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Aún les quedan cuatro meses para rematar la extensión del contenedor marrón de orgánico y cumplir así con la normativa de la Unión Europea, pero los pueblos de Valladolid ya miran hacia el final del verano para acelerar el despliegue de estos depósitos y ... ajustarse cuanto antes a la norma, que fija 2024 como fecha límite para implantarlos. La gran mayoría de mancomunidades esperará hasta que los veraneantes –que cada año llenan el medio rural vallisoletano, con el consiguiente refuerzo de servicios como precisamente la recogida de basuras– regresen a sus respectivas localidades o ciudades para ponerse en marcha con el proceso.
Un procedimiento costoso, como coinciden los nombres que comparecen bajo estas líneas, a la par que «necesario» y cuyos gastos se han visto aminorados gracias a distintas subvenciones. Por ejemplo, la Diputación de Valladolid puso en marcha una partida para sufragar los costes derivados de la prestación del servicio. También otras dos líneas de ayudas –para las Zonas Sur, Norte y Este– para comprar estos contenedores.
Hay mancomunidades donde el despliegue está muy avanzado, como es el caso de Montes Torozos o Bajo Duero. En la primera, su presidente, José Antonio González Gerbolés, asegura que tienen todo «pensado y planeado», aunque advierte de que es un proceso largo y costoso. Los municipios de mayor tamaño, como son Arroyo de la Encomienda, Zaratán, Geria o San Miguel del Arroyo, ya disponen de contenedores de la quinta fracción. En los más pequeños, han aprovechado el periodo estival, con parte del personal de vacaciones, para «preparar las frecuencias». «En septiembre ya lo tendremos, pero no es solo desplegar los contenedores; hay que diseñar una frecuencia especial, contar con más camiones, personal... Es mejor empezar más tarde dentro de los plazos y hacerlo bien que implantarlo rápido y que salga mal por correr», asevera González Gerbolés.
El sistema que implantarán en pueblos de menor tamaño, de menos de 150 habitantes, es el compostaje comunitario. En Castrodeza, donde José Antonio González Gerbolés también es alcalde, lo utilizan «desde hace años y funciona muy bien». «Al principio cuesta un poco, pero luego los vecinos se van animando; se generan poco residuos orgánicos y, además de que es un buen sistema, nos permite abaratar costes porque no haría falta llevar el camión», añade.
En Campos Góticos, que engloba a una veintena de localidades de Tierra de Campos, ya han adquirido una partida de contenedores. «Se están poniendo; en septiembre vamos a recibir una parte de ellos y más adelante, la otra», afirma su presidente, Agapito Bravo, quien insiste en que en las próximas semanas se «acelerará» todo lo relacionado con la instalación.
También disponen ya de todos los contenedores en la Mancomunidad Bajo Duero. Así lo confirma su presidente, Miguel Ángel Oliveira, quien señala que la idea era empezar este mismo verano, aunque prefirieron esperar y que se retomara la normalidad en los pueblos tras la llegada de veraneantes. «Adquirimos un camión el año pasado y el próximo adquiriremos otro», matiza Oliveira, también regidor de Tordesillas.
Considera que esta medida es de «vital importancia», por lo que tratarán de implementarlo en la mayor brevedad posible. Por lo pronto, el siguiente paso que darán será llevar a cabo una potente campaña informativa para que los ciudadanos sepan en qué consiste el proceso, los motivos y cuáles son los objetivos que se persiguen con ello. En el caso de municipios pequeños, como ya proyectan en Montes Torozos, están «estudiando fórmulas», aunque por el momento barajan aplicar el compostaje comunitario. «Sabemos que en otros sitios se hace y funciona bien, pero estamos trabajando en ello y valorando diferentes posibilidades», subraya.
No obstante, también hay otras mancomunidades, como la de Valle del Esgueva, que está sorteando un tortuoso camino repleto de obstáculos para extender el contenedor marrón por sus dieciséis pueblos, para que sus 6.000 vecinos puedan depositar la materia orgánica en el depósito que la corresponde. Quieren, pero no pueden, porque supone un desembolso importante, además del laberinto de trámites que deben superar. «Para mancomunidades más pequeñas como la nuestra es más complicado; estamos dándolo una vuelta a ver cómo podemos abordarlo», sostiene su presidente, Fernando Monge, quien confía en que «surja por parte de administraciones centrales otro planteamiento más accesible». «Es muy bonito poner una norma que nos encantaría cumplir, porque pensamos que es necesario, pero luego no se puede por el coste que supone y la organización; en una mancomunidad más grande disponen de más recursos, pero nosotros solo tenemos un vehículo y un operario», explica Monge, alcalde de Castronuevo de Esgueva.
Asimismo, a parte de la financiación, están valorando las diferentes posibilidades organizativas, estudiar de qué manera han de establecerse las frecuencias para que el servicio sea adecuado. «En invierno, un día a la semana está bien, pero en verano, solo una recogida a la semana... No lo vemos», apostilla.
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