Ramón Gómez

Los pueblos de Valladolid se preparan para el verano desde la incertidumbre

Las actividades, en el aire ·

La Diputación contacta con el Gobierno para pedir «instrucciones y recomendaciones más claras y precisas» que faciliten a los alcaldes la gestión de la temporada estival

Laura Negro

Valladolid

Domingo, 17 de mayo 2020, 07:12

Este será un verano diferente a todos. El miedo al contagio de coronavirus, la limitación de aforos y la crisis económica que asola el país harán que los pueblos sean el destino favorito para estas vacaciones como forma de evitar las grandes aglomeraciones playeras.

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Ante esta situación, los alcaldes miran el calendario y sus tesorerías con preocupación. No saben cómo responder a las necesidades de una población, que en muchos casos se triplicará, con los medios personales, materiales y económicos de los que disponen. Tal es la incertidumbre de las corporaciones, que Conrado Íscar, presidente de la Diputación de Valladolid y en representación de los 225 municipios y nueve pedanías de la provincia, ha remitido una carta a la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, en la que expresa la preocupación común de todos los regidores, «independientemente de su color político», acerca de cómo tratar «la responsabilidad que recae en nosotros para afrontar las celebraciones de fiestas patronales o la apertura de piscinas municipales o centros culturales».

En su misiva, Conrado Íscar recalca a la ministra que «son innumerables los municipios que celebran sus fiestas en esas fechas, como también lo son la cantidad de preparativos y trámites administrativos que ellas conllevan», y recuerda que este no es un tema menor, «ya que se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para los alcaldes, pues no en vano ellos son los representantes políticos más cercanos y accesibles para la ciudadanía». Íscar solicita que las instrucciones y recomendaciones que se dicten desde la Administración General del Estado «sean lo más claras y precisas posibles», con la finalidad de que las decisiones que se adopten por los regidores en relación con la reapertura de las instalaciones municipales o con la celebración de festejos y actos culturales «sean decisiones fundadas en criterios técnico-sanitarios idénticos para todo el territorio nacional, sin que puedan ser tachadas de arbitrarias».

El alcalde de Peñaflor de Hornija, Juan Antonio Gutiérrez, con los depósitos de agua detrás. Ramón Gómez

José Antonio González Gerbolés es uno de esos alcaldes preocupados. Para los meses de calor espera «una avalancha» de gente en su pueblo, Castrodeza. «Aquí casi todo somos personas de riesgo. ¿Cómo podemos garantizar la seguridad de todos con los pocos medios que tenemos? ¿Qué vamos a hacer?», se pregunta.

«Por un lado están los que vienen a trabajar, como por ejemplo los cosecheros, y por otro los que vengan a su segunda residencia. Muchos traerán a sus amigos y familiares y nosotros tendremos que arreglárnoslas cuando la población se triplique. Esto hay que pensarlo ya, no hay que dejarlo para cuando tengamos los pueblos llenos. Las administraciones sacan normativas y luego somos los alcaldes los que tenemos que luchar contra viento y marea para cumplirlas, pero no nos dicen cómo debemos hacerlo», apunta el primer edil castrodezano. Él es también el presidente de la Mancomunidad Torozos, que aglutina 17 municipios de la comarca y que dependen de la buena voluntad de los agricultores para desinfectar las calles. «Gracias a sus tractores y a su labor desinteresada hemos mantenido el virus a raya. El problema empezará en unas semanas, cuando llegue la época de cosechar el cereal, en la que ya no podremos contar ni con los agricultores ni con sus tractores», dice González. Es hombre de buscar soluciones, y por ello ha adaptado uno de los camiones de la mancomunidad para la desinfección de los pueblos. «Estamos planteándonos contratar un conductor más. Nos faltan medios y nos vamos a ver sobrepasados, pero ahora más que nunca hay que dar un buen servicio», afirma.

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Seis veces más cartillas sanitarias

El regidor de Benafarces, Luis Chico, es consciente de que el vecindario aumentará sustancialmente en los próximos meses y con ello la demanda de unos servicios difíciles de acometer con la falta de recursos y personal de su consistorio. «Se nos va a llenar el pueblo y lo más preocupante es lo tocante a la salud. Pasaremos de 50 cartillas sanitarias a 300, pero con el mismo número de médicos y enfermeros. Es necesario que a los ayuntamientos nos doten con recursos especiales. En nuestro caso no tenemos alguacil y nos resulta difícil el mantenimiento de las calles e instalaciones. Hay que planificarlo ya para que esto no nos desborde», urge Chico.

Otro tema que inquieta a los regidores –y el presidente de la Diputación señala en su carta– es gestionar las piscinas municipales de acuerdo a la guía publicada por el Ministerio de Sanidad a raíz de la crisis de la covid-19, ya que «la inmensa mayoría de los ayuntamientos no tienen la suficiente capacidad para poder hacer que se cumplan los requisitos», señala la misiva. Ejemplo de alcalde preocupado es Félix Velasco, de Villanubla. «No sé qué vamos a hacer. Las medidas que aconseja Sanidad son de difícil implantación. Nos exigen complicadas medidas de desinfección, control de accesos, restricción de aforos y limpieza», afirma. «La limitación del aforo al 50% imposibilitará la venta de abonos, ya que no es viable impedir la entrada a alguien que la haya pagado. El telepago también será complicado. Queremos tener la seguridad de que se va a cumplir la normativa. No nos arriesgaremos a que por una relajación de las medidas se produzca un foco de contagio. Las recomendaciones del ministerio van dirigidas a piscinas de toda España, y son inviables para las de nuestros pueblos. Estamos a la espera de un nuevo informe de la Junta que se adaptará a las circunstancias concretas de nuestros municipios. La vigilancia permanente de la distancia de seguridad entre personas supondría contratar dos o tres personas a mayores, lo cual no es factible. En el ayuntamiento tenemos claro que no vamos a jugar con la salud de nadie», recalca.

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Hay regidores que temen una «avalancha» durante los meses de calor, lo que les obligará a aumentar los servicios que prestan

En Peñaflor de Hornija tienen pendiente la celebración de un pleno en el que tratarán, entre otros asuntos, cómo afrontar la apertura de la piscina. Según su alcalde, Juan Antonio Gutiérrez, cumplir la normativa «no es que sea difícil, es que es casi imposible». «Si el aforo son 100 personas y se llena con forasteros, se me van a quejar los del pueblo. ¿Cómo gestionamos eso?», se pregunta. Al alcalde peñaflorino también le inquieta que el aumento de veraneantes haga peligrar las reservas de agua del municipio. «Podemos llegar a tener problemas de abastecimiento de agua. Eso sería grave. En las fiestas, que son en septiembre, ya ni pensamos. Ahora mismo hay otros temas prioritarios que requieren nuestra atención», añade Gutiérrez.

«Los veraneantes ya están aquí», advierte Edilberto Ruiz, alcalde de Villanueva de Duero. «A muchos les pilló aquí el inicio del estado de alarma y algunas de las urbanizaciones del pueblo están muy concurridas», añade. En esta localidad están en permanente contacto con la Guardia Civil, que patrulla a menudo sus calles para vigilar que todo esté bien. «Las fiestas patronales del 13 de junio las tenemos aplazadas para cuando se puedan celebrar y en cuanto a las piscinas, estamos a la espera. Vemos imposible cumplir todos los requisitos que nos piden», apunta.

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Más del doble de población

En La Seca su teniente alcalde, David Rivera, informa de que llevan semanas trabajando de cara al verano. «Nuestra población habitual es de 1.100 vecinos y en verano siempre llegamos a los 2.500. Este año lo superaremos con creces», dice. Para dar un buen servicio aumentarán la plantilla municipal con cuatro empleados más. «La frecuencia de recogida de residuos se va a duplicar y ya estamos cerrando contratos para las fiestas, que serán el primer fin de semana de agosto. Por si acaso no se pudieran celebrar estamos incluyendo cláusulas para evitar penalizaciones para ambas partes. Los actos se celebrarán en viñedos y otros espacios abiertos, con aforos muy limitados y con varios pases», explica. En cuanto a la piscina, quieren tener todo listo para poder inaugurar la temporada el 14 de junio, aunque «si vemos el mínimo peligro no abriremos. Compartir vestuarios y césped es un riesgo y habrá que pensar en limitar aforos mediante inscripción previa. Abrirla al público general sería algo muy irresponsable», añade.

El concejal Urbanismo, Obras y Servicios Municipales de Villanubla, Gonzalo Sánchez, junto a la piscina local.

En Peñafiel el alcalde, Elías Arranz, destaca que «en principio en la localidad, aunque aumenta la población» durante el verano, «no esperamos una proporción como en pueblos más pequeños», si bien reconoce que «el control es siempre difícil». En cuanto a la apertura de la piscina municipal, un punto de encuentro y de ocio importante en la época estival, su apertura este año la ve «casi imposible», según informa Agapito Ojosnegros.

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El uso de las piscinas municipales, que debe adaptarse a la nueva normativa, es una de las grandes preocupaciones

En Quintanilla de Onésimo su regidor, Carlos de Barrio, espera tantos veraneantes como en años anteriores, «pero como tampoco sabemos en qué situación vamos a estar en el momento en el que den las vacaciones, habrá que estar pendiente a las medidas que se estén tomando entonces por parte de las administraciones competentes». «Somos conscientes de que va a venir mucha gente», reitera, y añade que «supongo que Diputación y Delegación del Gobierno darán instrucciones respecto a esta situación». 

Oportunidad «única»

Carlos Martínez, de Villalbarba, no ve tanto problema ante la llegada masiva de visitantes. «No hay que caer en pensamientos localistas y temer la llegada de veraneantes, porque ya estaremos todos en igualdad de riesgo de contagio. Hay que apelar a la responsabilidad de cada uno y tener en cuenta que si nos permiten viajar es porque es seguro. Este verano será una oportunidad única para los pueblos y para la promoción del turismo rural. Que vengan los veraneantes es positivo para todos, ya que reactivará la vida y la economía del pueblo. Es una pena escuchar a muchos decir que no quieren visitantes en sus municipios. Yo sí los quiero para el mío, pero siempre que nadie corra riesgos. Que nos digan las administraciones lo que tenemos que hacer y lo haremos», apunta el máximo responsable municipal de la localidad.

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El alcalde de Tordesillas, Miguel Ángel Oliveira, también se está preparando para unos meses estivales de gran afluencia en el municipio con todo lo que ello conlleva, según informa Patricia González. «Tordesillas aumenta la población en verano en cerca de 3.000 personas. Vamos a esperar a conocer la fase en la que nos encontremos en ese momento y actuaremos en consecuencia», indica el regidor con precaución. «Actualmente estamos reforzando, equipando y formando al grupo de voluntarios de Protección Civil de cara a las acciones de vigilancia e información para este verano», agrega.

Los cuñados Javier Vallecillo y Olga Fernández en una de sus casas rurales de Urueña. Laura Negro

Las casas rurales, a la espera de que lleguen las reservas

Luis Chico en Campo y Lumbre. L. N.

Ir a la casa del pueblo este verano parece la mejor opción pero, ¿qué ocurre con los alojamientos de turismo rural? Estos se postulan como alternativa segura y económica cuando finalice el confinamiento. Los empresarios del sector en la provincia afirman que al ser más pequeños pueden mantener mejor las medidas preventivas y de higiene. Llevan dos meses sin ingresos y con la incertidumbre de no saber cuándo volverán a escribir en el libro de reservas ni las medidas sanitarias que deberán adoptar.

Luis Chico Luque es el propietario de la casa rural Campo y Lumbre en Benafarces y presidente de la Asociación de Empresarios de Turismo Rural de Valladolid. Señala que portales líderes del sector como Escapada Rural, que aglutina más de 17.000 alojamientos de toda España, han detectado un aumento del 122% en las prereservas con el inicio de la desescalada, un dato que según dice «nada tiene que ver con lo que estamos viviendo los empresarios vallisoletanos». «Es incierto que estemos desbordados con las reservas. No tenemos ni una, todo se anuló con el estado de alarma. Mientras no haya luz verde a la movilidad, no habrá reservas», apunta. El 50% de los turistas rurales que eligen la provincia proceden de Madrid, el 30% de otras provincias de Castilla y León y elresto llegan de Galicia, Asturias y el resto de autonomías.

«Seguramente esas avalanchas de turistas que tanto predican se concentran casi todas en la Sierra Norte de Madrid ya que, por las circunstancias actuales, si en Madrid no pasan de la fase 1 los madrileños tendrán que veranear en su comunidad. Allí están cobrando entre 3.000 y 3.500 euros por quincena y lo tienen todo ocupado. Ojalá nosotros también reserváramos por quincenas», señala Chico, que tiene todo listo para la llegada de visitantes: máquina de ozono, geles hidroalcohólicos y guantes. Él espera llenar en verano, pero para eso tiene que empezar a vender ya. Ha contactado con otros propietarios para dinamizar la comarca y echa de menos más campañas promocionales del turismo de interior. «La Junta nos ha prometido una campaña, pero no sabemos cuando saldrá. Ya vamos tarde. No podemos esperar más. Yo vivo de esto y llevo dos meses sin ingresar ni un euro», señala. «El Instituto para la Calidad y el Turismo ha elaborado una guía con recomendaciones para aplicar en nuestros establecimientos, pero son medidas pensadas para grandes hoteles, no para pequeños alojamientos como el mío. Ese es el problema de que las normas se redacten desde los despachos, con un desconocimiento total del turismo rural», añade contrariado el dueño de Campo y Lumbre.

Olga Fernández y Javier Vallecillo son cuñados y entre los dos regentan cuatro casas rurales en Urueña y Torrelobatón. Esperan con incertidumbre la llegada de reservas para el verano. «A día de hoy no tenemos nada reservado. Se anuló todo lo que teníamos para la primavera, la Semana Santa y Villalar. El 70% de nuestros ingresos anuales los hacemos desde marzo a junio, y todo eso lo hemos perdido. Aquí los meses de julio y agosto suele bajar la demanda porque la gente prefiere los destinos de sol, pero somos optimistas y puede que este sea el verano del turismo de interior. Esperamos que muchas familias y grupos de amigos elijan venir a una casa rural para disfrutar del patio y de la tranquilidad de un pueblo. Las casas rurales son más seguras, porque no se comparte ningún espacio y entre reserva y reserva tenemos tiempo para desinfectar. Somos conscientes de que el verano se plantea difícil, pero no hay que perder la ilusión», manifiestan.

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