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El día soleado de ayer invitaba a salir al aire libre. Sin una nube en el cielo, los residentes de El Villar, en Laguna de ... Duero, miraban al exterior con ganas de poder coger una bocanada de aire fresco. Pero la afortunada del martes fue Aurora Lázaro. Tiene 93 años y vive en la residencia de mayores desde junio de 2019.No ha salido a la calle desde hace más de un año, antes de que comenzara la pandemia, porque el tiempo no acompañaba y el confinamiento obligó a paralizar las visitas a los residentes. Ahora y tras la relajación de las restricciones establecidas por la Junta para los centros de mayores, muchos ancianos podrán disfrutar de nuevo de la calle.
Las residencias, los mayores y la recuperación de la normalidad
«Es la primera vez que podemos estar con ella en la calle, aunque antes sí salía la patio de la residencia, pero no es lo mismo», explicaba Maite Parente, sobrina de Aurora. Durante su paseo, la anciana iba en silla de ruedas para evitar esfuerzos innecesarios y porque apenas ve. Tiene cataratas y está pendiente de ser operada, algo que ella repite sin cesar a sus sobrinos. «No sé cuándo me van a operar, pero espero que sea rápido, porque es muy molesto no ver nada», aseguraba. Dos mantas, unas medias y un chal han sido los complementos que las cuidadoras han puesto a Aurora para que no pase frío, aunque ella explicaba no tenerlo y querer estar con las manos al aire. El sol del mediodía calentaba la cara de Aurora y ella preguntaba a sus sobrinos por los demás miembros de la familia, su estado de salud y si iban a poder ir a verla, a lo que le respondían que sí, que seguramente durante el fin de semana volverán a repetir el paseo pero acompañados de alguien más. La mirada de la anciana se tornaba vidriosa y volvía a preguntar sobre su operación de cataratas. «Tía, hay que esperar porque con el tema de la pandemia esto va más lento y no eres la única que necesita ser operada, así que ahora hay que tener paciencia y estar atentos al teléfono por si llaman. Nosotros te avisaremos, no te preocupes», le explicaba amablemente Maite.
Aurora ya ha sido vacunada contra el coronavirus y también padeció la enfermedad, por lo que su familia está tranquila porque «si con su edad no lo pasó mal, es que está perfectamente». Destacan que «apenas tuvo un poco de catarro y ni siquiera llegó a tener fiebre, así que se podría decir que fue prácticamente asintomática».
«Aquí está muy bien porque la atienden y dan los cuidados que necesita y ahora con lo de la vista no puede valerse por sí misma para muchas funciones y es mejor que esté acompañada», aseguraba Maite. Pero lo más duro para Aurora desde que entró en la residencia de ancianos es estar separada de su hermana, también soltera, de 91 años y con la que ha vivido toda su vida. Preguntaba por ella y Maite le explicaba que en unos días podrá acudir a visitarla para «que se cuenten sus cosas». Mientras, Aurora afirmaba que pasa «muchas tardes llorando» porque la echa de menos y quiere volver a estar junto a ella.
David Baena, director y gerente de la residencia de personas de la tercera edad El Villar señalaba que las nuevas medidas les ofrecen un margen más amplio para que los residentes puedan recibir visitas. «Antes teníamos un límite establecido de media hora porque luego teníamos que ventilar y desinfectar la sala en la que se producen los encuentros, pero ahora como pueden salir a la calle para dar un pequeño paseo, no hemos puesto límite», explica. Con cerca de 90 residentes viviendo en las instalaciones, David asegura que «las visitas de los familiares las concretamos a través de mensajería instantánea y creamos así un calendario con todas las cerradas para la semana«.
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