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Para muestra un botón. El que comentaban esta semana un vecino de Tudela de Duero junto con el alcalde de la localidad, Luis Javier Gómez, a los pies de una farola. Concretamente, debajo del cartel de zona videovigilada. «Desde que se colocó la cámara no ... hemos tenido ningún altercado. Esa papelera, que antes centraba la ira de los vándalos, se ha mantenido intacta todo este tiempo», explicaba el vecino de Tudela al regidor sobre el artilugio que apunta a un mural dedicado a la Cañada Real de Carlos Adeva y que, hasta la fecha, aguanta sin tachones ni firmas grafiteras.
El ejemplo de Tudela se empieza ya a ver por todos los rincones de la provincia. Sobre todo, en municipios con Policía Local. Sus ayuntamientos, después de superar un amplio mar burocrático de licencias con la Delegación del Gobierno, apuestan por la instalación de videovigilancia para preservar el patrimonio en tiempos de despoblación o evitar, principalmente, delitos medioambientales al arrojar todo tipo de vertidos en puntos incorrectos.
Son esos hechos lo que preocupan a los regidores de la provincia, cansados de ver cómo cada cierto tiempo alguna pintada o destrozo obligaban al ayuntamiento de turno a rascarse el bolsillo para una nueva reparación. «Tenemos tres murales y se están respetando al 100%. Este patrimonio es cultura en la calle y las cámaras están cumpliendo con su función», continúa Gómez, que empezó hace unos años a solicitar este tipo de instalaciones ante el avance de escombros en los denominados puntos negros. «No ha sido un camino fácil, pero nos has permitido poner bastantes sanciones en esos puntos. Las grabaciones cogen las matrículas y eso facilita la identificación del autor. Evidentemente tiene un coste económico, pero más cuesta convivir con la contaminación», añade el regidor.
Ante la falta de personas, cámaras vigilantes las 24 horas del día. Así de simple y efectivo. Y todo esto en los pequeños municipios de Tierra de Campos. Hace ya dos años que la propuesta del grupo de acción local ADRI Valladolid Norte se puso en marcha con el objetivo de reducir los actos vandálicos en 32 municipios de la comarca . «Los robos se redujeron drásticamente», incide el gerente de ADRI Norte, Eugenio García Rojo, que detalla el inicio de una idea que llevó a municipios que no llegan al medio millar de habitantes la seguridad videovigilada. «Lo que el hombre no ocupa, la naturaleza y el caco recupera. Mucha gente de la zona ya es mayor y se veía cómo aumentaban los incidentes en casas. Se habló de la instalación en 2018 a través de los presupuestos participativos de la Diputación, porque la despoblación también motiva la falta de seguridad», explica.
Tras esa idea, convertida en realidad desde 2020, muchos particulares se unieron a la moda de instalar cámaras en sus recintos. «Vemos muchos carteles de zona videovigilada por Tierra de Campos. Eso ha echado para atrás a los cacos. Agricultores y ganaderos han apostado por estos métodos de seguridad para cuidar su maquinaria, carburantes, semillas...», prosigue.
Las grabaciones durante todo el día también generó el debate ético ante la posibilidad de quebrantar la famosa protección de datos. En estos municipios, sin Policía Local todos ellos, se generaba el dilema de quién iba a controlar esas grabaciones. «Como se financió a través de la Diputación, la asesoría jurídica se planteó el problema de las filmaciones. Tuvimos que mantener una reunión con el ahora ya exsubdelegado del Gobierno en Valladolid Emilio Álvarez. Nos dijo que no nos preocupáramos si era para velar por el patrimonio de la zona», agrega García Rojo.
Hasta el punto de que avisa que alguna de esas 'pilladas' se están tramitando como delito ecológico. «No nos va a temblar el pulso para llevar esos delitos por lo penal. Estamos contentos con las cámaras porque surgen su efecto y las infracciones en esos puntos negros han descendido ya un 50%», prosigue el alcalde sobre los ochos aparatos que ya tiene Tudela de Duero y cuyo coste se mantiene anualmente entre los 5.000 y 8.000 euros.
Sucesos en Valladolid
La casuística es muy similar en otros rincones de la provincia. Delitos de diversa índole que se repiten con asiduidad y que se atajan con unos artilugios que emplean, normalmente, red wifi para grabar en servidores externos a los que solo tienen acceso los Cuerpos de Fuerzas y Seguridad del Estado. Como es el caso de Medina de Rioseco.
Román Rodríguez, alcalde de Laguna
Todo arrancó hace cuatro años, cuando empezaron a robar combustible de los camiones estacionados en el mercado de ganado. Precisamente, los conductores optaban por otro sitio para aparcar sus camiones. Hasta que el Ayuntamiento de la localidad decidió instalar dispositivos de seguridad para asegurar la zona. «Dijimos a los afectados que íbamos a dar la mayor de las garantías. Y así fue. Desde entonces no hemos vuelto a tener esos problemas», explica el regidor de la localidad, David Esteban, que no descarta seguir con estas medidas para evitar otros incidentes en el municipio, aunque plantea también el debate ético de la protección de datos. «Sabemos que la normativa es compleja y que no se pueden instalar en cualquier punto. Existen unos derechos que no se pueden vulnerar, pero no descartamos más cámaras. Es una herramienta útil y la mejor forma de ejemplificarlo lo encontramos en el mercado de ganado», detalla Esteban.
De esta forma, más de 40 municipios en Valladolid, incluida la capital, ya han instalado cámaras en sus calles con el objetivo de tener más ojos en la calle y ser un elemento disuasorio. Es la situación en Laguna de Duero, que cuenta ya con quince cámaras en sus terrenos y con el objetivo de aumentar ese número. «Estamos pensando en preparar un expediente administrativo para enviarlo a la subdelegación y poder instalarlas en puntos negros como en los entornos del lago, en la plaza de Valladolid, lugares en los que los jóvenes se reúnen. Todo lo que sea para evitar violencia y vandalismo lo vamos a hacer», detalla el alcalde del municipio, Román Rodríguez.
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Precisamente son muchas las localidades que ya se aventuran a afirmar la idea firme de aumentar el número de dispositivos o iniciar los trámites para contar con estos en la vía pública. Arroyo de la Encomienda anunciaba hace escasas semanas que ya tiene el pliego para empezar a recibir ofertas de empresas y poder ubicar cuanto antes las 16 cámaras. «Son unos artilugios empleados para prevenir, además de unos elementos disuasorios que ayudarán a la Guardia Civil y a la Policía Local», apunta el regidor Sarbelio Fernández.
Una cifra de municipios con videovigilancia que aumentará sin ninguna duda en los próximos años, como ya ha venido sucediendo hasta el momento. Muchos equipos de gobierno de diferentes ayuntamientos ya tienen la idea de iniciar el proceso tedioso de llevar estos aparatos a sus pueblos. En la provincia, por poner unos ejemplos, se lo plantean ya los alcaldes de Pedrajas de San Esteban, La Cistérniga, Medina del Campo y Boecillo.
Todos los ediles tienen la máxima de que, aunque no tengan ningún proyecto concreto, poseen un pensamiento que en un futuro quieren ejecutar. «Es complicada la tramitación para ponerlas, pero en algunos puntos determinados nos vendría muy bien», inciden de forma genérica los alcaldes de estos municipios.
Un proceso de instalación cuya competencia recae en la delegación del Gobierno en Castilla y León y que se limita para grabar sonidos e imágenes en lugares públicos abiertos o cerrados y su posterior tratamiento. Solo se pueden utilizar por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y cuya finalidad es contribuir a asegurar la convivencia ciudadana, erradicación de la violencia, utilización pacífica de las vías y espacios públicos, así como prevenir la comisión de delitos e infracciones relacionados con la seguridad ciudadana.
Pueden existir videocámaras instaladas para otras finalidades, como por ejemplo las cámaras de control, regulación y vigilancia del tráfico en las vías públicas (este trámite es más sencillo), cuya autorización corresponde a la administración competente en materia de tráfico.
La instalación fija de videocámaras utilizadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de las Corporaciones Locales es autorizada siempre por la delegada del Gobierno previo informe de un órgano colegiado, denominado Comisión de Garantías de la Videovigilancia, presidido por el presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) y del que también forman parte el Fiscal Jefe del TSJ, un abogado del Estado y un representante de la Federación de Municipios y Provincias. En este informe, preceptivo y vinculante, se considera si concurren o no las circunstancias que motivan su instalación, como son el aseguramiento de la protección de edificios públicos, la constatación de infracciones de seguridad ciudadana o la prevención de daños a personas y bienes.
Después, la delegación del Gobierno emite una resolución motivada y referida al lugar público concreto donde se prevé la instalación de las videocámaras. En esa resolución se incluyen otras limitaciones o condiciones de su uso, como la prohibición de tomar sonidos, excepto si concurre un riesgo concreto, el ámbito físico de grabación, las especificaciones técnicas de las cámaras y la duración de la autorización, que tendrá una vigencia máxima de un año, a cuyo término habrá de solicitarse su renovación.
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