Valladolid
Desde los predios bravos de Mayorga hasta los Sanfermines de PamplonaValladolid
Desde los predios bravos de Mayorga hasta los Sanfermines de PamplonaCésar Mata
Valladolid
Martes, 9 de julio 2024, 11:30
Apenas pasan unos minutos desde que los seis toros del hierro de Victoriano del Río reposan ya como huéspedes de los corrales de la Monumental pamplonica, y el veterano criador madrileño, homónimo de su vacada, respira tranquilo. Los astados, serios en sus arboladuras, de pelo ... negro, uno mulato, y otro ligeramente listón, así como otro burraco, han realizado el recorrido desde los corrales del Gas hasta el coso navarro sin ningún percance que impida su lidia esta tarde.
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«Ha ido todo bien, sí, y creo que han sido muy bondadosos, muy nobles», expresa Victoriano del Río cuando se le pregunta sobre el encierro. Y así ha sido, pues pese a la muchedumbre de mozos apenas han resultado heridos dos, por traumatismos, no por asta de toro. Continúa su relato el ganadero: «Me ha gustado mucho que han sostenido un ritmo vivo, un galope muy constante». Quizá piense que es una premonición para su juego de esta tarde, cuando sus embestidas serán afrontadas por los diestros Sebastián Castella, Emilio de Justo y Ginés Marín.
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Aunque la finca matriz de la ganadería de Victoriano del Río se encuentra en Madrid, en el término municipal de Guadalix de la Sierra, la gran mayoría de sus reses nacen en la finca Monte San Martín, en Mayorga de Campos, Valladolid. En esos predios, en los que se sitúa el conocido como Valle de Toro, donde hace décadas pastó una vacada de titularidad de una cooperativa del pueblo, reside la mayoría de las vacas de vientre del hierro madrileño. «Sé que al menos, te lo digo de memoria, en Mayorga han nacido 'Esperón', 'Pocosol' y 'Campanilla', tres de los toros del encierro y de la corrida de hoy», comenta el ganadero.
Desde la salida inicial, los toros de Victoriano del Río han tomado la delantera de la comitiva bóvida. En ocasiones de modo agrupado, y otras como un reguero, encabezados por el astado de pelo burraco, y en la zaga el ligeramente listón. El tranco amplio y cadencioso de los astados ha provocado innumerables, e inevitables, momentos de tensión y riesgo. Entre el capotillo de San Fermín, y las características zootécnicas del toro de lidia –una visión limitada en su campo y en su definición, así como su selección ante los estímulos, que les impide tomar decisiones ante el cúmulo de elementos llamativos- la mañana se ha superado con un clima final de sosiego y satisfacción.
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Los toros vallisoletanos de Victoriano del Río han dado cumplimiento a un rito centenario que, aunque amputado en su original esencia (el origen campero), mantiene un vigor social de máxima potencia y resonancia mediática. Mientras tanto, en los cercados mayorganos de Monte San Martín, los añojos y erales de este hierro rumian, pastueños, ajenos a su futuro en los ruedos.
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