En el alfoz, entre los pueblos del sur, hay quienes lo conocen como «la ruta del botellón». Cada mes de mayo, con la llegada del buen tiempo, reaparece como lo hace el turrón en Navidad para poner en alerta a autoridades y alcaldes. El consumo ... de alcohol en vía pública se convierte en el pan nuestro de cada fin de semana tanto en la capital como en el medio rural vallisoletano. Sus participantes no se cortan, aunque sí tratan de esconderse y sortear la presencia policial. Parques y zonas verdes situadas a las afueras de los núcleos urbanos son sus escenarios preferidos. Municipios como Laguna, Boecillo, Aldeamayor y Viana conforman el grueso de la 'ruta' provincial de los cachis y el calimocho, pero este problema no es ajeno a otros municipios como Nava del Rey.
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Sus alcaldes son conscientes de la «gravedad» del asunto –más aún en plena pandemia– y, además de apelar a la responsabilidad y colaboración ciudadana para denunciar este tipo de conductas, han alertado de un incremento de estas prácticas desde que el país dijera adiós a su segundo estado de alarma.
Uno de los que no oculta su «preocupación» es el regidor de Viana, Alberto Collantes, quien reconoce que los encuentros para beber alcohol en el área recreativa son «habituales». La Guardia Civil lo sabe y –dice– ya están avisados para que intensifiquen su presencia por la zona. «Siempre preocupa el consumo de alcohol en vía pública, y también lo que no es alcohol porque hemos detectado que hay menudeo, pero más en el momento en el que vivimos, porque son actividades en las que por lo general alguna restricción se salta», comenta Collantes, quien también desvela que teme que se repita «la especie de circuito para beber alcohol que había el verano pasado entre media docena de pueblos del entorno que iban cada fin de semana a un sitio». «Antes, con el toque de queda, era muy difícil saltarse las restricciones, pero ahora que no hay hora de regreso a casa...», continúa.
Donde también existe una «coordinación absoluta» con la Benemérita para que por estas fechas «se den más vueltas» es en Boecillo. El viejo sanatorio, en la actualidad abandonado, reconvertido en un laberinto de cascotes, grafitis y cristales rotos, se ha convertido en un lugar de peregrinación tanto de jóvenes que acuden allí con sus altavoces para tomar unas cervezas como de «grupos de chavales que van a curiosear». «Por el momento no estamos teniendo mucho movimiento, algún que otro encuentro sí, pero en cuanto acaben las clases eso se va a incrementar seguro; se ha convertido en un punto crítico de botellones», afirma su alcalde, Raúl Gómez.
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En Aldeamayor de San Martín, por su parte, este problema está simplificado –hasta el momento– a un grupo de «seis o siete chavales que hacen ruido y botellón». Por lo general, apunta su regidor, Fernando de la Cal, está todo «bastante controlado», aunque no descarta un incremento de estas prácticas en unos días, cuando se clausure el curso escolar. «Completamente incomprensible», rezaba una publicación en redes sociales de hace unos días de la cuenta de la Ermita de Nuestra Señora de Compasco, que enlazaba unas fotografías del parque que está ubicado junto al templo con los columpios rotos, cajas que rebosaban basura y restos de brasas de haber hecho una barbacoa esparcidos por el suelo. «Ese parque es nuestro punto más conflictivo. Ahí se juntan personas de todas las edades y encima que está al aire libre...», desvela De la Cal, que apela «a la responsabilidad de todos para mantenerlo limpio y tener cuidado».
Unas «tristes imágenes» similares se han visto estos días en Nava del Rey. Las instantáneas, publicadas por el Ayuntamiento de la localidad en Internet, no dejan lugar a dudas: se ha celebrado un botellón en las inmediaciones del parque infantil del pinar de la Concepción: vasos de cachi de plástico, latas de cerveza exprimidas y botellas de alcohol vacías. «Operarios municipales estuvieron limpiándolo para el disfrute de los vecinos. Esperemos que sea la última vez que tengamos que ver este tipo de actos», subrayaba el mensaje. Esta situación causó revuelo e indignación entre sus vecinos, que criticaron que quienes lo hicieron no dejaran todo limpio, como se lo habían encontrado.
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Para tratar de poner coto a estas prácticas, la Diputación de Valladolid tiene en marcha el VII Plan de Adicciones, que busca concienciar a los jóvenes, a través de programas específicos, sobre el consumo –entre otros– de alcohol, drogas y el uso de Internet y los juegos de azar (talleres para progenitores, sobre prevención de accidentes de tráfico...).
Asimismo, según precisan fuentes de la institución provincial, existe la posibilidad de que educadores sociales intervengan si conocen con antelación dónde y cuándo se va a celebrar un botellón. «Este tipo de intervención se hace a pie de calle y con los jóvenes que están haciendo el botellón; en este sentido no sería tanto de prevención, sino más bien de reducción de daños», precisan estas mismas fuentes.
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