![La provincia de Valladolid se vacía y perderá 111.800 habitantes en treinta años, el 21%](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201910/17/media/cortadas/ovejas1-k8iC-U90426298884uwH-624x385@El%20Norte.jpg)
![La provincia de Valladolid se vacía y perderá 111.800 habitantes en treinta años, el 21%](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201910/17/media/cortadas/ovejas1-k8iC-U90426298884uwH-624x385@El%20Norte.jpg)
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El balido de las ovejas camufla el silencio que, desde hace décadas, prevalece en Herrín de Campos. En esa burbuja de casas adosadas de piedra y adobe enclavada en Tierra de Campos ya no queda casi nadie. «Aguantan» los de casa, los que «aman» ... su tierra «por encima de todas las cosas». «O hacen algo ya o nos vamos a pique», reconoce Santiago del Rey, el pastor del municipio. Tiene 60 años y lleva «casi toda la vida» dedicándose, junto a su hermano 'Chuchi', al ordeño de ovino. Tienen más de mil ovejas. «Hay más que personas en los pueblos de alrededor», bromea. El suyo es el grito silencioso de la tierra sin gente. Existen y quieren seguir vivos. Tiene los ojos vidriosos. Los dedos, encallados. Las cutículas de las uñas están pintadas de rosa. Tardará «días» en desaparecer. «Sale bastante mal», reconoce Del Rey. Son las once de la mañana y acaba de «soltar» el espray que le ha provocado las máculas. Lleva desde las siete y media «marcando» con un círculo fucsia en el lomo a las ovejas que están «a punto» de parir.
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La explotación de Santiago emana paz. Susurra historias. Es un pequeño refugio en medio de la nada. Allí se pasa «la mitad del tiempo». Cuenta que su día a día es «aburridísimo, muy monótono». «Es lo que tiene vivir en pueblos pequeños, que no hay más opciones ni alternativas; vamos de la nave a casa y de casa a la nave», lamenta.
Las frases
bar de herrín de campos
santiago del rey, pastor de herrín de campos
josé antonio ramos, albañil en villafrades
francisco javier sánchez, teniente alcalde de villafrades
Ha sido testigo de la sangría demográfica que han experimentado tanto Herrín como el resto de localidades de la comarca. Pero un estudio sobre la proyección del crecimiento natural de la población de Castilla y León realizado por la Universidad Católica de Ávila (UCAV) ha arrojado un rayo de esperanza en el municipio. Es un halo de luz entre tanta oscuridad. Este proyecto, liderado por la profesora de Economía Beatriz Sánchez, anticipa que Herrín resistirá al paso del tiempo. Ganará el pulso a la despoblación. Pero Santiago del Rey no se «fía». Cree que, mientras no haya oportunidades laborales, «nadie» querrá ir a vivir al mundo rural. «¿Pero a qué van a venir, si no hay trabajo ni hay servicios ni nada de nada?», se cuestiona.
Si quieren hacer la compra tienen que desplazarse hasta Villalón de Campos, la «pequeña capital» de la comarca, situada a tan solo ocho kilómetros. Una vez a la semana llega un camión con fruta y embutido. El panadero pasa todos los días. El bar abre «casi siempre». Si el dueño, Adolfo Acero, no puede –trabaja en el Ayuntamiento–, su padre Fidel, de 86 años, coge el testigo y le suple. «Aquí no hay ni una sombra para ir a pasar la tarde debajo del árbol; tampoco hay trabajo y solo quedamos cuatro ancianos, me extraña mucho que esto vaya a mejor», asevera Fidel, albañil jubilado que dice conocer la fórmula para acabar con la despoblación: «mirar un poco hacia la ganadería». «Son los que traen la mano de obra, los que podrían dar un poco de vida a los pueblos pequeños», continúa.
La idea inicial del proyecto era «muy drástica»: «hacer la esperanza de vida de los municipios y decir: este pueblo muere en tal año». Finalmente, asegura la coordinadora de la investigación, Beatriz Sánchez, optaron por «poner las cifras sobre la mesa para ver hasta qué punto las localidades se estaban vaciando». En el panorama que dibuja el estudio de la Universidad Católica de Ávila (UCAV) no se tienen en cuenta los movimientos migratorios. En caso de que lo hubieran previsto, añade, «en algunos sería peor». «Es casi el mejor escenario posible».
Para llegar a las conclusiones del trabajo, partieron del padrón publicado por el INE a fecha del 1 enero de 2018, separada por sexo y grupo de edad, y aplicaron las tasas de fecundidad y mortalidad «al futuro para ver qué pasaba».
El trabajo de la UCAV, para el que han empleado «cerca de un año», tal y como confirma la coordinadora, estima que la provincia de Valladolid perderá el 21,5% de su población hasta 2050, es decir, unos de 111.789 habitantes. Más cerca, en 2030, el descenso es notorio, pero menos agresivo: habrá una reducción del 5%, unos 26.000 habitantes menos.
El futuro que vislumbra este 'viaje' al futuro es desolador. Año 2050. La despoblación ha avanzado y ha vaciado gran parte de la provincia. Ocho municipios sobreviven sin llegar a los quince vecinos empadronados. Tan solo una decena de pueblos consigue incrementar un padrón que, en la mayoría de los casos, entre 180 y 190, se ve reducido prácticamente a la mitad. Otros como Santovenia de Pisuerga persisten y tan solo cuenta en su padrón con dos habitantes menos que en 2018. Valladolid, la capital, también padece una importante pérdida. Pierde al 26,85% de sus vecinos, en torno a 80.251. Un panorama mucho más desolador que en 2030 cuando, según las estimaciones, verá su censo reducido en 22.611 ciudadanos, el 8% menos que en 2018 (298.866).
Ni tan siquiera las localidades del alfoz de la capital romperán con la tendencia del abandono en 2050. Tan solo Zaratán (con un crecimiento de 896) y Arroyo de la Encomienda (de 5.193) revertirán la situación. Los grandes municipios de la provincia también verán cómo sus casas están cada vez más vacías. En Laguna de Duero perderán, siempre según el citado proyecto, 3.073 habitantes; en Tordesillas, 1.900; en Medina del Campo, 4.146; en Tudela de Duero harán lo propio 1.353 ciudadanos; en Medina de Rioseco, 1.311; en Simancas habrá 805 empadronados menos; en Peñafiel, 1.244; en Íscar, 1.262;y en Olmedo, 854.
En Villafrades de Campos, dentro de 31 años serán treinta y nueve menos. Es uno de los pueblos de la provincia que sufre una caída de población más agresiva. Perderá en torno al 60%del vecindario. Su teniente alcalde, Francisco Javier Sánchez, considera que «lo primero» que deben hacer las instituciones es dar «más facilidades a los negocios». «No se puede exigir lo mismo que en Palencia o Valladolid, porque entonces no viene nadie», apostilla.
Municipios como Aldeamayor de San Martín, La Cistérniga o Cabezón de Pisuerga representan la otra cara de la moneda. La excepción. En Aldeamayor, por ejemplo, la población aumentará el 21,39% y llegará hasta los 6.939 vecinos. En Cigales habrá 183 habitantes más mientras que, en La Cistérniga, el crecimiento será de 235. La cuenta atrás ha comenzado. La provincia se desangra. Aún no es tarde.
Calma y Tranquilidad. Esos eran los únicos requisitos de José Antonio Yllera, Cecilia Alcalde y la hija de ambos, Paula Marina, para encontrar su residencia «ideal». Vivieron «un tiempo» en Perú, de donde procede Cecilia, porque allí invirtieron «algo de dinero». Pero más temprano que tarde regresaron a España. Rehuían de la idea de arrendar una casa. «Casi por casualidad», incide, llegaron hasta Torrevieja, en Alicante.
Aprovecharon que la madre de José Antonio tenía un domicilio allí, «frente a la playa», para empezar de cero. Una nueva oportunidad. Lo tenían «todo», pero Cecilia reconoce que les «faltaba algo». Su marido «siempre» deseó vivir en un sitio «con parcela». A ella, el campo y el clima de Castilla y León –regentaron un bar en Palencia, localidad natal de José Antonio– le dejaron prendada. A principios del año pasado decidieron dar un giro de 180 grados a su vida. Era el momento de cumplir sus sueños. Apostar por «ser felices». Todo al rojo. «Queríamos algo por la Comunidad Valenciana, pero era sumamente caro», sostiene.
Estaba a punto de arrojar la toalla cuando la fotografía de una casa en la localidad vallisoletana de Villafrades de Campos se coló entre sus búsquedas en los portales inmobiliarios. Se acabó el rastreo. Esa era la «mejor opción posible». «Sabía del clima, de cómo es la vida en Castilla, y al ver la parcela tan grande sabía que a mi marido le iba a encantar; le di un dulce», asegura.
Dicho y hecho. Le «encantó». Al día siguiente, «un viernes», recuerda Cecilia, José Antonio viajó hasta Tierra de Campos para hacer una «propuesta» al vendedor. En apenas tres días realizaron todos los trámites necesarios. No obstante, esperaron a que su «niña», de diez años, acabara el curso para mudarse. Llegaron en septiembre del año pasado y, desde entonces, su vida es «todo lo que queríamos y esperábamos». Según reconoce, la pequeña Paula Marina es quien peor lleva la adaptación a un municipio de tan solo 65 habitantes censados. «Está medianamente feliz, pero está tranquila; le ha chocado, es bastante sociable, y llegar a un sitio donde casi no hay niños...». Cuenta que son «felices» en Villafrades. Que la acogida ha sido «espectacular». Pero, en un ejercicio de «sinceridad», anticipa que no se ve viviendo allí dentro de veinte años. «Yo iré donde quiera mi hija, y sé que ella quiere estudiar, ser artista», indica.
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