Nicolás toca la trompeta, el intrumento musical que le ha acompañado toda su vida. José Castillo

Nicolás Medina, el primer trompeta del Teatro Chino enamorado de una vallisoletana

A sus 96 años, atesora una vida de recuerdos como primer trompeta de grandes figuras como Lola Flores, Marifé de Triana o Lina Morgan

Laura Negro

Valladolid

Domingo, 28 de febrero 2021, 08:23

«La trompeta me lo ha dado todo», dice Nicolás Medina Gilabert mientras acaricia su preciado instrumento. «Me ha dado de comer, me ha permitido conocer lugares maravillosos y gente increíble», recalca este veterano músico de 96 años bien llevados. La trompeta ha sido ... su vida y su fiel compañera. Aún hoy le gusta acariciar su metal, saborearla y hacerla sonar, aunque reconoce que con el tiempo ha perdido el callo del labio y ahora le resulta difícil tocarla. Lo dice mientras saca las notas de la famosa canción 'Balada triste de trompeta', una de las que le gusta disfrutar a solas en su cuarto.

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Nació el 19 de enero de 1925 en Jimena, Jaén. Con tan solo 6 años quedó fascinado viendo tocar al trompetista de la banda de la guardia civil de Valdemoro. «En ese momento me dije que tenía que aprender a tocar. Así que en 1936, al inicio de la guerra, el director de la banda de mi pueblo me dejó acceder a los estudios de solfeo e instrumento. Me dio a elegir y, por supuesto, elegí la trompeta». Como despuntaba, al finalizar los tres años de estudio, su maestro le envió a Madrid a aprender métodos de trompeta, que eran «dificilísimos» y le exigían hasta seis horas de dedicación al día.

Una imagen de sus inicios.

«Daba serenatas en mi pueblo y las chicas se enamoraban cuando sonaba la trompeta. Cuando terminó la guerra, en 1939, ya teníamos una banda de música. Para mí era una afición, hasta que mi tío paterno, que era teniente, me ofreció entrar en la banda militar de Córdoba. Me ficharon y me pusieron a tocar el fliscorno, un instrumento parecido a la trompeta y que lleva la voz cantante en la banda. Tenía que hacer muchos solos. Ese fue el momento de mi despegue. A partir de entonces siempre he sido primer trompeta durante toda mi carrera profesional», recuerda orgulloso.

Un salto al espectáculo

Logró sacar la plaza de cabo de música militar, sin embargo, el sueldo y la vida del ejército no le terminaban de convencer, así que decidió dar el salto al mundo del espectáculo. Entró a formar parte del elenco musical de la orquesta Orozco, una de las más importantes del país, en la que había figuras de primer orden, como el cubano Antonio Machín. «Éramos amigos. Actuábamos en los mejores casinos, íbamos a la radio todas las semanas para dar a conocer la orquesta, bien uniformados. Fue una gran época», prosigue.

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Luego probó suerte en los grandes y famosos cabarets de la Línea de la Concepción. «Había muchísimas vedettes. Cada vez que llegaba la escuadra americana o la inglesa con cientos y cientos de soldados a Gibraltar, todos se acercaban a ver el espectáculo. Allí se movía el dinero a paladas y todos se acababan tirando el Codorniu por la cabeza. En ese momento me pagaban 12 duros por noche, además de las grandes propinas que nos daban», sigue narrando.

Con sus compañeros de orquesta.

Tras las orquestas y el cabaret, Nicolás dio el salto al teatro, concretamente al Teatro Chino de Manolita Chen, el más famoso de la época, que formó parte consustancial de las ferias más importantes del país, con números de circo, de la revista musical y del espectáculo de variedades. «Siempre había dos sillas reservadas en primera fila por si venía la censura. Había un timbre en la puerta y si aparecía le hacían sonar. Así sabíamos que debíamos suprimir determinadas partes del espectáculo», dice.

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En 1953, durante la feria de Ceuta, conoció a Tina de Albéniz, una bella vedette vallisoletana de la que se enamoró al instante. «Ella, en aquel momento, actuaba en el Teatro Circo Cirujeda. Nos presentó Manolita Chen y al rato me vio bailando con otra chica muy pegados. Yo veía que ella estaba muy pendiente. Enseguida empezamos a salir y Manolita la contrató. Era una gran artista. Cada vez que salía al escenario a hacer su número, yo hacía sonar la trompeta para acompañarla». Era su modo de cortejarla.

Trabajaron dos años en el Teatro Argentino y, al finalizar la turné del año 1959, se casaron en La Coruña. Ese mismo día salieron de viaje para Valladolid, donde instalaron su residencia permanente. Tina montó una peluquería y Nicolás siguió con la música. «Cuando llegué a Valladolid, aquí no me conocía nadie, pero a mi mujer sí. Gracias a ella me ofrecieron tocar en una orquesta. A partir de ahí me salió trabajo en el Teatro Carrión, donde venían las grandes compañías. Cuando me escuchó Lina Morgan me pidió que me fuera con su compañía durante un mes a Bilbao, al teatro Ayala. Entonces ganaba 300 pesetas por noche y pedí como condición que me dieran 1.000. Y me las pagaron. Yo era de los mejores trompetas que había en la época. Me llamaban 'El andaluz' y muchos espectáculos no los contrataban si no iba yo», presume.

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Nicolás, en sus mejores años como trompetista.

A lo largo de su extensa trayectoria, Nicolás ha tenido oportunidad de poner música a la voz y espectáculos de los más grandes, como Lola Flores, Manolo Caracol, Marifé de Triana, Quique Camoiras, Angelillo, Juanito Valderrama o Ángel Cristo. De éste último guarda grandes recuerdos de cuando apenas era un chiquillo. «Le encantaba sentarse en mis rodillas durante los números, mientras yo tocaba la trompeta», cuenta.

Cuando Ángel Cristo necesitó un trompetista para su Circo Ruso se acordó de aquel que le sentaba en su regazo. Dos años estuvo Nicolás fuera de casa, hasta que su mujer, cansada de las ausencias, le buscó un empleo en Indal. «Durante un tiempo compaginé trabajo en la fábrica con el teatro y las orquestas de los pueblos, incluso llegué a montar una zapatería», recuerda.

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Juntos han compartido 67 años felices años hasta que hace unos meses Tina falleció. A Nicolás se le empaña la mirada mientras observa sus fotografías de su época de vedette. «Qué guapa era. Era una gran mujer», murmura.

Su hija Sarabel ha heredado la pasión por la música de sus padres. Ella es cantante de copla con 30 años de experiencia sobre escenarios de toda España y del extranjero. Reconoce que sus mejores fans han sido sus padres y su madrina profesional fue Marifé de Triana, que fuera amiga íntima de su madre.

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«He tenido una gran vida»

Dice que ha «gastado» cinco trompetas a lo largo de su carrera. La última la tiene como oro en paño. Nicolás es agradecido con este instrumento que le ha permitido disfrutar de una vida plena, conocer España, Argelia y hasta Casablanca, y actuar con los mejores artistas. «He tenido una gran vida».

El primer trompeta del teatro chino era excelente en la ejecución. Sabía sacar un sonido brillante, melódico y tranquilo. A sus 96 años se le sigue notando la pasión cuando se acerca la trompeta a la boca y aunque el labio a veces le juegue malas pasadas y deje de vibrar, sus dedos siguen igual de ágiles para sacar las más bellas melodías.

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