quintos, ataviados con un mantón de manila que cubre todo su torso y un sombrero repleto de cintas, desfilan a caballo desde la puerta del Ayuntamiento hasta la zona denominada Carretejar. En este cruce de caminos, los quintos recitan, uno a uno, sus relatos, y a mayores regalarán las cintas que saquen del avión a sus seres queridos.

Tras los versos, los vecinos se colocan a los lados de la carretera, dejando libre la calzada para correr los caballos. Es el momento de las cintas. Con una especie de pistola de madera con forma de punzón, los quintos han de pasar corriendo bajo el avión y coger tantas cintas como sean capaces para después regalarlas. Y después, acompañados de la banda de música, recorren los bares del pueblo. Mientras tanto, en la casa de cada quinto se ofrece un ágape.

Serrada

Los que tampoco pudieron invitar a todo el pueblo al tradicional aguinaldo del día de Reyes fueron los quintos de Serrada. La tradición en esta localidad marca que entre el 5 y el 6 de enero se celebre el arroz aguinaldo en el que los quintos, con carros de la compra, recorren las casas del vecindario para recibir el aguinaldo con el que después elaborarán el arroz, plato estrella que degusta todo el municipio, pero que este año no se ha podido llevar a cabo. El alcalde, César López, subraya que la intención del Ayuntamiento es celebrar el próximo año las dos quintas, es decir la de este 2021 y la del 2022, «y si en verano se pudiera, tenemos pensado hacer una fiesta en su honor».

Pedrajas de San Esteban

Las chicas y chicos de Pedrajas de San Esteban vieron frustrado el 30 de abril del pasado año el sueño que la mayoría de jóvenes de la villa tienen desde bien pequeños, y que no es otro que el de cumplir con el ancestral ritual de plantar el 'mayo' en la plaza de San Agustín.

Tradición cuyo origen se remonta a la fiesta de las Cruces, también llamada Cruz de Mayo, que se celebra el 3 de abril, y que tiene sus antecedentes en la celebración precristiana conocida como Festividad de los Mayos (o Palo de Mayo, del inglés maypole), en la que se conmemoraba el tiempo medio de la primavera rindiendo culto a la naturaleza, protagonizada de forma habitual por los varones cuando alcanzaban la edad en la que ya se eran considerados mayores. Y como añadido, el traslado a hombros el primer día de mayo de la imagen de la patrona, la Virgen de Sacedón, desde su ermita, junto al río Eresma, hasta la iglesia parroquial con motivo del novenario en su honor.

Y si frustrante fue el pasado año, no menos han sido estos pasados días de carnaval, en la los que los quintos hubieran sido protagonistas de otra de las tradiciones que no se han perdido, como es la carrera de cintas -antes carreras de gallos o gallinas a golpes de palo que, a mediados del pasado siglo XX fueron prohibidas por la autoridad por su crueldad-, montados en caballos, mulos o asnos, para después celebrara un ágape de hermandad con todas sus familias en el que no hubieran faltado las típicas hojuelas.

Las quintas del 2021, como les ocurriera también a las del 2020, verán hecho añicos el deseo de verse coronadas la noche del 2 de agosto (a tres de ellas) como reinas de las fiestas si la situación derivada por la pandemia persiste.

Sin duda, una de las celebraciones carnavalescas que no se podrán celebrar este año , será la tradicional fiesta de la Piñata la madrugada de este domingo.

Villanubla

Los 24 jóvenes nacidos en 2002 que celebraban su quintada en 2020 se quedaron con la miel en los labios. Tuvieron una presentación oficial en el Ayuntamiento, un acto para ellos emocionante y que parecía preludiar un año lleno de alegrías. Sin embargo, de todas las actividades programadas solo pudieron participar en un Belén viviente. «Al final decidimos retrasar la celebración», cuenta Lucía Pajares Callejas, de 18 años.

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