Portillo: Sinónimo de patrimonio vivo

Hablar de Portillo es hablar de historia, patrimonio y artesanía en letras mayúsculas. Es sinónimo de riqueza cultural. Es recordar sus orígenes como villa durante la época de la Reconquista y su importancia estratégica, tanto ofensiva como defensiva, que le hizo caer en manos de moros y cristianos alternativamente.

Es hablar del cuidado que los habitantes de esta villa amurallada han tenido con su patrimonio, y como ejemplo su cuesta Empedrada, del siglo XI, que conecta Portillo y Arrabal, conocida por su protagonismo en los encierros por el campo y en las carreras que organizan cada año en la localidad, muestra del buen hacer que tiene el pueblo por mantener vivo su patrimonio.

Conserva tres de las siete iglesias que llegó a tener el pueblo: la de Santa María la Mayor,construida en el siglo XVI en cuyo interior se encuentra un retablo del siglo XIV; la de San Juan Bautista del siglo XIII (reconvertida en bar) y la de San Juan Evangelista construcción renacentista del siglo XVI, que se sitúa en Arrabal junto a la Ermita del Ecce Homo.

Pero sin duda, hablar de Portillo es hablar de un pueblo que cuida como nadie su bien más preciado, su castillo del siglo XV. Es su joya de la corona, una construcción considerada Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional desde 1931, Esta construcción de estilo gótico alberga tanta historia en sus estancias como belleza irradia a sus vecinos y visitantes.

Su propiedad pasó de mano en mano a través de los siglos, perteneciendo entre otros a la familia Sandoval, años más tarde al valido del rey Juan II de Castilla, Don Álvaro de Luna (personaje al que rinden culto cada año recreando sus últimos momentos en la villa) y finalmente al médico portillano Don Pío del Río Hortega, que cedió el monumento a la Universidad de Valladolid.

Lejos de caer en el olvido esta fortaleza se mantiene viva formando parte activa de conciertos y exposiciones en su patio de armas, eventos deportivos que coronan su Torre del Homenaje, siendo el mejor escenario de representaciones teatrales y punto de encuentro en ferias de artesanía.

No podemos olvidar en estas líneas la importancia que conservan el Arco Grande y el Arco Pequeño que conforman las puertas de entrada de la antigua muralla que protegía esta villa, así como los aljibes y la Fuente Vieja que completan un imponente patrimonio de una localidad que posee el Premio Nacional de Turismo (1971), declarada además como primera zona de Interés Artesanal de Castilla y Léon y elegida como pueblo más bonito de la región en 2017.